Entrevista a Sandra Giménez Garrigues: «La comunicación con el paciente es una carrera de fondo»

La doctora Sandra Giménez se licenció en Medicina por la Universidad de Valencia para especializarse después en Oncología médica en el hospital de referencia de las Islas Baleares, Hospital universitario Son Espases. Completó su formación en el campo de la investigación y los ensayos clínicos en cáncer de pulmón en la universidad de Maryland en EEUU, en el Marlene & Stewart Greenebaum Comprehensive Cancer Center.
Actualmente trabaja como especialista médica en oncología en el Hospital Comarcal de Inca, desde donde nos recibe «virtualmente». Hoy hablamos con ella sobre cómo esta grave situación de crisis sanitaria causada por el Covid-19 está afectando a los pacientes en tratamiento oncológico.

P: ¿En qué medida se ha visto afectada la Unidad de Oncología del hospital por la pandemia? ¿Ha cambiado la política de visitas durante la crisis?
Sí, ha cambiado. Estamos intentando evitar que los pacientes se expongan a un posible contagio por coronavirus. La idea general es que se haga un balance entre los beneficios que puede aportar el tratamiento y los riesgos a los que se expondría cada paciente. La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y otras sociedades oncológicas, han emitido varias guías con recomendaciones a adoptar por parte de los profesionales sanitarios durante la pandemia.

P: ¿Siguen entonces adelante todos los tratamientos de manera normal?
Estamos manteniendo los tratamientos de quimioterapia en curso. Tal vez estemos siendo un poco más restrictivos al considerar las alteraciones analíticas que conlleva la quimioterapia. Estos tratamientos suelen afectar a leucocitos, hemoglobina y plaquetas. En una situación normal, se puede continuar con las sesiones de quimoterapia a pesar de que los niveles de éstos componentes del sistema inmune no se hayan reestablecido del todo. Sin embargo, en una situación como la que estamos viviendo, optamos por alargar el tiempo entre sesiones para lograr una mayor recuperación de las defensas.En cuanto al seguimiento de los pacientes curados, se está haciendo por teléfono. Revisamos las pruebas y se avisa al paciente de que se le va a llamar. En los casos en los que el cáncer reaparece o necesitamos informar al paciente de que algo no va bien, sí que se les pide que vengan personalmente a la consulta.

P: ¿Son los enfermos de cáncer un grupo especialmente vulnerable? ¿Dentro de estos pacientes hay algún grupo con más riesgo de sufrir complicaciones por Covid-19?
Por definición, el paciente oncológico es un paciente de riesgo. Tener un cáncer activo implica una condición de inmunosupresión que aumenta el riesgo de sufrir complicaciones. Si a esto le sumamos que los fármacos quimioterápicos pueden disminuir las defensas naturales del cuerpo, el riesgo aumenta. En cuanto a si existe algún paciente con mayor riesgo, muchos enfermos de cáncer de pulmón padecen también de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, o EPOC, que es considerada otro factor de riesgo. Pero en general, cualquier paciente con cáncer, del tipo que sea, es considerado como paciente de alto riesgo.

P: En las últimas semanas hemos sido testigos, y en ocasiones víctimas, de bulos relacionados con la pandemia por coronavirus. En los últimos años, muchos profesionales de la salud han advertido del creciente número de pacientes que llegan a la consulta «sobreinformados» ¿A qué es debida esta reacción?
En el caso de los pacientes que llegan a nuestra consulta, no existe una sola razón. Se mezclan muchas cosas. Ante la noticia de que se padece cáncer, las emociones son muy diversas: el impacto inicial, el miedo, el desconcierto y, finalmente, la aceptación. Es totalmente comprensible que ante tal abanico de sentimientos, el paciente acuda a otras fuentes de información en busca de respuestas, de explicaciones, de soluciones a algo que no siempre las tiene. El problema aparece cuando los pacientes no distinguen si una información es fiable o cuando incluso llegan a malinterpretar información que sí lo es.

P: ¿Puede esta mala interpretación poner en peligro la confianza en los profesionales sanitarios?
Son varios los motivos que causan desconfianza. Algunos pacientes la traen puesta de casa. Debemos tener en cuenta que no solo la información que puedan encontrar en internet u otros medios, sino también las convicciones personales de cada paciente, sus propias experiencias o las de sus seres queridos, influyen en que puedan llegar a sentir una cierta desconfianza. Un caso extremo es el de las terapias alternativas: hemos llegado a tener pacientes que deciden abandonar su tratamiento por este tipo de terapias y, cuando más tarde vuelven a la consulta, poco queda por hacer.

P: No debe ser fácil lidiar con este escenario…
No lo es, pero afortunadamente no es un escenario frecuente. Además, en el tiempo que llevo trabajando como especialista en Oncología, he observado que también ocurre lo contrario. Me refiero, a pacientes que empiezan mostrando una cierta desconfianza pero ésta disminuye con el tiempo. Supone un gran esfuerzo, pero es parte de nuestro trabajo. La comunicación con el paciente es una carrera de fondo. Sobre todo, con enfermos de cáncer metastásico, debemos gestionar la información, ajustar sus expectativas y ayudar a que el paciente también la gestione y la comprenda. No podemos olvidarnos de que el cáncer sigue siendo un tema tabú y de que suele tratarse de pacientes muy vulnerables.

P: ¿Se «recetan» páginas web con información fiable?
Sí, es muy importante. De hecho, ya se hace. Depende del perfil de paciente, de su edad, nivel educativo, acceso a la información… Pero muchos pacientes te piden artículos o que les recomiendes páginas web donde buscar información. La SEOM, por ejemplo, ofrece información al paciente muy recomendable para que entienda todo el proceso.

P: Aunque imagino que los tratamientos están muy estandarizados, siguen existiendo diferencias en el porcentaje de supervivencia entre España y otros países como Japón o Estados Unidos. Después de tu estancia en Estados Unidos, ¿qué diferencias encontraste entre ambos sistemas de salud?
Encontré una diferencia que me chocó mucho. Allí la medicina personalizada es una realidad, encuentran un tumor y secuencian su ADN, conocen todas sus características genéticas y eso es determinante para poder encontrar el mejor tratamiento. Tienen la posibilidad de encontrar mutaciones que permiten individualizar los tratamientos, utilizando terapias dirigidas. En España no se ha llegado todavía a ese nivel. Se hace, sí, pero solo en pacientes con características muy específicas o que son candidatos a ensayos clínicos. Este sistema de medicina «a la carta» sería muy caro para un sistema de salud universal como el nuestro. Son sistemas que nada tienen que ver el uno con el otro, compararlos no es posible…

«El cáncer sigue siendo un tema tabú»

P: Según la OMS, se estima que un 30-50% de los cánceres se puede prevenir. ¿Cree que estamos cerca de detectar el cáncer antes de que aparezca?
Seguramente será posible en un futuro, pero en la actualidad solo estamos cerca en el caso de los cánceres hereditarios. Se pueden detectar mutaciones en determinados genes de susceptibilidad. Por ejemplo, alteraciones en el gen BRCA aumentarían el riesgo de padecer cáncer de mama, entre otros y, cambios en los genes asociados al síndrome de Lynch,
aumentarían la probabilidad de sufrir cáncer de colon. Una detección precoz de estas mutaciones y la adopción de medidas de prevención, sin
duda aumentan muchísimo la tasa de curación.

Por otro lado, se encuentran las mutaciones causadas por infecciones víricas. Como ejemplos tenemos el virus del Papiloma Humano en el caso del cáncer de cérvix o el de amígdala, y el virus de la Hepatitis C y el cáncer de hígado. Estos virus pueden modificar el ADN de nuestras células dando lugar a un cáncer. El papel de las vacunas aquí es esencial. De hecho, el desarrollo de la vacuna contra el virus del Papiloma Humano ha sido un gran logro porque se consigue eliminar una de las causas responsables de la aparición de esta enfermedad.

La Dra. Giménez en el Hospital Comarcal de Inca

P: Y en relación a los tratamientos, ¿ofrecen todos los fármacos disponibles actualmente las mismas ventajas?
Es vital que el paciente sepa el tipo de terapia que está recibiendo. No es lo mismo una quimioterapia orientada a curar, que una quimioterapia adyuvante, cuyo objetivo es la prevención de que el cáncer en un paciente ya curado reaparezca. También existen, de otro lado, los cánceres metastásicos que requieren de tratamientos paliativos. En función del escenario en el que se halle el paciente, el tipo de cáncer y el estadío en el que se encuentre, la finalidad del tratamiento es distinta. Incluso, a veces, se trata de los mismos fármacos quimioterápicos utilizados en escenarios diferentes.

P: ¿La inmunoterapia o las terapias dirigidas desbancarán a los tratamientos convencionales?
Sí, ya lo están haciendo. Por ejemplo: la inmunoterapia, que se basa en quitar la capa de invisibilidad que utilizan algunos tumores para ocultarse de nuestro sistema inmune, ha causado una auténtica revolución en casos de melanoma en los últimos años. Hoy en día un melanoma metastásico que, hasta hace relativamente poco, tenía un pronóstico muy desfavorable, puede incluso llegar a curarse. Las tasas de curación aún son muy bajas, pero esto antes era impensable. Además, la esperanza de vida con la inmunoterapia también es mayor. Puedes tener la enfermedad controlada
durante mucho más tiempo que antes de la llegada de este tratamiento.

«La inmunoterapia, {…}, ha causado una auténtica revolución en casos de melanoma en los últimos años. {…} Las tasas de curación aún son muy bajas pero eso antes era impensable»

P: Y en el caso de las terapias dirigidas, ¿cuál es la ventaja? El mayor beneficio es que presentan menos efectos secundarios. Estos tratamientos son muy interesantes porque utilizan fármacos que reconocen específicamente componentes celulares (proteínas, por ejemplo) que se encuentran presentes en las células cancerígenas de una manera alterada. En ciertos tipos de cáncer de pulmón, se están utilizando con resultados muy buenos. Los avances de los últimos años han sido numerosos y valiosísimos, en todas las fases del cáncer, y esto nos hace pensar que estamos en el camino correcto para conseguir avances todavía más revolucionarios que seguro nos están esperando.

Proteger las plantas, proteger la vida

A finales de 2018, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró que 2020 sería el Año Internacional de la Sanidad Vegetal en un esfuerzo por poner en valor una disciplina que se encarga de cuidar aquello que posibilita nuestra propia existencia, motivo por el que celebramos el nombramiento bajo el lema ‘Proteger las plantas, proteger la vida’.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las plantas producen el 98% del oxígeno que respiramos y constituyen el 80% de los alimentos que comemos, además debemos tener en cuenta que los animales que consumimos son herbívoros y por lo tanto las plantas también son la base de su dieta. Por ello Ana María Ortega Gea, profesora del Área de Producción Vegetal de la Escuela Politécnica Superior de Orihuela (EPSO) de la Universidad Miguel Hernández (UMH), tiene claro que el ser humano puede vivir porque hay plantas: “Si desaparecieran las plantas, desapareceríamos nosotros también”. 

En esta línea, Pedro Luis Guirao Moya, profesor del mismo Área, subraya: “Las plantas son el productor primario más importante en tierra firme, tienen la capacidad de transformar la luz del sol, las sales del suelo y el CO2 del aire en materia orgánica”. Ambos expertos coinciden en que la vida vegetal juega un papel fundamental no solo en la producción de oxígeno, sino también en la formación y conservación de los suelos, que evolucionan gracias a la actividad biológica, y del resto de la vida. 

Los profesores Ana María Ortega y Pedro Guirao en los jardines de la EPSO.
Ana María Ortega Gea y Pedro Luis Guirao Moya, profesores del Área de Producción Vegetal de la Escuela Politécnica Superior de Orihuela (EPSO)

La sanidad vegetal vela por la salud de cultivos, plantas ornamentales y especies forestales. Para ello se centra en combatir plagas, enfermedades y malas hierbas. Las plagas son amenazas externas causadas generalmente por insectos, ácaros y otros artrópodos, pájaros, conejos, roedores, etc. Atacan comiendo los vegetales, poniendo huevos y manchando tanto las cosechas como las plantas ornamentales. Por el contrario, las enfermedades afectan a la vida vegetal de forma interna y, al igual que ocurre con los humanos, están causadas por virus, bacterias, hongos y otros microorganismos. A veces, ambas están íntimamente ligadas ya que existen enfermedades que son inoculadas por plagas, como es el caso de la Xylella fastidiosa, una enfermedad detectada recientemente en España que se transmite por algunas especies de insectos voladores y que supone una grave amenaza para el entorno mediterráneo. Por otro lado, las malas hierbas suponen un peligro para las plantas cultivadas porque compiten con ellas por recursos como la luz del sol, los nutrientes del suelo o el propio espacio.

Ortega pone el punto de mira en la necesidad de concienciación y señala que cuando enferman las plantas se produce un impacto en el medio ambiente y en el desarrollo económico y destaca que los ciudadanos no siempre son conscientes de ello. En este sentido, Guirao considera que, en parte, se debe a que las plantas se van degradando de forma silenciosa: “Cuando se quema un bosque se ve, pero cuando el bosque va poco a poco enfermando muchas veces es un proceso más lento, menos perceptible”. 

El frenético ritmo de vida que caracteriza a la sociedad actual también afecta a la salud de las plantas. El aumento del turismo y el comercio internacional tienen un fuerte impacto en la vegetación autóctona porque facilitan que las plagas y las enfermedades se propaguen a gran velocidad. Por ese motivo existen normativas internacionales que prohíben introducir plantas de forma particular en las fronteras y aduanas, que exigen que las empresas envíen sus materiales vegetales acompañados de un pasaporte fitosanitario, y que establecen periodos de cuarentena, pero ambos investigadores consideran que la inspección fitosanitaria en las fronteras “tiene que ser más intensa, más exigente”. 

Por ello los expertos llaman a la colaboración ciudadana y advierten de lo peligroso que puede ser para la vegetación local que se traigan plantas o semillas de los viajes al extranjero. El profesor de la UMH señala que esa colaboración también implica ser consumidores más conscientes: “Tenemos que cambiar de hábitos, consumir frutas y verduras de temporada y a ser posible de mercados locales, además de por supuesto comprar y consumir lo necesario, porque se está desperdiciando mucha comida”. 

Es difícil predecir cómo afectará el cambio climático a la salud vegetal, pero los expertos aseguran que se producirán cambios porque el incremento de las temperaturas podría favorecer la introducción y expansión de plagas que hasta el momento solo se encuentran en áreas tropicales o subtropicales; pero también señalan que podría darse la situación contraria y que los veranos más calurosos no favorezcan a aquellas plagas que necesitan temperaturas más suaves para vivir.

Inspección, legislación, sanción, educación y formación

Uno de los pilares básicos de la sanidad vegetal es la Gestión Integrada de Plagas y enfermedades, que se compone de varias acciones: seguimiento de los cultivos, inspecciones buscando plagas o enfermedades, colocación de trampas para detectar amenazas como las láminas cromáticas adhesivas que se ubican entre los cultivos, aplicación de métodos preventivos como las variedades resistentes, las feromonas o las mallas en los invernaderos. Por último, si es necesario, la aplicación de medidas curativas cuando las plagas alcanzan un umbral crítico establecido gracias a investigaciones previas.

Los sistemas de supervisión y alerta temprana pueden ser determinantes para el éxito de la gestión de las plagas y enfermedades. Las comunidades autónomas disponen de Servicios de Sanidad Vegetal que se encargan de inspeccionar los campos de cultivo, pero lo cierto es que se lleva a cabo mediante trabajo en equipo con los agricultores, que en muchas ocasiones son los primeros que detectan la posible amenaza y dan la voz de alarma. 

Los expertos señalan que además existe un amplio abanico legislativo que marca las pautas del control integrado y del uso sostenible de los productos fitosanitarios pero coinciden en que el principal reto al que se enfrentan es que se cumplan las normativas existentes. Afirman que debería haber un mayor control para asegurar que así sea y apuestan por la inspección, legislación, sanción y, de forma paralela, educación para enseñar a la sociedad desde la infancia la importancia que tiene la sanidad vegetal, y una formación más exhaustiva y continuada para los agricultores y técnicos agrícolas. En este sentido, la profesora Ortega pone de manifiesto que la prevención no sólo es rentable sino indispensable: “A pesar de que en medicina actualmente existen algunos viricidas, en agricultura no disponemos de antibióticos para controlar las enfermedades bacterianas, ni de productos viricidas para controlar los virus. Debemos ir directamente a prevenir la transmisión porque si sufren esas enfermedades no podrán curarse”.

La prevención cobra especial importancia ante situaciones tan críticas como la que se está viviendo actualmente en el Cuerno de África, que se encuentra asolado por nubes de millones de langostas del desierto que devoran los alimentos y acaban con la vegetación. En este caso, los profesores coinciden en que el control de estas plagas se debe basar fundamentalmente en la predicción y remarcan que se ha de investigar para conocer cuáles son las condiciones ambientales que favorecen su aparición periódica y buscar, además, métodos de control preventivos que se apliquen de forma más intensa cuando se prevean esas condiciones favorables: “Todas estas respuestas, como siempre, se deben buscar investigando”.

20 plagas prioritarias para la Unión Europea

¿Métodos ecológicos para cuidar las plantas?

La FAO fomenta el uso de métodos ecológicos para luchar contra las plagas, los más frecuentes son el control biológico mediante la conservación y la introducción de fauna útil, que consiste en utilizar organismos para prevenir o reducir el ataque de las plagas para evitar daños mayores, o el uso de variedades resistentes. Pero estos investigadores del Área de Producción Vegetal subrayan que también es posible utilizar fitosanitarios en la agricultura ecológica si tienen su origen en la naturaleza, se componen de extractos de plantas o de sustancias de origen mineral, como es el caso del azufre y las sales de cobre. La profesora Ana María Ortega explica que los productos fitosanitarios también pueden tener efectos secundarios sobre la fauna útil porque estos insectos, que son beneficiosos para las plantas, desafortunadamente son similares a aquellos que causan las plagas, y se ven afectados por estos productos. Por ello cada vez se va avanzando más en el conocimiento de los fitosanitarios y el cuidado de los insectos beneficiosos ha cobrado un rol fundamental en la creación de estas herramientas.

Ambos investigadores afirman que los medios ecológicos pueden ser igual de efectivos que los medios convencionales y que los agricultores se decantan por unos u otros en función del producto que deseen obtener. Para poder vender frutas y hortalizas bajo la etiqueta ‘agricultura ecológica’ deben haberse cultivado utilizando exclusivamente métodos que responden a este sistema agrario regulado por la Unión Europea, que mantiene la diversidad y reduce los residuos. La profesora de la UMH hace hincapié en que esta decisión depende mucho de la demanda de los consumidores. 

Sin duda todas estas cuestiones estarán muy presentes en la Comisión de Medidas Fitosanitarias, prevista para realizarse del 29 de junio al 3 de julio en Roma, y en la Conferencia Internacional sobre Sanidad Vegetal que se celebrará en Helsinki del 5 al 8 de octubre. A lo largo del año tendrán lugar, además, diversas actividades en varios puntos del mundo para conmemorar el nombramiento.

La crisis del campo, un problema estructural

Protestas, tractoradas y cultivos derramados para mostrar indignación. En los últimos meses los medios de comunicación se han llenado de imágenes de agricultores tomando las calles para hacerse oír. Llegados a este punto cabe preguntarse ¿está en crisis el campo? La profesora Laura Martínez-Carrasco Martínez, directora del Grupo de Investigación Economía, Política y Desarrollo Agroambiental y del Medio Rural de la Universidad Miguel Hernández (UMH), analiza la complicada situación de los agricultores en un país en el que la producción agraria supone el 2,7% del PIB.

La agricultura es esencial para la vida, el 80% de los alimentos que se consumen a nivel mundial provienen de plantas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Además en España tiene un gran impacto económico, pues, según datos del último censo, a lo largo de todo el territorio nacional existen 945.000 explotaciones. A pesar de que las cifras indican que se trata de una actividad rentable y que genera empleo, es muy frecuente que los agricultores denuncien su precaria situación y su necesidad de ayudas como las que provienen de la  Política Agraria Común (PAC). 

La profesora de la UMH señala que no se trata de un problema nuevo ni exclusivo de España: “Si tiramos de hemeroteca veremos que cada cierto número de años se producen estas protestas, no es algo coyuntural, es algo estructural”. Últimamente, se ha apuntado al aumento de los costes en materia de sostenibilidad o a la reciente subida del Salario Mínimo Interprofesional como posibles causantes; sin embargo la experta hace hincapié en que los detonantes pueden ser diferentes, pero estas crisis se han ido produciendo a lo largo de los años y opina que pueden seguir ocurriendo en el futuro. Ejemplo de ello es que en el año 2013 se promulgó la Ley de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria, en respuesta a diversas demandas que estaban teniendo lugar en el sector.

Para comprender mejor la situación del campo español es necesario contemplar que el sector agrícola está atomizado y diseminado, es decir, existen pocas explotaciones de gran tamaño y muchas de pequeño, por lo que necesitan recurrir a las cooperativas para concentrar producciones e incrementar su poder de negociación en la cadena alimentaria. Esta situación da lugar a dos escenarios muy diferentes, especialmente en lo que a mercados exteriores se refiere. España es el cuarto país exportador de la Unión Europea y, en este sentido, Martínez-Carrasco destaca que el pasado 2018 el sector alimentario no transformado, que comercializa con la materia prima sin que esta pase por la industria, alcanzó unas exportaciones por valor de 15.300 millones de euros. Concretamente, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación especifica que los principales cultivos que se exportan son tomates, pimientos, pepinos, cítricos, melocotones y nectarinas, además de aceite de oliva, que supone el 45% de la producción mundial. Estos datos reflejan el éxito del sector, pero la profesora Martínez-Carrasco subraya que la exportación en muchas ocasiones solo está al alcance de los grandes.

La experta pone de manifiesto que existe un problema de desvinculación de los consumidores con el medio rural: “Cuando vamos al supermercado y vemos un tomate raramente pensamos en el agricultor” y considera que la agricultura es un sector desprestigiado en España, ya que tiene que luchar con una serie de connotaciones negativas. “Quizás esta crisis que estamos viviendo ahora a causa del COVID-19 sirva para que empecemos a valorar realmente a los integrantes de la cadena alimentaria, porque detrás del personal de los supermercados y los transportistas que vemos, están los agricultores y los ganaderos y muchos otros trabajadores del sector primario”.

En esta línea, Martínez-Carrasco destaca que tanto agricultores como ganaderos cumplen una importante función que va más allá de la producción de alimentos porque son un pilar fundamental en el desarrollo rural, ya que combaten el desdoblamiento y mantienen vivas las tradiciones. La profesora destaca que las subvenciones de la PAC permiten que muchos agricultores se encarguen de zonas que desaparecerían de no ser por estas ayudas y añade que la cuestión del relevo generacional también supone un problema: “El campo está envejecido, no hay jóvenes que quieran encargarse de la agricultura y la ganadería porque es un trabajo que exige muchos sacrificios”.

¿Cómo se forman los precios de frutas y verduras? 

La formación de precios es un proceso complejo cuyo punto de partida es una interacción entre la oferta y la demanda. Los agricultores representan la oferta, y la demanda corresponde a la industria, si el objetivo del producto es transformarlo, o a los distribuidores, si su fin es la venta en fresco. La investigadora explica que generalmente las explotaciones de mayor tamaño tienen contratos directos con grandes distribuidores y en ese caso el precio en origen se fija mediante una negociación más equilibrada, mientras que los agricultores de pequeñas explotaciones tienen que acudir a las lonjas y mercas para subastar sus productos, también es frecuente que recurran a las cooperativas para conseguir una mayor capacidad de negociación.

Por otro lado, se debe tener en cuenta que las frutas y verduras que llegan a los  supermercados han pasado por una serie de procesos de manipulación que no se aprecian a simple vista, pero que también influyen en el precio de destino: el producto cosechado se transporta a través de una logística de distribución a las centrales hortofrutícolas, donde se limpia, acondiciona y en ocasiones, se le añaden tratamientos para alargar su vida útil y un envasado como una red o una cesta. También influyen en el precio los estrictos controles sanitarios que deben pasar por ley este tipo de productos para garantizar que cumplen las normas de seguridad alimentaria.

Los clientes juegan un importante papel en esta cadena de precios: “Intervenimos con nuestra demanda, la configuramos en base a unas exigencias y al precio que estamos dispuestos a pagar”, explica la profesora, y detalla que en el sector se encuentran diferentes segmentos de consumidores, por ejemplo algunos interesados en comprar el producto al menor precio y otros, en obtener el producto de mayor calidad. Por ello cada cadena de supermercados se especializa y diferencia de sus competidores en función de las demandas de su clientela.

El Grupo de Investigación Economía, Política y Desarrollo Agroambiental y del Medio Rural de la UMH considera que el comercio local y los llamados productos ‘Km0’ se presentan como una oportunidad muy interesante no solo para el medio ambiente, sino también para los pequeños agricultores que no pueden competir con los grandes. En este sentido, Martínez-Carrasco reivindica que existen herramientas por explotar para poner en valor los productos: “Agricultores y ganaderos deben competir de acuerdo a la calidad de las producciones resaltando como características diferenciadoras el origen y la calidad a través de las Denominaciones de Origen y las Indicaciones Geográficas Protegidas”.

Entrevista a Amparo Vilches: «La alfabetización científica es un derecho»

Catedrática de Didáctica de Ciencias Experimentales y Sociales de la Universitat de València.

Amparo Vilches es licenciada en Química y doctora en Educación. Su trayectoria le otorga una amplia perspectiva del ámbito educativo desde una doble dimensión como catedrática de la especialidad de Física y Química en Enseñanza Secundaria, tarea que confiesa echar de menos. Nos recibe en su despacho con inquietud por resolver nuestros interrogantes y acaba el encuentro poniendo a prueba nuestra cultura científica. Conversamos con ella sobre sostenibilidad en el marco de la puesta en marcha de la agenda 2030 y los principales retos de la comunicación científica.

¿Qué es la “Ciencia de la Sostenibilidad”?

Esta disciplina apareció a principios de los 2000 fruto de las dificultades socioambientales, no se trata de problemas aislados sino de problemas que están relacionados y se potencian unos a otros. La ciencia de la sostenibilidad puede resumirse en cuatro características fundamentales. En primer lugar, es interdisciplinar, surgió como un nuevo campo de estudio para unificar las problemáticas con las diferentes áreas de conocimiento, pretendía una ruptura de la barrera entre ciencias y humanidades. En segundo lugar, es transdisciplinar, busca incorporar la opinión de las personas que no están en el mundo académico porque son las que tienen que llevar adelante las propuestas para avanzar hacia una sociedad más sostenible. Las dos características restantes requieren una visión holística, espacial y temporal; por un lado, necesitamos una perspectiva glocal, término para referirnos a ambos niveles, local y global, y por otro lado, no podemos contemplar únicamente lo que está pasando hoy, debemos hacerlo a medio y largo plazo. Después de casi veinte años no se ha impuesto, de hecho, hemos llevado a cabo una investigación preguntando a quienes trabajan en el campo de la sostenibilidad, en la Universitat Politècnica de València (UPV), en la Universitat de València (UV) y en la Universitat d’Alacant (UA), y casi nadie había oído hablar de la ciencia de la sostenibilidad.

¿Existe formación en sostenibilidad?

La educación para la sostenibilidad nació en los años noventa y ha ido impregnando a las propias universidades. La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) organizó en el año 2005 un encuentro en el que se debatió sobre la necesidad de la presencia de la sostenibilidad en los currículos del plan Bolonia. Hemos hecho un estudio de las guías docentes de las diferentes materias y los temas de sostenibilidad está incluidos entre las competencias profesionales de los futuros maestros y profesores, pero eso no quiere decir que se lleve a cabo. La transversalidad, poco a poco, se va imponiendo a través de las personas implicadas que actuamos como una mancha de aceite. Se están dando algunos pequeños pasos, pero insuficientes para la gravedad del problema, incrementa la atención a esta problemática pero la velocidad a la que aumenta es mucho mayor, por tanto, necesitamos más acciones.

«La Ciencia de la Sostenibilidad es interdisciplinar, transdisciplinar y requiere una visión holística espacial y temporal»

Según datos de la UNESCO, solo alrededor del 30% de las estudiantes escogen estudios STEM. ¿Cómo se está promoviendo la incorporación de niñas y mujeres en ciencia?

Los temas de ciencia y género se han tratado en diversas ocasiones y algunos estudios apuntan a una decisión asociada a una gran presión social. Considero que es un tema muy relacionado con la educación y esta empieza en la infancia, desde la enseñanza se está intentando promover a través de la divulgación. En la Facultad de Magisterio, en la que estamos trabajando los Objetivos de Desarrollo Sostenible, se persevera para que no exista esa discriminación desde niños en los planes de estudio. No obstante, la presión social y familiar aún sigue siendo muy fuerte, no han cambiado mucho las cosas. Tenemos tantos ejemplos de mujeres impresionantes referentes en diferentes campos de investigación y la gente las desconoce, es cierto que en algunos casos han tenido que poner el apellido del marido, pero todos tenemos que seguir luchando para impedirlo. Los estereotipos están muy arraigados, yo misma soy mujer y científica pero me he dedicado a la educación que es un ámbito feminizado.

Amparo Vilches en su despacho. Lucía Coll Peinado

¿Por qué la educación y las ciencias son fundamentales en el desarrollo del pensamiento crítico?

El pensamiento crítico está muy relacionado con la enseñanza de las ciencias porque la cultura científica conlleva determinadas características. Los científicos se hacen preguntas y plantean hipótesis que se ponen a prueba, todo ese carácter tentativo no se muestra, la ciencia se enseña como algo acabado. Se aboga por la necesidad de contar con evidencias científicas pero yo no soy partidaria de la palabra evidencia. «Más evidente que la Tierra está en reposo…», como señalaban algunas teorías…  Yo necesito pruebas, no evidencias porque nuestros sentidos nos engañan. Tenemos que formar ciudadanos críticos.

¿Hay que acercar la ciencia a la población?

Los movimientos “ciencia para todos” o “alfabetización científica de la ciudadanía” se originaron a finales de los años ochenta. La ciencia forma parte de la cultura científica que cualquier ciudadano debe adquirir. Sin embargo, parece que hoy se puede alardear de confundir un gen con un cromosoma pero si no sabes quién es Mozart eres un inculto. Es un tema complejo porque tenemos el enemigo en casa, los docentes universitarios de ciencias piensan que la ciencia no está al alcance de todos y debe ser para una ciudadanía preparada, pero todos los ciudadanos deben tener unos conocimientos mínimos. Einstein decía que la ciencia no piensa en fórmulas, que en la cabeza tenemos ideas y debemos ser capaces de explicarlas con palabras sencillas. Tenemos que hacer la ciencia asequible a la ciudadanía y evitar apoyarnos en fórmulas. Creo que necesitamos hacer una ciencia de la ciudadanía, una ciencia que forme parte de la cultura para que también cambie el papel de las mujeres, somos más del 50% de la población mundial y tenemos que formar parte de esa ciencia, la ciencia que se aprende y la ciencia que se enseña.

Usted afirma que «la participación ciudadana en la toma de decisiones es una garantía de aplicación del Principio de Precaución». ¿Qué responsabilidad ostentamos como ciudadanos?

El Principio de Precaución dice que no podemos comercializar ni poner en funcionamiento ningún nuevo desarrollo científico o tecnológico que no estemos seguros de que no es perjudicial para la especie humana, para los seres vivos y para el planeta. El Principio de Precaución es esencial, está firmado por todos los países, pero se ponen en marcha productos que no se han testado. Los científicos debemos transmitir a la ciudadanía la necesidad de ser capaces de participar en la toma de decisiones, la población es quien vigila ese Principio de Precaución y por eso tenemos que alfabetizar a la ciudadanía.

Por tanto, volvemos a la idea de la visión de la ciencia de la sostenibilidad y la transdisciplinariedad, para que todas las personas con conocimientos, aún sin ser profundos, puedan opinar. En muchos países se ha cerrado la puerta a que la ciudadanía opine sobre cambio climático alegando complejidad en los conceptos y es la ciudadanía la que ha conseguido que se prohíban las sustancias contaminantes que han producido el adelgazamiento de la capa de ozono. Esto demuestra que necesitamos que la ciudadanía esté alfabetizada científicamente.

«Los científicos debemos transmitir a la ciudadanía la necesidad de ser capaces de participar en la toma de decisiones»

Según el último informe PISA, España ha sufrido un descenso en la evaluación de las ciencias, consiguiendo sus peores datos y situándose por debajo de la media de la OCDE. ¿Cómo se interpretan estos resultados?

El informe PISA es una prueba de evaluación y las cuestiones están relacionadas con la toma de decisiones de aspectos vinculados a la vida cotidiana que tienen que ver con la ciencia y la tecnología, lo que se pregunta en las pruebas no lo enseñamos en el aula de ciencias, enseñamos una ciencia descontextualizada, alejada de la vida del estudiante. PISA, utilizado como instrumento, es interesante y los resultados del informe deberían servir a los docentes de ciencias para decir: «No estoy preparando a mis estudiantes». La prensa azuza: “¡Qué mal estamos!” Pero si extrapolamos los datos de los resultados a una escala sobre diez, estamos sobre 7.5, las diferencias no son tan significativas. Donde sí hay diferencia entre países es en el presupuesto de educación y eso es cuantificable.

La investigadora muestra algunos recursos de ludificación. Lucía Coll

En relación a los resultados de la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia en España de 2018 de la FECYT. ¿Hay analfabetismo científico?

Sí. La forma de enseñar en la educación reglada, así como la ciencia informal explicada a través de los medios de comunicación no están ayudando a la alfabetización científica. Hay analfabetismo y además a la gente no le importa, los objetos se hacen para que podamos usarlos sin tener conocimiento de cómo funcionan y cuanto más fácil sea mejor.

¿Qué supone ese analfabetismo en un mundo tecnificado?

Pensamos que no necesitamos la alfabetización directamente, pero es un error. Necesitamos educar en el mundo tecnificado que nos rodea para perder el miedo a ese conocimiento científico, para poder intervenir y tomar decisiones, para despertar el espíritu crítico y añadiría una cuarta razón, el placer de saber. La alfabetización científica es un derecho, hay países donde la educación científica está prohibida, no solo a las mujeres, también a los hombres.

«El gran reto de la comunicación científica es saber qué ciencia queremos transmitir»

¿Cuál considera que es actualmente el principal reto en la comunicación y la divulgación de la cultura científica?

El gran reto de la comunicación científica es saber qué ciencia queremos transmitir. La formación en el periodismo científico es importante, ya que son los intermediarios entre la ciencia y la ciudadanía, tienen la capacidad de trasladar cómo trabaja la ciencia y sus efectos, no solo el conocimiento científico. En esta última Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP25, pareció apreciarse un salto en la información de los medios de comunicación en torno a la necesidad de educar a la ciudadanía en todos los ámbitos y creo que es fundamental que además esa educación tenga en cuenta las nuevas tecnologías. Podemos verlo con el tema del coronavirus, la diferencia entre escuchar a un responsable de sanidad facilitando información a todo aquello que llega a través de redes sociales.

Debemos comunicar una ciencia impregnada por las implicaciones entre ciencia, tecnología, sociedad y ambiente. La ciencia ha cambiado nuestra forma de ver el mundo y los ciudadanos tenemos que ser conscientes del papel enorme que podemos jugar en los cambios que tienen lugar en la sociedad.

La neurobiología sueña con generar neuronas

Los neurocientíficos plantean la posibilidad de convertir las células más abundantes del sistema nervioso en neuronas gracias a los avances en medicina regenerativa.

El descubrimiento de las células madre plutipotentes inducidas, capaces de formar cualquier tipo de célula, ha supuesto una revolución. Los investigadores pueden convertir una célula epitelial en una neurona mediante reprogramación celular. Estos avances se expusieron el pasado mes de marzo en la conferencia “¿Es posible reparar el cerebro humano?” a cargo de Isabel Fariñas, catedrática en el Departamento de Biología Celular, Biología Funcional y Antropología Física de la Universitat de València.

Cartel de la conferencia “¿Es posible reparar el cerebro humano?
© ciudadartesyciencias. (05 de marzo de 2020). Conferencia «¿Es posible reparar el cerebro humano?«. [Archivo de vídeo]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=31oG1eCQNh4

Isabel Fariñas ilustró la complejidad del cerebro humano mediante una comparativa: el número de estrellas en la Vía Láctea y el número de neuronas contenidas en un órgano de tamaño limitado, ambas son del mismo orden de magnitud. El cerebro se revela como una inmensa red, ya que cada neurona establece 10.000 contactos, aunque, a su juicio: «Los neurocientíficos no comprendemos aún cómo funciona».

Presentación comparativa entre la Vía Láctea y el cerebro humano.
© ciudadartesyciencias. (05 de marzo de 2020). Conferencia «¿Es posible reparar el cerebro humano?». [Archivo de vídeo]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=31oG1eCQNh4

¿Qué sucede en el cerebro ante una enfermedad neurodegenerativa?

El cerebro concentra las células madre neurales en dos regiones diferenciadas y restringidas. En las enfermedades neurodegenerativas mueren muchas neuronas en distintas partes del cerebro. «En el Parkinson sabemos qué neuronas se mueren inicialmente, las neuronas dopaminérgicas», apuntó la catedrática. «La dopamina es una sustancia implicada en la regulación de los circuitos que determinan la coordinación de nuestros movimientos», aclaró al auditorio. Cuando un paciente muestra los primeros síntomas, el 80% de sus neuronas dopaminérgicas están muertas, por lo que la estrategia neuroprotectora resulta inútil y la estrategia farmacológica retrasa pero no detiene la enfermedad.

La investigadora describió cómo durante el desarrollo embrionario se observa una estructura formada por un total de doce células denominada masa celular interna (MCI) que dará lugar a todas las células del organismo. Las células de la MCI pueden producir cualquier tipo celular, es decir, son pluripotentes.

El científico japonés Shinya Yamanaka quiso averiguar qué las hacía pluripotenciales. Trabajó con cultivos de células epiteliales e introdujo una combinación de cuatro genes, actualmente llamado cóctel de Yamanaka, que convirtió a las células de la piel adultas en células similares a las embrionarias. Las denominó células madre pluripotentes inducidas, más conocidas como células iPS. ¿Qué significa todo esto? Se desmonta un dogma de la biología del desarrollo y el descubrimiento de Yamanaka permite que los científicos conviertan un tipo de célula en otro. Sus investigaciones le valieron el Nobel de Medicina en 2012.

Tal y como explica la experta, los neurobiólogos contemplan la posibilidad de una reprogramación directa de astrocito a neurona. Los astrocitos son las células mayoritarias en el cerebro, en una proporción 5:1 frente a las neuronas y no mueren en ninguna enfermedad neurodegenerativa que se conozca. «Se ha hecho en ratones mediante terapia génica», pero insiste Fariñas: «Es una vía futura».

Isabel Fariñas en un momento de la conferencia.
© ciudadartesyciencias. (05 de marzo de 2020). Conferencia «¿Es posible reparar el cerebro humano?». [Archivo de vídeo]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=31oG1eCQNh4

El cerebro adulto sigue produciendo neuronas

Según matizó la investigadora, «cuando un niño nace ya tiene el contingente de neuronas con el que va a vivir toda la vida». Esta fue durante décadas la idea predominante, se pensaba que «no había nuevas neuronas en cerebros post-natales», especificó Fariñas.  «Ahora sabemos que no es así», señaló. ¿Pero cómo se ha llegado hasta este hallazgo? La respuesta se encuentra en las aves.

Argentina, 1984. Se demuestra que es posible la adición de nuevas neuronas en un cerebro adulto. Los machos de las aves canoras cortejan a las hembras mediante el canto, se descubre que en determinadas áreas codificadas para dicha función «cada primavera bajo el efecto de la testosterona miles de neuronas morían y se generaban nuevas», ejemplificó Fariñas durante la ponencia. Y añadió que este proceso permitía al macho aprender una nueva canción distinta a la anterior: «Es como la canción del verano pero en pájaros», bromeó Fariñas.

Pero… ¿qué hay de los humanos?

El organismo está formado sobre todo por carbono, y nuestros átomos están en equilibrio con el carbono de la biosfera. El isótopo de carbono más abundante es el C12, pero existe un isótopo radiactivo en mucha menor proporción, el C14.

La historia reciente del siglo XX nos deja un aumento en los niveles, habitualmente bajos, de C14 en la atmósfera provocado por los múltiples ensayos de bombas nucleares en superficie que se realizaron durante la Guerra Fría, narró la experta.

Las células no distinguen entre C12 y C14 y los incorporan indistintamente en la construcción de estructuras como el ADN, siempre manteniendo el equilibrio con la biosfera. Un equipo de investigadores de Estocolmo dedujo que «si una neurona naciese en uno de estos años incorporaría en su ADN, antes del momento de nacer, la proporción del C14 que estaba ese año en la atmósfera», explicó Fariñas. Por lo tanto, se podía datar el nacimiento de una neurona, se demostró la neurogénesis adulta en humanos. «Todavía hay debate abierto», insistió Fariñas y aún existen interrogantes sin resolver en este campo.

Coloquio final. Lucía Coll Peinado

Los grandes logros y avances de la humanidad como especie son indicativos de una inteligencia extraordinaria y es la cooperación social de esas inteligencias la que permite dichos avances. «El cerebro sustenta nuestra parte emocional, no solo la parte de cognición e intelectualidad pragmática», recordó la conferenciante. Ante una enfermedad neurodegenerativa no solo se pierden neuronas y capacidades: «También perdemos nuestra propia identidad», apuntó Fariñas. «Todo lo que somos es nuestro cerebro», sentenció la catedrática.