Trabajar con el alma y el corazón: el apoyo psicológico de los migrantes

España vuelve a vivir una crisis migratoria. En España hay más de 260.000 ucranianos residentes en España con documentación de residencia en vigor. La psicóloga clínica de Psicólogas y psicólogos sin Fronteras, Zineb Aghedar, forma parte del servicio de Atención Psicológica para Emergencia de Ucrania, donde ayudan a los migrantes a restablecer el equilibrio personal y social.


Zineb Aghedar, la psicóloga clínica, especialista en terapia cognitivo-conductual

Los migrantes y refugiados que huyen de conflictos bélicos viven en situación de vulnerabilidad sobre todo cuando sus condiciones de vida y de trabajo son deficientes. El apoyo psicológico es muy importante en el proceso de adaptación de las personas refugiadas y migrantes porque para que una persona pueda adaptarse a una nueva situación, requiere de esta ayuda. 

 ¿Cuándo fue creado el servicio de Atención Psicológica para Emergencia de Ucrania?

Fue creado en colaboración entre la Universidad de Valencia y Psicólogas y psicólogos sin Fronteras. Tenemos una ex voluntaria qué ahora está haciendo el doctorado en la Universidad de Valencia en el departamento de psicología y ella es de origen ucraniana. Ella misma fue la que puso en contacto nuestro equipo con la Universidad para crear este proyecto y durante cinco meses casi estuvimos dando atención a personas refugiadas de Ucrania.

El servicio inició en abril del 2022 y terminó a mediados de agosto del mismo año. Teníamos diez psicólogas, de ellas cinco de Ucrania, tres españolas y una de Rusia. De las atenciones registradas son alrededor de 235 consultas y de personas que han recibido atención son 121. Los refugiados en situación de vulnerabilidad son personas que se mueven mucho. Entonces, vemos que el número medio de atención por persona era de menos de dos sesiones y eso es porque la población se mueve y ya no puede asistir o está con otras prioridades de necesidades básicas. 

¿Qué efectos tiene sobre la salud mental el proceso migratorio en general? ¿En el caso de los que  huyen de conflictos bélicos? 

En general, depende mucho de los factores de vulnerabilidad que son previos a la migración. Es decir, si ya tenía alguna enfermedad, algún trastorno mental, alguna necesidad básica, que ya no estaba cubierta en su país, si no tiene red de apoyo en su país, todo esto va a afectar a cómo esa persona va a poder adaptarse a la situación nueva a la cual llega. Luego también depende de la situación a la cual llega. Si es una situación donde tiene las necesidades básicas cubiertas, si tiene otra red de apoyo disponible allá, si habla el idioma etc. Así se hace como un balance entre las vulnerabilidades iniciales y la vulnerabilidad de la situación a la cual llega. Cuánto más vulnerabilidades iniciales y más estresores del lugar a la cual llega, peor va a ser el proceso de adaptación. 

¿Qué apoyo psicológico brinda Psicólogas y psicólogos sin Fronteras a los migrantes? 

Lo que solemos hacer son primeros auxilios psicológicos, es decir, acogemos a la persona, le proveemos un espacio de seguridad donde se puede expresar, expresar todas sus necesidades, lo que más le preocupa. Nos enfocamos en una cosa: lo que hacemos es una atención de corto plazo, es decir, no solemos hacer más de entre cinco y siete sesiones en función de la temática y de la gravedad de la situación. Pero eso es como una meta, nos focalizamos en una temática o una situación particular que la persona necesita o quiere cambiar. La demanda viene de la persona, no somos nosotros los que deciden en qué nos enfocamos, pero solemos partir de la pirámide de Maslow.

Aseguramos que las necesidades básicas están cubiertas y a partir de ahí podemos subir de nivel o ir buscando algo más. Si la persona que llega ya tiene las necesidades básicas cubiertas, lo que vamos a intentar desarrollar es una red de apoyo, que tenga personas cercanas, para que esa estabilidad se consiga a largo plazo.

De las atenciones registradas son alrededor de 235 consultas y de personas que han recibido atención son 121

Zineb Aghedar

No es fácil lograr que una persona se abra después de vivir una situación traumática. ¿Cómo enfrentar a estas situaciones?

Es verdad que no es fácil, por eso intentamos desde la humanidad conectar con la persona, como dos personas cualquiera. Todos sabemos lo que es sufrir. Si desde la empatía intentamos conectar con el sufrimiento de la otra persona, con el tiempo y en función de la situación de la persona, se empieza a abrir un poco. Ahí es donde más cambio, más transformación del sufrimiento puede haber.

En la atención a los migrantes, ¿la salud mental es lo primero o secundario según su experiencia?

Yo creo que es esencial. Solemos poner la salud física como necesidad básica y la salud mental como algo más, algo que no es prioritario, pero todos sabemos que alguien que está en un estado mental no saludable, que no está estable, no va a poder hacer los trámites que necesita para obtener una vida normal, no va a poder funcionar para tener una vida más o menos estable y conciliar la migración. 

Sobre todo, cuando hay personas que vienen de una situación de violencia o de guerra es muy difícil cuando uno no sabe para cuánto tiempo va a estar aquí, si su familia está bien. Su mente constantemente está en otro lugar. Entonces desde Psicólogas y psicólogos sin Fronteras intentamos volver a la persona al momento presente, al lugar donde está, transmitirle que aquí está en un lugar seguro, aquí no le va a pasar nada y que estamos en un proceso con ella para ir recuperando lo que necesita.

Con la crisis de refugiados de Ucrania, ¿qué tuve que implementar en el trabajo?

Tuvimos que aprender mucho sobre una cultura con la cual no solíamos trabajar. Solíamos tener más población de Latinoamérica, quizás del norte de África, pero no solemos trabajar mucho con personas de Europa del Este. Es verdad que hay diferencias culturales que tiene cada país, que hay que aprender y saber gestionar porque se tiene que respetar. Todas las formas de ser, las formas de funcionar se tienen que respetar.

Tuvimos que adaptar la forma en la comunicación. El material de difusión tenía que ser diferente, porque sabíamos que en Ucrania sigue habiendo bastante estigma sobre las enfermedades mentales o ir al psicólogo. Entonces, nos enfocamos en síntomas físicos de malestar psicológico, es decir, “te cuesta dormir”, “te cuesta comer”, “te cuesta pensar en otra cosa” o “no sueltas el móvil” y a partir de esas cosas físicas para llegar a las personas. Cuando hay una situación tan grave, parece como secundario el aspecto psicológico, pero en realidad es central para que una persona pueda seguir teniendo una vida normal, entre comillas.

Lo que más me gusta de mi experiencia en Psicólogas y psicólogos sin Fronteras es la parte de acción humanitaria

Zineb Aghedar

¿Qué podemos hacer nosotros como sociedad para ayudar a los migrantes?

Creo que es esencial recordar lo que nos une como personas humanas. Ni por ser de un país tienen más derechos, ni tienen más dignidad, o menos dignidad y menos derechos. Cuando hay una situación así, también es importante hacer un trabajo con la población local. La aceptación, ausencia de xenofobia, hacerles entender un poco la situación de las personas. Algo que vimos mucho en el servicio de Atención Psicológica para Emergencia de Ucrania eran las familias de acogida que al principio estaban dispuestos a ayudar, no se habían planteado las consecuencias de dejar una persona en su casa. Les afecta también y eso es normal. Hay como un choque de culturas, de personas y las que están ayudando esperan una mejoría inmediata. No es así. Hay que  aprender los procesos psicológicos que acompañan este tipo de migraciones. 


¿Qué tipos de terapia se aplican en el trabajo con los migrantes? ¿En el caso concreto de las mujeres y los niños que ahora son la mayoría?

Con niños trabajamos menos, pero muchas veces el trabajo con niños tiene que ver con el trabajo con los padres, porque la sintomatología que salen los niños suele ser algo que viene de los padres o viene del entorno, viene de lo que están viendo. Con los niños tiene que ver con mantener una rutina, ayudarles a expresar sus emociones y permitir la expresión de todas las emociones. Con eso va a ser más fácil de gestionar.

Con las mujeres, si son madres, es muy importante mantener un tiempo para ellas. Por ejemplo, cuando aquí llegan mujeres con niños y son las únicas personas para cuidar de ellos, no tienen otro momento en el día para cuidarse a ella misma, pensar en ella misma. 

Es importante que encuentre alguna forma de dedicarle tiempo a ella misma y que aprenda gestionar sus emociones. Ahí viene todo el enfoque de género que entra en cuenta aquí en Psicólogas y psicólogos sin Fronteras. Una mujer aquí sola, muchas personas la ven como una presa. Se encuentra en situación de vulnerabilidad, porque hay muchas personas que pueden intentar aprovecharse de su situación, maltratarla o ponerla en la situación en la cual no quiere estar. Recomiendo acercarse a las administraciones, organizaciones no gubernamentales, crear una red “oficial” de apoyo que puede estar presente en caso de algún abuso de ese tipo.

Hay estudios que demuestran la eficacia de la terapia cognitivo-conductual en las situaciones de crisis, ¿qué piensa usted al respecto?

La terapia cognitivo-conductual es lo que más me llamó la atención cuando estábamos estudiando, es la rama de psicología que me parece más eficaz si quieres resultados pronto. Hay ciertos tipos de trastornos y la sintomatología que se tratan muy bien con terapia cognitivo-conductual. Pero ahora, entré a otro mundo, con otros recursos, me parece que a la terapia cognitivo-conductual le falta un aspecto de cuidado emocional, de cuidado de las causas, de porque llegas a esos síntomas. Sería mejor combinarla con otro tipo de terapia para ir a la raíz de lo que está pasando, pero en una situación de emergencia no tenemos tiempo de ir a la raíz, entonces se trata solo de los síntomas.  

Tratar los síntomas para volver a darle autonomía a la persona para luego si quiere volver y hacer otro proceso terapéutico en el cual trabaja más en profundidad. Ya tiene una base de cómo llegar al psicólogo, cómo llegar a esos espacios de cuidado, pero sí, es verdad que en una situación de emergencia el enfoque comunitario complementado con técnicas de terapia cognitivo-conductual creo que es lo que más va a ser útil. 

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?

Lo que más me gusta de mi experiencia en Psicólogas y psicólogos sin Fronteras es la parte de acción humanitaria, del extranjero, de proyectos como el servicio de Atención Psicológica para Emergencia de Ucrania. Quería seguir en esta rama de la psicología en la cual vamos a situaciones de desastres, situaciones bélicas y apoyamos a la gente en esos lugares. 

La nueva definición de la capacidad de autoconciencia

Muchos más animales de los que se cree podrían tener la capacidad de desarrollar una identidad individual

El psicólogo, primatólogo y etólogo holandés Frans de Waal publicó el pasado 7 de febrero un artículo en la revista Plos Science en el que propone cambios teóricos y metodológicos en la investigación de la autoconciencia de los animales. Sus interpretaciones le llevan a defender un modelo progresivo de construcción de la identidad individual. Esta visión es opuesta a la teoría aceptada del binarismo, que considera la autoconciencia una capacidad que “se tiene o no se tiene”, surgida de forma repentina y exclusiva en la evolución de los grandes simios.

Ciervo reflejado en el agua. Fuente: Pixabay

Hasta hace poco, la propuesta más aceptada para explicar la capacidad de los animales para reconocer su propia existencia era la del Big Bang de la autoconciencia. Esta teoría no considera la posibilidad de que la percepción que se tiene de uno mismo se desarrolle de forma paulatina. Por el contrario, asume que a lo largo de la evolución de los primates hubo una explosión de las capacidades autoperceptivas en los grandes simios de forma singular. Las interpretaciones más recientes sostienen que esta capacidad se desarrolla progresivamente y que animales de diferentes ramas evolutivas pueden ser estimulados para alcanzar niveles superiores. Los expertos en cognición y comportamiento de primates de la Universidad de Barcelona Montserrat Colell y Francesc Salvador son partidarios de estas nuevas interpretaciones. El ser humano recorre estos niveles durante la infancia como paso previo al desarrollo de una Teoría de la Mente.

“¿Qué pasa si la autoconciencia se desarrolla como una cebolla, construyendo capa sobre capa, en lugar de aparecer de una vez?”

Frans de Waal

Según la investigadora en primatología y etología del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona, la autoconciencia es “la capacidad de saber quién es uno mismo”. “Consiste en reconocerse como un individuo de una cierta edad, sexo, con una serie de ideas, emociones, etc.”, apunta. Respecto a su origen, su compañero, catedrático en psicología experimental, apunta que “es un proceso gradual que se ha ido desarrollando a través de procesos evolutivos”. Ambos apoyan al etólogo holandés, que plantea un modelo en el que individuos de especies con orígenes filogenéticos tan dispares como perros, gatos, aves y peces pueden poseer un nivel de autoconciencia mayor, como ya se ha demostrado en simios. Para ello se basan en los resultados de pruebas de autorreconocimiento. Colell explica que, dado que “no es posible acceder a la conciencia de los animales no humanos mediante el lenguaje, es necesario realizar una serie de pruebas para intentar demostrar si un animal la tiene o no”.

Actualmente se está trabajando con modificaciones de los experimentos de Gallup de los años 70. En ellos se realizaba una marca de pintura en la frente de un animal, inicialmente un primate, y se le situaba frente a un espejo para observar su comportamiento. La interpretación convenida consistía en que, si el animal exploraba su frente en busca del punto con ayuda del espejo, era debido inequívocamente a que era consciente de su propia imagen. No obstante, como apunta Colell, la respuesta de algunos individuos a esta prueba los puede situar en niveles intermedios de autoconciencia. Los animales que no comprenden el funcionamiento de un espejo se sitúan en el nivel cero, seguidos de los que sí lo hacen pero interpretan que su reflejo se trata de otro individuo. En un nivel superior se sitúan los que sienten desconcierto al mirarse, seguidos de los que finalmente comprenden que se trata de su propia imagen reflejada.

“La autoconciencia se alcanza de manera progresiva. El niño que se reconoce en el espejo tardará un tiempo en desarrollar una Teoría de la Mente.”

Montserrat Colell

En una etapa inicial de la investigación, se observó que los únicos primates que se reconocían en el espejo eran los grandes simios, por lo que se les consideró autoconscientes junto a los seres humanos. Más tarde se aplicó el test a psitácidas (papagayos, cacatúas y loros), que habían mostrado grandes capacidades cognitivas, pero no lo superaron. En cambio, urracas, orcas y elefantes sí lo hicieron. Tanto la prueba del espejo como la teoría del surgimiento repentino de la autoconciencia comenzaron a levantar suspicacias.

Ahora, el foco está puesto en las variantes metodológicas de este experimento. Francesc Salvador, experimentado en la metodología de la investigación psicológica, señala la necesidad de desarrollar pruebas multisensoriales que permitan medir esta capacidad de otro modo. “El modelo gradualista quiere ser multimodal”, matiza. Y es que uno de los problemas de la prueba es que muchos animales no componen su mundo esencialmente con imágenes, como el ser humano. Algunos tests combinan varios estímulos a la vez, por ejemplo, una marca visual e irritante mediante un haz de luz. Los resultados de la aplicación de marcas multimodales en animales que no superaban el test original han sido positivos, consiguiendo que los individuos muestren conductas de autorreconocimiento. Según el estudio de De Waal, esta es una prueba
de que con la metodología adecuada es posible valorar mejor los niveles de
autoconsciencia. Salvador sugiere que la autoconciencia es un proceso que ocurre a partir de la integración de información sensorial diversa. En algunas de las numerosas variantes del experimento se han utilizado otros sentidos, como el olfato. “Los tests con olores han dado resultados positivos en perros”, afirma Colell.

Detalle de las fosas nasales de un perro. Fuente: Pixabay

Los investigadores catalanes relacionan estrechamente la socialización del individuo con la capacidad de autoconciencia. Salvador, que estudia la emergencia de conductas sociales autoorganizadas, la entiende como un “elemento básico muy importante de la jerarquía y las relaciones sociales de la vida en grupo”. El equipo de investigación al que pertenece Colell, pionero en demostrar que los gorilas se reconocen en el espejo, probó que unas condiciones sociales adecuadas durante el crecimiento son importantísimas para el desarrollo de la conciencia de individuo y especie. La investigadora recalca la importancia que ha tenido esta capacidad en la sociedad humana, señalando que “ha sido un motor de la evolución” y que “conductas como la empatía y el engaño serían imposibles sin ella”. Por sus implicaciones, la necesidad de diseñar una batería de pruebas de autoconciencia mucho mayor, adaptada a las formas de percibir la realidad de cada especie, es una opinión cada vez más popular en la comunidad investigadora.

«La gente mantiene su intención de voto a pesar de saber que sus políticos mienten», afirma el psicólogo Lewandowsky

Stephan Lewandowsky, catedrático de Psicología Cognitiva en la Escuela de Psicología Experimental de la Universidad de Bristol, ha presentado su última investigación en la tercera edición del Congreso de Pensamiento Crítico y Divulgación Científica, donde explicó aquellos mecanismos del discurso público que logran transformar ciertas evidencias científicas bien consolidadas en controversias. El experto ilustró casos en los que el electorado mantiene su intención de voto a pesar de saber que sus políticos sostienen afirmaciones falsas.

La ponencia plenaria de la tercera edición de este Congreso, celebrada los pasados 6 y 7 de marzo en la facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universitat de València y que este año llevó por título «Ciencia e ideología», corrió a cargo de Stephen Lewandowsky, la más alta referencia académica e investigadora en el estudio del rechazo a la ciencia, en concreto en los casos del cambio climático y las teorías de la conspiración.

En su intervención, presentó parte de los resultados de su última investigación, llevada a cabo en el contexto norteamericano. Desplegó la evidencia arrojada por este trabajo, la cual demuestra que buena parte del contenido negacionista —especialmente del cambio climático— es sostenido y diseminado por un grupo muy reducido de internautas que presentan una alta coherencia política interna. A juicio del experto, estos grupos suministran información sesgada respecto a evidencias científicas bien asentadas, sembrando la duda.

Lewandowsky explicó uno de los mecanismos más usados para hacer pasar información falsa como veraz: el cherry-picking. Consiste en seleccionar de manera interesada un dato no significativo y elevarlo a la más alta representatividad. Según explicó el académico, la gente suele respaldar estos contenidos engañosos movidos por sesgos de confirmación, es decir, se adscriben a esa información porque expresa su visión del mundo, su ideología. Estos dos mecanismos son mucho más exitosos que la presentación de datos fiables o la educación, los cuales la investigación presenta como inoperativos para transformar la visión de las personas.

“Esta información falsa emitida por pocas personas a través de medios sin gran impacto acaba ocupando un lugar privilegiado y muy sonado gracias a la difusión que de ella hacen los medios de comunicación”, señaló el psicólogo. “Los políticos, tendentes a prestar mucha atención a los medios, adoptan también este tipo de creencias, las cuales derivan en una influencia real en las políticas que impulsan”, remarcó. Asimismo, el público que, según la investigación llevada a cabo, atiende a afirmaciones negacionistas sobre el cambio climático reduce drásticamente su intención de apoyar políticas para solucionarlo, además de que tampoco modifica su intención de voto tras conocer que sus políticos sostienen afirmaciones falsas.

En el ruedo de preguntas, y siempre referido al contexto estadounidense, el profesor Lewandowsky mencionó el papel menor que la religión juega en todo este proceso. Por otro lado, resaltó la fuerte relación entre los partidos de derecha defensores del libremercado y su tendencia al negacionismo de las vacunas. Esto sorprendió a los asistentes debido a la imagen opuesta que presenta España, donde los grupos antivacunas suelen asociarse con determinados partidos vinculados a la izquierda.

RAMÓN NOGUERAS, PSICÓLOGO
«La psicología tiene que hacer una limpieza de pseudociencia dentro de su seno; aquí nadie vigila si le estás diciendo al paciente cosas que son mentira».

Son numerosos los problemas estructurales que anidan en el seno de la psicología. Está infectada de pseudoterapias que están legitimadas por las instituciones oficiales, asimilada a corrientes que nada tienen que ver con la psicología y secuestrada por movimientos de corte sectario. Los colegios oficiales presentan infiltración de pseudociencias y son todavía laxos ante su prevención, incurriendo, con todo, en la vulneración de su propio código deontológico. Ramón Nogueras es psicólogo en la práctica privada y profesor en la Universidad de Granada y en la Universitat Abat Oliba y analiza en esta entrevista algunos de los factores que explican esta situación.

¿Qué son la psicología y la pseudopsicología?

La psicología es la ciencia que estudia la conducta humana. No creo que sea adecuado definirla como la ciencia que estudia la mente porque la mente es un concepto mal definido, incorrectamente operacionalizado. En cambio, cuando decimos que la psicología es la ciencia que estudia la conducta y el comportamiento humanos sí que nos encontramos frente a algo que podemos definir, medir y valorar. Por otro lado, la pseudopsicología es toda pseudociencia que pretende explicar el comportamiento humano sin usar el método científico.

Da la sensación de que la psicología está actualmente asimilada a la espiritualidad, a lo trascendental, hay gente que busca o espera eso de la psicología. ¿Se debe a la influencia de la pseudopsicología?

La pseudopsicología es algo que ha tenido una enorme exposición en la cultura popular, de manera que la imagen que la gente tiene de un psicólogo no es la de un científico de la conducta, sino la de un mamarracho con diván. Por otro lado, actualmente parece que estamos cayendo un poco en el extremo contrario, en el cerebrocentrismo, sin darnos cuenta de que la conducta abarca todo el organismo. Indudablemente, el cerebro es la sede de un montón de funciones esenciales, y conocerlo y estudiarlo es relevante. Pero en el ámbito clínico, las intervenciones en modificación de conducta para solventar depresión o ansiedad no requieren conocimiento del cerebro. Por ejemplo, saber que se activan ciertas estructuras al modificar los pensamientos negativos de un paciente con depresión no es relevante para el ejercicio clínico. Además, en muchas ocasiones, los estudios sobre el cerebro son correlacionales, es decir, no sabemos si es causa o consecuencia. Desconocemos si la gente se deprime porque tiene baja la serotonina o tiene baja la serotonina porque está deprimida. Centrarnos demasiado en el cerebro en lugar de en las interacciones del organismo con el entorno es un error. Pero ahora, que mil cosas llevan el prefijo neuro, hemos pasado de esa espiritualidad, del psicoanálisis y de la gestalt a que todo es cerebro. Otro ejemplo es la validación científica de las leyes del aprendizaje, cosa que se ha hecho sin ningún tipo de estudio sobre la anatomía cerebral implicada. En resumen: si pierdes un brazo, tu cerebro continúa funcionando igual, pero tu conducta se va a ver afectada y la psicología tiene que estudiar eso. No nos podemos quedar solo en una parte del cuerpo.

Para el ámbito clínico no es necesario conocer la expresión puramente cerebral.

Interesa el conocimiento validado que aportan las neurociencias, pero cuando queremos modificar una conducta, tenemos herramientas que se basan en intervenciones sobre el contexto. Un ejemplo clásico: durante la guerra de Vietnam, el consumo de heroína estaba disparado entre los soldados estadounidenses. Existía la convicción de que estos sujetos eran adictos y que cuando regresaran a Estados Unidos habría legiones de yonkis furiosos destruyendo América. Y la realidad es que cuando estos soldados vuelven a casa, menos del 1% mantiene las conductas adictivas. Porque el cambio de contexto es suficiente. Allí consumían porque estaban en un contexto estresante, peligroso, acompañados de otros consumidores, con acceso barato a la sustancia, etcétera. Pero solo con abandonar ese contexto la mayoría se reintegran en sociedad y dejan de consumir. Así observamos que la adicción no es solo explicada por un proceso puramente fisiológico y que, por lo tanto, no todos los adictos se comportan igual. Hoy en día, tengo la sensación de que la reducción al cerebro está de moda y la realidad es que ni tanto, ni tan calvo. Vamos dando pendulazos, que si todo es ambiente, que si todo es biología, cuando la realidad es que todo es contexto, el cual incluye cuestiones multifactoriales.

Parece que la psicología juega con desventaja frente a la pseudociencia, que no requiere de un esfuerzo y un cambio de conducta, y es que esta última puede parecer operativa, que funciona aunque solo sea un placebo.

No solo eso, sino que a fin de cuentas, y esto es un fenómeno muy estudiado, tendemos a darle más peso a las cosas que nos gustan. Y la pseudopsicología se basa en muchas cosas que son agradables de creer, que suenan bonitas. Cuando le dices a alguien que tiene una depresión porque ha dejado de hacer cosas reforzantes en su vida y que la clave para superarlo es mediante un protocolo de actuación conductual, pues eso no tiene épica. Que te sientes atraído por tu padre es mucho más épico, o las constelaciones familiares, que te dicen que lo que te sucede es que estás canalizando una frustración de tu abuela durante la guerra civil. Y en parte es culpa nuestra: no hemos hecho buena divulgación, buena difusión.

Y, sin embargo, la psicología es cada vez más popular.

La notoriedad que está tomando la psicología es un fenómeno relativamente reciente. El último Nobel de Economía fue para Richard Thaler, que investiga en behavioural economics, un campo en el que han visto que la gente no toma decisiones racionales con respecto al gasto. Thaler ha descrito que los pequeños microincentivos del entorno pueden afectar decisivamente la conducta económica de las personas. Esto es algo que los conductistas descubrieron en los años veinte, treinta, del siglo pasado. Le han dado un Nobel por decir algo que es más viejo que la tos, y se lo dan porque es ahora cuando está recibiendo relevancia este asunto. Y nosotros, los psicólogos, no hemos sido capaces de explicar a la gente que la psicología es una ciencia como cualquier otra, con su corpus de conocimiento, con todos los fenómenos que tenemos descritos y todo lo que somos capaces de hacer. Y, entonces, ¿quién nos come la merienda? Gente mediocre como Rafael Santandreu, que es un humanista reconvertido a cognitivo.

Esto lleva a una pregunta clave: ¿dónde han estado los psicólogos? ¿Qué ha pasado con ustedes durante todo este tiempo?

En primer lugar, se aprecia una falta muy grave de rigor desde el principio. Incluso en facultades que son bastante cognitivas y conductuales, con un peso y presencia fortísimo de investigación científica, también hay espacio para las chorradas. ¿Por qué se imparten asignaturas de terapia psicoanalítica en la universidad como si fuera una cosa válida? Es verdad que lo que más peso tiene en la mayoría de facultades españolas es la psicología como ciencia, se enseñan métodos de investigación científica, estadística, anatomía del sistema nervioso y modelos de intervención y tratamiento de corte cognitivo o conductual, es decir, apoyados por la evidencia. Pero los sinsentidos pseudocientíficos siguen con su hueco, su coto. Los posgrados ya son un auténtico pitorreo, y el ejercicio profesional, más de lo mismo. Te obligan a certificar tu despacho como si fuera un centro de salud, pero nadie supervisa si ahí estás aplicando psicoanálisis o gestalt, por ejemplo, que son dos pseudociencias como dos pianos. Lo que importa es que esté certificado como centro de salud y que las puertas tengan un ancho. Pero nadie vigila si tú le estás diciendo al paciente cosas que son mentira.

Y, a mayores, los Colegios Oficiales de Psicólogos (COP) son juez y parte en todo esto.

Exacto. El 18 de diciembre del año pasado el COP de Cataluña tuvo una asamblea para aprobar la creación de una comisión de psicoanálisis. Hace dos años escuché en una conferencia organizada por este colegio que la hiperémesis (vómitos frecuentes) en el embarazo es un signo de que la madre está rechazando inconscientemente al feto. Esto es una barbaridad: nuestro código deontológico dice claramente que, desde el respeto a las tendencias, el psicólogo tiene que basar su práctica en la ciencia. Constituir esa comisión y sostener este tipo de afirmaciones vulnera el código. Pero, ¿cuánta gente en los colegios tiene práctica privada en la que hacen gestalt, o humanista, o psicoanálisis o sistémica o cualquier otra pseudoterapia? Incontables. Luego, lo de la condescendencia con las diferentes escuelas es algo que me hace mucha gracia también. En física no hay «diferentes tendencias». En física hay física, y luego hay físicos que manifestarán discrepancias sobre cómo interpretar un experimento o presentar un modelo teórico, pero no existen «escuelas». Uno acude a la lista de tratamientos apoyados por la evidencia científica que publica la APA, la Asociación Estadounidense de Psicología, y resulta que no están esas «escuelas». Pero claro, la nómina de muchos depende de eso.

Como motivos por los que sucede esto, se suelen esgrimir dos: por un lado, que estas «escuelas» son fuente de ingresos para muchos, y por otro, que todos tenemos tendencias irracionales y que la alfabetización científica no te aleja de caer en ideas sin fundamento. ¿Por qué hay tantos psicólogos aplicando estas pseudoterapias?

Porque no se hace suficiente énfasis en la importancia del rigor científico durante la carrera. La psicología es una carrera que la gente sigue pensando que es de humanidades. Y eso no es malo per se, las humanidades son muy importantes y se estudian poco en las facultades, en especial la filosofía de la ciencia, que está ausente y que nos podría enseñar mucho sobre qué hacemos en ciencia. Por otro lado, la gente entra en psicología con un prejuicio sobre qué es la psicología y no se mueven de ahí durante todo el proceso universitario. A veces escuchas cosas como «no me gustó la carrera porque era muy conductista». Este tipo de ideas son un paso en falso, porque esto no va de lo que a uno le guste, esto va de lo que es. La evidencia dice lo que dice y la gente que tiene ansiedad se cura con modificación de conducta o con terapia cognitiva. Y ya está.

También es habitual dar con psicólogos que hacen pseudopsicología y que simultáneamente también están aplicando otro tratamiento que sí tiene evidencia.

Eso es lo más común. La mayoría de los psicólogos se definen como eclécticos, cosa que me parece una solemne memez. El otro día, le pregunté a una amiga lo que estaba haciendo con su psicóloga. Me dijo una serie de cosas que sonaban a Terapia de Aceptación y Compromiso, una terapia de tercera generación, reconocida como terapia  basada en la evidencia que usa herramientas de meditación y mindfulness, una continuación de la terapia cognitiva. Pero, en realidad, no lo sé a ciencia cierta porque el psicólogo no se moja, quizá en parte porque no quiere perder al paciente. Queda muy bien decir que haces lo necesario para que el paciente mejore, cuando en realidad eso es un gravísimo error, porque si trabajas sin marco teórico, cuando algo funcione, no vas a saber por qué funciona. Y si no funciona, tampoco sabes por qué no funciona, de manera que no puedes corregir. Si yo aplico un programa de reestructuración cognitiva para un paciente con depresión, el paciente o lo hace bien o no lo hace bien. Si lo hace bien y no funciona seguro que puedo identificar exactamente qué es lo que no está funcionando y puedo elegir otra herramienta. Pero los hay que dan recomendaciones generales y que cuando algo no funciona alegan que el paciente se «resiste» a la terapia. Eso es muy cómodo.

Un caso hipotético: te viene un paciente que, por su forma de expresarse, puedes detectar que está en sintonía con la órbita del pensamiento pseudopsicológico o New Age, por ejemplo. Tú le aplicas Terapia Cognitivo-Conductual y es posible que no obtengáis resultados, porque esa persona está esperando otra cosa.

En muchos de esos casos lo que sucede es que la persona no hace lo que le pides. Las terapias basadas en evidencia (modificación de conducta, cognitiva pura, activación conductual, aceptación y compromiso, etc.) se fundamentan en que el paciente tiene que hacer cosas entre las sesiones y el que no quiere no las hace. Ahí sí cabe hablar de resistencia. Muchas veces las pseudoterapias se caracterizan precisamente porque lo único que hace el paciente es acudir a hablar y soltar dinero, sin que realmente se haya diseñado un plan de actividades. Al final, la terapia eficaz es una terapia que enseña habilidades al paciente, y cuando el paciente avanza en la terapia es porque progresa en la obtención de esas habilidades: aprender a manejar sus emociones, aprender otro estilo de comunicación, aprender conducta asertiva, aprender a exponerse gradualmente al estímulo que le provoca la fobia con el fin de relajarse en presencia de ese estímulo; en todo ello hay una conducta concreta, el paciente hace algo o el paciente deja de hacer algo. Generalmente, el paciente sustituye esta conducta que no le va bien por esta otra que le va mejor. Lo que sucede en las pseudoterapias es que el paciente se tira tres años en «terapia» y cuando preguntas qué ha aprendido contesta que «se conocen mejor». ¿Qué diablos es eso?

Y si además los afectados no saben que son afectados…

Esa es una de las razones por las que me dedico a hacer divulgación. No puedes confiar en que la gente tenga una idea real de qué es la psicología. Muchas veces me viene gente que me dice que creía que la psicología era directamente una pseudociencia. Por eso me dedico a dar charlas y tener un blog, porque si no, los de la pseudopsicología ganan.

Existe la creencia generalizada en la comunidad científica y escéptica de que la divulgación y la educación son la clave para superar esa ignorancia, el medio para que la gente deje de creer en ideas sin fundamento, pero la realidad es que esta afirmación no está demostrada.

Es puro deseo. Yo hago divulgación porque tengo la certeza de que si no la hacemos, los otros se nos comen todo el campo. Pero no tengo fe en que a base de divulgación la gente vaya a desarrollar sentido crítico. Hay investigaciones que demuestran que el conocimiento acerca de sesgos cognitivos no previene necesariamente de caer en ellos. Es muy tentador difundir las noticias que te gustaría que fueran ciertas sin comprobarlas o creer que algo es de una manera porque te suena bien. Es parte de cómo funcionamos. La conducta normal de la gente es procesar la información de manera sesgada. A veces hablamos de los sesgos como si fueran aberraciones pero son la norma. Lo raro es pensar racionalmente. La divulgación tiene un papel, pero no creo que sea la panacea. Además de que corre el peligro de llegar a difundir ideas pseudocientíficas. En psicología sucede a manos de divulgadores muy famosos.

¿Podría poner un ejemplo de alguno de esos pasos en falso?

Malcolm Gladwell, en su volumen legendario, Outliers: the story of success, nos habla de la investigación de K. Anders Ericsson en práctica significativa o deliberada, que es un tipo de entrenamiento en el que el sujeto desarrolla gradualmente conductas de mayor dificultad. Por ejemplo, a la hora de tocar un instrumento. Mucha gente alcanza un nivel de competencia en el que se estanca. La práctica deliberada consistiría, en este caso, en programar de forma rigurosa una serie de sesiones en las que cada vez atacas piezas musicales más difíciles y al mismo tiempo recibes retroalimentación continua sobre cómo lo estás haciendo. Gladwell agita todo esto y lo reduce a la idea de que la experticia se alcanza tras 10.000 horas de dedicación y sencillamente no es cierto, ya que no valen por igual todos los tipos de práctica, además de que reduce a cero el impacto del talento y de las diferencias innatas. El problema de la divulgación es que, a veces, por el afán de divulgar se incurre en excesivas simplificaciones y lo que acabas diciendo ya no es exactamente lo que la investigación apunta. Asimismo, muchas veces la divulgación llega solo a la gente que ya está convencida, así que poco hacemos.

Pongamos una persona habituada a consumir pseudopsicología, amante de las constelaciones familiares. ¿Qué tan susceptible es a cambiar su forma de verlo gracias a la divulgación? Quizá su elección esté más movida por una cuestión de distinción social que otra cosa.

Puede haber muchos reforzadores por los que una persona elige esto, como el reconocimiento social del grupo al que perteneces; otro puede ser el deseo de tener certidumbre y abrazar explicaciones fáciles. El ejercicio de cuestionarse a sí mismo es muy difícil y nada agradable de hacer.

¿Te llegan a consulta muchos afectados por pseudopsicología?

No te sé decir con exactitud, pero sí es frecuente. Además es una de las primeras preguntas que hacemos: si el paciente ya ha acudido a terapia antes y de qué tipo. En el mejor de los casos, se trata de gente que ha perdido mucho tiempo y dinero y no ha solucionado sus problemas y, en el peor, son auténticas historias de terror plenamente denunciables por abusivas y antiéticas sobre las que no hay ningún control.

¿Por qué los psicólogos no hacen nada respecto a todo esto? ¿Qué sucede realmente como para que no se ataje este problema?

Por un lado se trata de comodidad. No hay incentivos para hacer una psicología científica y cuestionar tu propia práctica clínica es duro, trae consecuencias negativas y mucho trabajo. Además de que los psicólogos no estamos libres de caer en el sesgo de creer en lo que nos gusta. Por otro lado, hablas de «los psicólogos» como si fuésemos una profesión que está unida, vertebrada y esto no es así. En Estados Unidos, cada año, una gran cantidad de psicólogos pierden su licencia porque mantienen relaciones duales con sus pacientes. Esto se vigila y se sanciona, mientras que aquí no. Marino Pérez, uno de los grandes conductistas en España, en Contingencia y drama, menciona la falta de cohesión de la profesión. No es solo por la presencia de las pseudociencias, sino que con respecto a algunas cuestiones no hay definiciones comunes. ¿Qué es la inteligencia? ¿Qué es la personalidad?

Entre que la psicología es una ciencia joven, la pseudopsicología lleva mucho tiempo afianzándose y que la profesión está fracturada, es difícil asentar bases para una futura cohesión, incluso entre quienes hacéis una psicología basada en la evidencia.

La psicología tiene que hacer una limpieza de pseudociencia dentro de su seno. Los psicólogos tenemos que dejar de aceptar que otros psicólogos se definan como psicoanalistas o gestálticos y sostener claramente que eso no es psicología. Los colegios son juez y parte. Deberían tener mayor implicación y supervisión, como entidades públicas. Esto quizá tendría que pasar por reconocer plenamente a la psicología como profesión sanitaria. En este aspecto los colegios sí que han hecho muchísimo, así como para que entremos en atención primaria, donde tenemos investigaciones que demuestran fuertes descensos en la prescripción farmacológica cuando hay psicólogos en este sector. Una vez limpia la casa, debemos mantener una charla muy seria entre nosotros al respecto de la desvertebración en nuestro dominio.

¿Cree que ese cambio vendrá desde dentro o desde fuera?

Supongo que debe ser una mezcla de ambas. Necesitamos un mayor reconocimiento de la psicología por parte de los organismos públicos para obligar a una regulación también mayor. Ahora mismo, un psicólogo, con su titulación y sus acreditaciones pertinentes en regla, puede ejercer aunque esté haciendo constelaciones familiares, diciéndole a una paciente que su padre la violó porque su madre no le daba suficiente sexo.  O puede decirle a unos padres que su hijo es autista porque no le mostraron suficiente afecto de pequeño. Necesitamos también que la gente ahí fuera se dé cuenta de que esto es una barbaridad y demande psicología de verdad, cosa que está pasando. Cada vez hay un acercamiento mayor a la psicología científica, yo lo estoy notando. Y para que suceda, los psicólogos somos los primeros que tenemos que empezar a dar guerra, y no callarnos qué es y qué no es psicología.

 

Para saber más: La psicología científica y la pseudopsicología