Un bosque de plumas en el Jardín Botánico de Valencia

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Un bosque de plumas en el Jardín Botánico

El Jardín Botánico de Valencia es mucho más que un jardín que alberga plantas de todo el mundo, es un espacio natural que da cobijo a más de 70 especies de aves urbanas.

Desde la entrada al Jardín se impone un aroma que invita a pasar. Las ramas de sus gigantescos árboles y palmas, generan un ambiente de luces y sombras bajo el que habita un ecosistema lleno de armonía, color y vida. Sus caminos son como un pequeño laberinto organizado, en el que se pierde la noción del tiempo escuchando el canto de las aves que han hecho de este hábitat su hogar.

Palmas y árboles del Jardín Botánico de Valencia Fotografía: Luis José Delaye

El Jardín Botánico de Valencia fue fundado hace 450 años y comenzó siendo, como muchos otros, un huerto de hierbas medicinales. Durante varios siglos, ocupó diferentes locaciones en la ciudad y fue en 1802 cuando la Universidad lo trasladó definitivamente al Huerto de Tramoyeres,  su ubicación actual. La biodiversidad vegetal con la que cuenta actualmente, lo convierte en un ecosistema muy completo y también en una estructura ideal para las aves urbanas. Es un lugar en donde encuentran cobijo y alimento suficiente para pasar largas temporadas, anidar o simplemente tomar un descanso, colmarse de energía y continuar su ruta migratoria.

La Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), lleva más de 60 años dedicándose al estudio y conservación de las aves silvestres en su hábitat. Son representantes de BirdLife en España y consideran que es importante sensibilizar a los ciudadanos con los elementos de la naturaleza que tienen más cerca. “Cualquier persona que vive en una ciudad tiene contacto con las aves urbanas prácticamente todos los días…”, comenta el biólogo Pablo Vera.

La presencia cada vez más abundante y diversa de especies de aves en el parque, motivó al equipo de SEO/BirdLife e investigadores y comunicadores del Jardín Botánico a trabajar en conjunto en una guía de aves. El resultado de este trabajo, es un libro de bolsillo, de tamaño y contenido manejable, que tiene como principal objetivo presentar al Jardín Botánico desde una perspectiva nueva, la de mostrar a los visitantes que hay otro jardín, uno que va más allá de una colección de plantas, Un bosque de plumas.

Los textos de la guía son del biólogo Pablo Vera, está editada en castellano y valenciano y ofrece la descripción e imágen de 79 aves urbanas. Contiene información como: medida, preferencias de alimentación, y los meses del año en los que se pueden observar las aves en el Jardín y sus alrededores. Las ilustraciones son obra del biólogo Juan Varela, uno de los más reconocidos pintores de naturaleza en España.

Mirlo común. Jardín Botánico de Valencia. Fotografía: Luis José Delaye.

“Hay especies de aves que están con los humanos desde que nos establecimos como sedentarios”, señala Vera. Las golondrinas, los vencejos y los gorriones comunes son algunas especies de aves urbanas con las que cohabitan los ciudadanos desde hace siglos. Son muy adaptables y prefieren hacer sus nidos en zonas antropizadas y en comunidades pequeñas localizadas cerca de espacios naturales. Sin embargo, están viviendo una transformación en el medio urbano porque cada vez encuentran menos lugares para nidificar. Esto se debe a que la arquitectura moderna tiende a diseñar edificios lisos, sin bordes en las ventanas, entrepaños exteriores o tejas, que son los lugares donde las aves, habitualmente, prefieren hacer sus nidos.

 Un bosque de Plumas, también recoge información de especies consideradas de reciente aparición en España. Tal es el caso de la tórtola turca, una de las aves que ha ampliado su territorio en el menor tiempo del que se tiene registro. Se observaron los primeros ejemplares en los setentas y actualmente es una de las aves más comunes. El éxito de su reproducción y colonización tiene que ver, entre otras cosas, con algunos de sus hábitos. Por ejemplo, este tipo de ave es capaz de hacer su nido en casi cualquier lugar, ya que a pesar de ser un pájaro grande sus nidos son pequeños. Por otra parte, su dieta es rica en frutos y semillas y no requiere tanto de los insectos, lo que les facilita la vida en la ciudad.

Una característica que las aves modifican para la supervivencia y adaptación en entornos urbanos es su canto. Mario Díaz, en su artículo “Serins respond to anthropogenic noise by increasing vocal activity”, comenta que debido al ruido que hay en las ciudades, si no “suben el tono” sería imposible escucharse entre ellas, lo que impide su comunicación. Las aves cambian los patrones de su canto tanto en frecuencia como en amplitud para adaptarse a la contaminación acústica. Pero esto pueden hacerlo hasta un cierto punto, ya que supone un gasto metabólico importante y no todos lo consiguen, agrega el experto.

Ginkgo biloba. Jardín Botánico de Valencia. Fotografía: Luis José Delaye

“Las aves se adaptan a los recursos que encuentran en las ciudades, pero es importante la creación y conservación de parques y jardínes urbanos para favorecer su existencia”, comenta la Doctora Blanca Estela Hernández de la Universidad Autónoma de México (UNAM). En estos oasis, se generan pequeños ecosistemas en los que participan plantas, insectos, aves e incluso algunos mamíferos pequeños. Pero también los ciudadanos pueden contribuir sembrando más árboles, arbustos y flores silvestres en lugar de plantas exóticas.

Con la edición de la guía “Un bosque de plumas”, el Jardín Botánico de Valencia y SEO/BirdLife pretenden promover la importancia de la conservación de la biodiversidad en las ciudades a través del conocimiento de las aves que habitan este espacio natural, uno de los pulmones de la ciudad de Valencia.

Beatriz Pascual Alonso