INFANCIA ACTIVA, UNA CUESTIÓN (NO SOLO) DE PESO

MEDIDAS LOCALES FRENTE A LA INACTIVIDAD FÍSICA EN GUADALAJARA

La inactividad provocada por las restricciones para poner freno a la pandemia de COVID-19 ha vuelto a traer a un primer plano el problema de la obesidad infantil, alarmante en todo el mundo, también en España. Los gobiernos han mostrado su preocupación y los expertos vuelven a recordar que una juventud obesa es una futura generación adulta obesa y que el sedentarismo conlleva muchos otros problemas de salud asociados. Pero, ¿qué se está haciendo para prevenir y abordar el exceso de peso y la inactividad en las primeras etapas de la vida? Poner el foco en las ciudades, capaces de albergar las medidas que se recomiendan, puede ayudar a responder esta pregunta. Guadalajara es una ciudad de tamaño medio, a caballo entre Madrid y “la España despoblada”, que pertenece a una comunidad autónoma con una de las tasas más altas de obesidad y de inactividad física del país, según el último estudio ALADINO (2019). Dado que la salud de los más jóvenes depende en gran medida de las posibilidades que les ofrece su contexto, resulta interesante conocer cómo la ciudad trata de contrarrestar el posible “entorno obesogénico” a través de sus servicios públicos.

Durante el confinamiento domiciliario por la pandemia de COVID-19,  la población más joven dedicó a la AF en torno a una hora y media diaria menos de lo habitual y el tiempo frente a las pantallas aumentó entre 1,9 y 2,6 horas al día según un estudio español publicado en Pediatric Obesity. Las consecuencias de esta situación no tardaron en notarse y, en lo que respecta a la obesidad, la encuesta que la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) realizó tras el confinamiento reveló que el 44% de la población española había aumentado de peso. Esto, sumado al mayor riesgo que tienen los pacientes obesos de enfermar gravemente de COVID-19, ha traído la cuestión al centro de las discusiones. De hecho, algunas de las primeras medidas de “desescalada” tuvieron que ver con la AF de la población infantil (Orden SND/370/2020, de 25 de abril) y la práctica físico-deportiva para toda la ciudadanía (Orden SND/380/2020, de 30 de abril). Es más, antes de que acabase el año, se había aprobado una Proposición no de Ley para declarar la AF y el deporte actividades esenciales. Este carácter esencial de la AF se contempla también en el anteproyecto de la nueva Ley del Deporte, sometido a información pública en el momento en que se escribe este reportaje.

LA OBESIDAD INFANTIL EN CIFRAS

El exceso de peso en la infancia y la adolescencia ha aumentado en todo el mundo a lo largo de las últimas cuatro décadas desde unas prevalencias (proporción de personas que sufren el problema de salud respecto del total) globales de 0,7% y 0,9% en 1975, al 5,6% y 7,8% en 2016 en niñas y niños, respectivamente. El estudio de 2017 en el que The Lancet publicó estos datos también explica que en la última década esta tendencia se ha acelerado en países en vías de desarrollo, mientras que parece haber dejado de aumentar en los de mejor estatus socioeconómico. En el último estudio COSI (Children Obesity Surveillance Initiative) de la región europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado este año, España fue el segundo país después de Chipre en exceso de peso (sobrepeso y obesidad) y el sexto en obesidad infantil (6 a 9 años). El último estudio ALADINO (2019) de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), reveló unas prevalencias de sobrepeso y obesidad en la infancia del 23,3% y 17,3%, respectivamente. En cuanto a la población adolescente (11 a 18 años) española, el estudio Health Behaviour of School-aged Children (HBSC) publicó en 2018 que el 14,4% tiene sobrepeso y el 3,1% obesidad, un poco menor en chicas que en chicos. Por su parte, el estudio PREFIT de 2020 sobre menores de 5 años, publicó unos valores de 15,4% y 6%.

El Índice de Masa Corporal (IMC), relación entre el peso y el cuadrado de la estatura de una persona (kg/m²), es el indicador que se emplea para definir el estatus ponderal (infrapeso, normopeso, sobrepeso y obesidad). Hasta los 19 años es necesario, además, tener en cuenta la edad. De acuerdo con las definiciones de la OMS para niños y niñas de 5 a 19 años: Sobrepeso: entre 1 y 2 desviaciones estándar sobre la mediana de referencia para cada edad. Obesidad: más de 2 desviaciones estándar sobre la mediana de referencia para cada edad. Enlace a los datos de referencia: https://www.who.int/toolkits/growth-reference-data-for-5to19-years/indicators/bmi-for-age

CAUSAS Y CONSECUENCIAS

Las causas de esta otra pandemia son múltiples, pero, al margen de enfermedades hereditarias que conllevan exceso de peso, los estudios apuntan a que el empeoramiento de los hábitos alimentarios y el estilo de vida son los principales determinantes. Por un lado, según el estudio PASOS (2019), ni la mitad de los jóvenes sigue la dieta mediterránea, solo un 16% llega a las 4 raciones de fruta y verdura diarias y son más quienes consumen a diario bollería industrial, dulces y golosinas. Por otro lado, el exceso de calorías de esos productos no se llega a compensar con suficiente AF. Ésta, acompañada de una alimentación adecuada, cumple una importante función de prevención de diversas enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), así como la obesidad, que constituye por sí sola un factor de riesgo de ECNT como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, trastornos del aparato locomotor e incluso varios tipos de cáncer. Este problema supone un sobrecoste para los estados, concretamente unos 1.950 millones de euros en gasto médico directo en España en 2016 y, de mantenerse la tendencia creciente, para 2030 aumentará hasta los 3.000 millones anuales.

La AF diaria que la OMS recomienda para los niños y adolescentes de 5 a 17 años consiste en 1 hora de AF moderada o intensa, además de AF intensa y de fuerza al menos 3 días a la semana. Sin embargo, el estudio PASOS (2019) reveló que solo 2 de cada 5 cumplen con ellas y que el incumplimiento es mayor en la adolescencia que en la infancia y en el género femenino que el masculino. Los expertos en la materia reconocen desde hace tiempo en los pacientes pediátricos lo que se ha dado en llamar la ‘Tríada de Inactividad Pediátrica‘: déficit de AF, dinapenia pediátrica (bajos niveles de fuerza y potencia muscular no causadas por enfermedad neuromuscular) y analfabetismo físico (falta de confianza, competencia, motivación y conocimiento para moverse de manera habilidosa).

«El ejercicio físico es como una polipíldora con múltiples beneficios», afirma Mairena Sánchez

ACTIVIDAD FÍSICA Y SEDENTARISMO

Para tratar de evitar que esto siga sucediendo en la infancia, Mairena Sánchez López lleva quince años coordinando el programa MOVI de promoción de la AF para la prevención de la obesidad infantil. La profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) pertenece al grupo de investigación interdisciplinar del Centro de Estudios Sociosanitarios (CESS), que ha logrado reducir la adiposidad y el riesgo cardiometabólico, así como mejorar la condición física de los escolares en los que llevan interviniendo desde 2004 con AF extraescolar programada. El motivo por el que el equipo del CESS ha optado por la AF en MOVI y no por la alimentación para tratar de controlar la obesidad es que aquella también es beneficiosa “a nivel social, académico, psicoemocional y produce satisfacción, cosa que no ocurre con la prohibición de ciertos alimentos”.

Imagen. Mairena Sánchez tomando muestras con su equipo para el proyecto MOVI del Centro de Estudios Socio Sanitarios de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Fotografía cedida por la investigadora

“Consideramos que el ejercicio físico es como una “polipíldora” [con múltiples] beneficios, [pero] la realidad es que no existe tal píldora del ejercicio, que pueda comercializarse y así obtener beneficios económicos, como sí sucede con la alimentación, que tiene detrás empresas muy potentes y lobbies que hacen mucha presión”, sostiene Sánchez. La profesora de la Facultad de Educación de Ciudad Real reconoce que las posibilidades de realizar AF en la infancia están ligadas a las oportunidades en su entorno debido a su falta de autonomía, y que los padres “tienen que apoyar la AF de sus hijos e hijas y entender que es una herramienta de salud barata y accesible, pues basta con salir a diario a la calle a moverse o ir al parque a jugar para prevenir el exceso de peso”

CONTEXTO SOCIOECONÓMICO Y CIUDADES

La OMS define el entorno obesogénico como “aquel que fomenta la ingesta calórica elevada y el sedentarismo, teniendo en cuenta (…) las normas sociales en relación con la alimentación y la actividad física”. Estos entornos están fuertemente ligados al contexto socioeconómico, que determina las posibilidades de acceso a la alimentación y la AF. Según el estudio ALADINO 2019, en las familias con rentas anuales inferiores a 18.000 euros, la obesidad infantil es de un 23,2% frente al 11,9% en las que las rentas superan los 30.000 euros.

La OMS ya contempla un enfoque colaborativo de salud pública para el abordaje de la inequidad en salud desde todos los sectores que se conoce como ‘Salud en Todas las Políticas’ y reconoce la necesidad de aplicarlo en sus recomendaciones para acabar con la obesidad infantil. Además, para lograr que todas las personas puedan cumplir con los niveles de AF recomendados, recientemente ha publicado su Plan de Acción Mundial sobre Actividad Física 2018-2030, que establece cuatro objetivos: crear sociedades, personas, ambientes y sistemas activos.

En nuestro país, la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el Sistema Nacional de Salud ha desarrollado, en un sentido similar, medidas de implementación local a través de la Red Española de Ciudades saludables, aunque actualmente solo la forman 269 municipios. Dado que los datos de AF en España revelan que ni la ciudadanía, en general, ni los menores, en particular, llevan una vida lo suficientemente activa, resulta interesante poner el foco en una localidad concreta, en sus medidas y recursos.

GUADALAJARA

Guadalajara (Castilla-La Mancha) es una ciudad a medio camino entre Madrid y “la Siberia española” con casi 88.000 habitantes, de los que una quinta parte tienen 19 años o menos. No existen datos de prevalencia de obesidad infantil de la localidad y los que hay a nivel provincial pertenecen al informe de resultados del Plan de Prevención de la Obesidad Infantil de Castilla-La Mancha de 2010, que mostró los valores de obesidad más bajos de las cinco provincias de la región: 11,5% en niños y 9,6% en niñas.

Imagen. Niñas y niños empezando la mañana con una sesión de Zumba en el campamento urbano de verano del ayuntamiento de Guadalajara 2021. Fotografía propia tomada con el consentimiento de los representantes de los menores

Esto no deja de ser preocupante, ya que Castilla-La Mancha es una de las comunidades autónomas con mayores tasas de sobrepeso (24,8%), obesidad (12%) e inactividad física (72% no llega a la hora diaria de AF que recomienda la OMS) en menores de 8 a 16 años, según el estudio ALADINO 2019. El Plan de Salud de la región para el periodo 2019-2025 contempla la obesidad infantil como uno de los principales problemas de salud emergentes a afrontar.

La mayoría de los pacientes pediátricos tienen exceso de peso «por su estilo de vida y solo unos pocos por alguna enfermedad heredada», advierte Alfonso Ortigado

SANIDAD

En el Servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Guadalajara han observado que los menores han ganado peso tras el confinamiento. En consulta, los padres han reportado también fatiga, falta de aire o pinchazos en el tórax en sus hijos cuando éstos han vuelto a hacer ejercicio. A Alfonso Ortigado, jefe de esta sección y especialista en Cardiología Pediátrica, le preocupa que las familias todavía no estén concienciadas de que “el exceso de peso mata”, pues la mayoría de sus pacientes, “lo tienen por su estilo de vida y solo unos pocos por alguna enfermedad heredada”. El pediatra siempre les recuerda que pueden concertar consultas programadas con la Enfermería Pediátrica para recibir consejos de educación en salud, pero reconoce que “en Guadalajara, se recurre poco a ese servicio porque, en general, las familias no conciben ir al médico si sus hijos no están enfermos”.

Este Servicio de Pediatría ya ha sido premiado por unos talleres de salud para promocionar la alimentación saludable entre escolares junto al servicio de Endocrinología. Es éste último quien se encarga de los casos de obesidad infantil, a los que se les pauta una dieta muy controlada. Sin embargo, de AF solo se les dan unas recomendaciones generales para romper con el sedentarismo que no tienen un seguimiento. Tampoco se lleva un registro de casos del que extraer cifras de prevalencia y no cuentan con más apoyos ni programas coordinados con el Ayuntamiento u otros organismos para promocionar una vida activa entre los jóvenes.

Imagen. Alfonso Ortigado, jefe del servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Guadalajara, en la sala de espera de las consultas de Pediatría del hospital. Fotografía cedida por el médico

EDUCACIÓN

El Decreto 54/2014 de la Educación Primaria de Castilla-La Mancha concede a la Promoción y Educación para la Salud un carácter transversal a todas las materias, pero es la Educación Física (EF) la que se encarga en mayor medida de trabajarla. Noelia Meseguer, maestra de EF desde hace 15 años en diversos centros públicos de la provincia, imparte esa unidad al principio del curso “para que empiecen sabiendo qué son la condición física y la alimentación saludable y así le encuentren un sentido a todo lo que van a hacer durante el curso”. Echando la vista atrás, reflexiona sobre cómo los niños han perdido coordinación con los años porque se mueven mucho menos y también cómo ha empeorado su alimentación en los recreos. Muchos colegios de Guadalajara, como el suyo, promueven los almuerzos saludables haciendo propuestas al alumnado o adhiriéndose al Programa de Fruta, Hortalizas y Leche de Castilla-La Mancha.

Numerosos centros escolares de primaria y de secundaria querrían ampliar sus 2 y 3 respectivas horas semanales de EF, según una encuesta realizada para este reportaje. Otra demanda común es la de mayor inversión en material. Meseguer tiene el apoyo de su centro, pero explica: “Hace falta moverse. Este año hemos conseguido material de la Federación Española de Voleibol a un mínimo precio y, en el centro en el que estuve el año pasado, el club de rugby de Guadalajara vino a promocionar su escuela y nos trajeron petos y balones”. También echan en falta la organización de más encuentros deportivos entre los centros de la provincia, como el extinto Miniguadalajoven o el Guadalajoven, cancelado dos años por la pandemia, organizados por la Diputación de Guadalajara.

Vídeo elaborado para este reportaje: La actividad física en los centros escolares y percepción del alumnado (Guadalajara, 2021). Una encuesta realizada a los centros escolares de la provincia de Guadalajara arroja datos sobre la actividad física que ofrecen al alumnado. Por su parte, algunos de estos jóvenes cuentan en el vídeo su perspectiva.

Muchos centros de Guadalajara se acogen a los programas de promoción de la AF y el deporte escolar de la Consejería de Educación y Deportes de Castilla-La Mancha: el Programa Somos Deporte 3-18 y los Proyectos Escolares Saludables (PES), pero este curso solo se han retomado al final, a causa de las restricciones. Meseguer considera que, si el curso que viene se incorporan a los PES, “será más fácil promocionar la salud desde el centro en todo momento y pedir a las familias que contribuyan a que sus hijos vengan en bici o patines al colegio”. Estos proyectos requieren que el centro se comprometa a ofrecer AF fuera de la asignatura de EF a través de recreos activos, descansos activos o desplazamiento activo al centro. En la provincia de Guadalajara son 22 los centros que actualmente pertenecen a esta red, un 30% del total, nueve de ellos en la capital.

DEPORTES

En Guadalajara no hay escuelas deportivas municipales, todas pertenecen a los más de 70 clubes de la ciudad porque hace tiempo que desde el consistorio se decidió externalizar este servicio. Aurelio Zapata, director general de Deportes del Ayuntamiento de Guadalajara desde septiembre de 2020 reconoce: “La Ley de la Actividad Física y el Deporte de Castilla-La Mancha dice que hay que fomentar el deporte público en edad escolar. Sin embargo, no te dice cómo y, desde la temporada que viene, tendremos un modelo mixto”. Como la mayoría de escuelas desarrolla su actividad en las instalaciones públicas de la ciudad, Zapata ofrecerá un convenio con subvención a todos los clubes para que, a cambio de ese uso, garanticen unas cuotas accesibles para todas las familias. Sin embargo, no se ofrece ningún reconocimiento médico preventivo como ya se hace en otras poblaciones de la región, como Quintanar de la Orden, de la mano del grupo de investigación IGOID de la UCLM. Este verano han ofrecido actividades deportivas en los barrios para toda la familia, así como campamentos urbanos, uno infantil y otro juvenil, pero Zapata admite que todavía deben trabajar más para que el deporte llegue a todo el mundo.

Imagen. Niñas y niños empezando la mañana con una sesión de Zumba en el campamento urbano de verano del ayuntamiento de Guadalajara 2021. Fotografía propia tomada con el consentimiento de los representantes de los menores

PARTICIPACIÓN Y URBANISMO

El Ayuntamiento de Guadalajara cuenta con un área de Promoción de Salud que no dispone de datos propios de prevalencia de obesidad infantil en la ciudad. La capital suele tener un Plan de Infancia y Adolescencia en el que contribuyen los escolares desde el Consejo Municipal de Infancia y Adolescencia, no obstante, el actual ya ha prescrito porque la pandemia ha mermado la participación y no han elaborado uno nuevo. Por este motivo, de momento han perdido el distintivo Ciudad Amiga de la Infancia que otorga UNICEF, pero esperan aprobar uno nuevo en 2022 con el que recoger las preocupaciones y demandas de la población más joven, según afirma Sara Simón Alcorlo, concejala de Igualdad, Derechos de la Ciudadanía y Festejos y segunda Teniente de Alcalde.

«Esta ciudad se puede recorrer andando», asegura Sara Simón

En 2023 todas las urbes de más de 50.000 habitantes deberán tener, por la ley de cambio climático y transición energética de 2021, una Zona de Bajas Emisiones (ZBE) que restrinja la circulación de coches. Simón cuenta que quieren que la ZBE se encuentre en el casco histórico: “Esta zona nos ofrecerá la oportunidad de intentar peatonalizar algún área, además de hacer una campaña para concienciar de que esta ciudad se puede recorrer andando”. Actualmente, uno de los principales focos de tráfico está en las entradas y salidas de los colegios, algunos en pleno centro urbano. Simón explica que alrededor de algunos centros “se han diseñado caminos escolares seguros con los que se intenta que el alumnado pueda llegar con sus papás o mamás, o solos, andando al colegio”, pero, por el momento, esto no ha reducido los atascos a las puertas de los centros.

OPORTUNIDADES

La infancia y la juventud de Guadalajara necesitan una oferta de ocio activo que les invite a moverse. En algunos parques se han instalado estructuras para practicar skate o calistenia, pero aún hay mucho espacio donde se puede facilitar u ofrecer la práctica de AF libre u organizada. Por otro lado, apaciguar el tráfico permitiría que el transporte activo fuera más seguro y la juventud optase más a menudo por la bicicleta o caminar para moverse por la ciudad, lo que les concedería, además, más autonomía.

Según un estudio elaborado para el propio servicio de Deportes de la localidad, el Ayuntamiento de Guadalajara es el segundo con mayor dotación presupuestaria al deporte respecto al resto de las capitales de provincia de la región y respecto a algunas de las principales poblaciones del corredor del Henares. La vuelta a la actividad tras la pandemia brinda al nuevo equipo de gobierno la oportunidad de invertir en el fomento del deporte escolar dotando de más recursos, actividades y torneos a los centros escolares para satisfacer sus demandas.

Imagen. Alumnado de un centro de educación primaria de Guadalajara durante una clase de Educación Física. Fotografía cedida por Noelia Meseguer

Existen en España ejemplos de buenas acciones para el fomento de la AF en el día a día de la población más joven de las ciudades, como los planos de ‘Metrominuto’ de la Red de Ciudades que Caminan, que indican la duración de los trayectos a pie; el Servicio de Orientación de Actividad Física, para orientar y apoyar a las personas inactivas, ligado a la Estrategia de Prevención de la Obesidad Infantil en Euskadi; o el proyecto “PACO y PACA” (Pedalea y Anda al COle – Pedalea y Anda a Casa) del grupo de investigación PAFS de la UCLM que promociona el desplazamiento activo al centro educativo.

Guadalajara tiene la suerte de contar con un amplio margen de mejora por estar rodeada de oportunidades a las que acogerse si, como alientan a actuar las estrategias internacionales y los planes nacionales de promoción de la salud, todos los sectores se comprometen y coordinan para remar en una misma dirección y actuar. Una infancia activa no solo gozará de unas tasas de obesidad menores que las actuales, sino de toda una vida por delante de salud y bienestar con repercusiones sociales enriquecedoras para toda la ciudad.

Infografía con algunos buenos ejemplos en España de medidas contra la obesidad infantil a través de la actividad física.

Mariano Higes: “Venden a la opinión pública que al prohibir determinados insecticidas se soluciona el problema, pero las colmenas se siguen muriendo”

El investigador en patología apícola considera necesario atajar la desaparición de los polinizadores atendiendo a las características climáticas y agrícolas de cada región.

Mariano Higes Pascual, doctor en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), colabora con el departamento de Sanidad Animal de dicha facultad y es responsable del Área de Patología Apícola del Centro de Investigación Apícola y Agroambiental de Marchamalo (CIAPA, Guadalajara), adscrito al Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal (IRIAF) de la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha. Desde este centro, al que accedió como funcionario en el año 1992, dirigió su propia tesis doctoral sobre el parásito Varroa destructor de la abeja melífera y descubrió junto a su grupo a uno de los patógenos más dañinos para estos insectos a nivel mundial, Nosema ceranae, procedente de Asia. En el CIAPA, cuyo aspecto exterior es el de unas apacibles instalaciones agrícolas o ganaderas, Higes trabaja junto a su grupo en un sofisticado laboratorio al que llegan colonias de abejas enfermas, colmenas contaminadas por múltiples pesticidas y apicultores preocupados por la salud de los polinizadores, a quienes tratan de dar soluciones y respuestas.

Mariano Higes Pascual. Imagen cedida

¿Fue su llegada al CIAPA el inicio de una nueva etapa para este centro?

Cuando llegué como funcionario en 1992 apenas había investigación ni contábamos con los laboratorios que hay ahora. El centro se creó para dar respuesta al sector apícola de la Alcarria que quería que la miel tuviera Denominación de Origen y demandaba cursos de formación y ayuda contra la Varroa, que entró en 1985 en España. Por aquel entonces se hacía poca investigación en este centro, pero yo decidí llevar a cabo aquí mi doctorado, que duró once años, y leí la tesis en 2008. Desde que mi compañera Raquel Martín entró en 1999 con una beca postdoctoral, empezamos a crear un grupo de investigación con el que logramos el descubrimiento que nos puso en el punto de mira de la investigación en patología apícola a nivel mundial: la presencia del hongo microsporidio [parásito intracelular de los animales que produce pequeñas esporas] Nosema ceranae, de origen asiático, en Apis mellifera, la abeja europea.

¿Cómo llega el Centro Apícola de Marchamalo a convertirse en uno de los referentes mundiales en el ámbito de la salud de las abejas?

Sospechábamos de N. ceranae desde 2000, en la etapa en que se empezaron a morir las colmenas masivamente. Por aquel entonces Varroa era el principal parásito de las abejas, prácticamente el único conocido hasta el momento, pero al analizar las muestras procedentes de colmenas arrasadas encontramos esporas de microsporidio en el aparato digestivo de las abejas. Entonces solo se conocía a Nosema apis, un parásito ya descrito con el que la abeja europea lleva conviviendo mucho tiempo, y los biólogos nos dijeron que tenía que ser esa especie, quizá con algún tipo de mutación. Pero los síntomas clínicos eran otros, así como su fenología. El problema es que solo existía una publicación de China describiendo a N. ceranae en su abeja autóctona, Apis cerana, y no había ningún método de detección a nuestro alcance.

¿Qué hicieron entonces para comprobar sus sospechas?

Logramos dar con una solución cuando el laboratorio adquirió la primera máquina de PCR [por las siglas en inglés de Reacción en Cadena de la Polimerasa, también llamada termociclador] en 2003. Todavía no era común emplear la secuenciación masiva de ADN para detectar la presencia de patógenos concretos en una muestra, por eso tuvimos que diseñar nuestros propios primers [pequeñas secuencias de ADN que inician la reacción de secuenciación y que son específicas de cada especie]de N. ceranae. En cuanto los tuvimos, empezamos a poner las muestras en el termociclador y en las primeras reacciones dieron positivo: N. ceranae estaba parasitando a la abeja melífera europea. En 2005, comunicamos la presencia de este parásito asiático en nuestras abejas y en ese momento saltamos al foco internacional.

«Cuando se nos ocurrió sugerir que el causante de esta mortalidad podía ser Nosema ceranae, tuvimos a todo el sector en contra»

¿Cómo respondió la comunidad científica ante este descubrimiento?

La respuestas de los grupos de investigación que trabajan en nuestro ámbito fue en parte sorprendente, pero también esperable. A finales de los años noventa se empezó a detectar en Francia el fenómeno de mortalidad masiva de las abejas, el llamado “síndrome de despoblación de las colmenas”. Desde el principio, se asoció a los pesticidas neonicotinoides que se habían empezado a utilizar allí. A raíz de esto el sector apícola empezó a pedir indemnizaciones y, cuando se nos ocurrió sugerir que el causante de esta mortalidad podía ser N. ceranae, tuvimos a todo el sector en contra. Además, algunos grupos de investigación se alinearon con la postura de los neonicotinoides e iban a destajo contra quienes sostenían otras hipótesis.

¿Cómo es posible que la comunidad científica se oponga a unos resultados que han sido demostrados?

Muchos de nuestros compañeros no quisieron darle bola a N. ceranae porque cuando alguien se ha convertido en referente saben que si sale un proyecto o publican cualquier trabajo al respecto es esa persona la que va a revisarlos. Si son más competentes en otro problema, como Varroa, por ejemplo, tratan de argumentar que ese problema es el fundamental para que cuando salgan las líneas de investigación se vean favorecidos. También hay competencia por la autoría de los descubrimientos y luchas por el reconocimiento. Pero nosotros trabajamos con muchos grupos de muchas universidades de España (en la Complutense, en Murcia, en Castilla y León…) y acabamos entrando en contacto con quien trabaja con Nosema y, en conjunto, formamos una red muy grande.

«No existen registros históricos de prevalencia de las enfermedades que afectan a las abejas, por tanto, hasta hace poco no hemos tenido con qué comparar las epidemias»

Junto a N. ceranae existen otros parásitos, entre ellos diversos virus, que se hospedan en la abeja melífera europea y otros polinizadores. ¿Qué saben a día de hoy de su presencia en nuestras colmenas?

La muerte masiva de colonias que tuvo lugar a principios de los 2000, sobre todo en el sur de Europa, probablemente se debió en gran medida al ataque de N. ceranae, porque la prevalencia era muy alta entonces. Sin embargo, y aunque los datos sobre N. ceranae siguen siendo muy similares, no podemos saber si ahora se están dando las mismas circunstancias que entonces o si es otro parásito el que más está influyendo, porque no existen registros históricos de prevalencia de las enfermedades que afectaron a las abejas en el pasado y, por tanto, cuando nos hemos encontrado frente a una infección por Nosema, por Varroa o por algún virus, no hemos tenido con qué comparar la epidemia. Por esta razón hemos ido haciendo una serie de estudios para empezar a tener esos datos poblacionales de los distintos parásitos a lo largo del tiempo y empezar a comprender sus fluctuaciones.

Mariano Higes mostrando un panal. Imagen cedida

¿Y desde cuándo están llevando a cabo esos estudios?

El primer estudio a nivel nacional lo hicimos en los años 2006 y 2007 y el segundo fue en 2010 y 2011. Los datos recogidos nos permitieron ver que N. ceranae y Varroa destructor tenían un patrón poblacional ascendente, mientras que N. apis estaba estabilizado. También detectamos la presencia de diversos virus poco estudiados hasta entonces, como el de las alas deformes [DWV por sus siglas en inglés] y el de las realeras negras e, incluso, tripanosomátidos, como Lotmaria passim, sobre el que estamos trabajando ahora. El último de estos estudios lo hemos hecho con muestras de 2014 y hemos visto que N. ceranae tiene ya una prevalencia estable del 75%.

Pero las colmenas no solo sufren la invasión de todos estos patógenos, sino que además se enfrentan también a los pesticidas y probablemente otros químicos que se emplean en agricultura hoy en día. ¿Cuáles son y cómo llegan hasta las colmenas?

En el proyecto de 2014 también analizamos las colmenas mediante muestras de polen y de cera, que son bioacumuladores de sustancias químicas, y en ellas hemos encontrado acaricidas como cumafós y fluvalinato, o los insecticidas clorfenvinfos y clorpirifos, que los apicultores aplican tratando de controlar los patógenos. Además, las láminas de cera que se compran y se meten en las colmenas ya vienen llenas de contaminantes, como los pesticidas organofosforados y piretroides, que alteran el metabolismo de las abejas impidiendo su normal desarrollo. Es sorprendente, pero hasta ahora parece que nadie se ha planteado el daño que estas sustancias pueden causar o han preferido mirar para otro lado.

Cabe preguntarse ahora si han estudiado ya las posibles interacciones entre todos estos agentes, naturales y químicos, que están asolando las colmenas desde tantos frentes distintos. ¿Qué puede contar sobre ello?

Efectivamente, una vez que hemos identificado a todos los patógenos de las abejas, vamos a comenzar un proyecto que se va a centrar en los efectos de las interacciones entre los más frecuentes. Probablemente, la causa de la destrucción de las colmenas sea la suma de todo. Todas las abejas tienen ahora mismo el DWV insertado en su genoma, por ejemplo, del mismo modo que nosotros tenemos el de la varicela. Lo que sucede es que, cuando bajan sus defensas por la acción de Varroa o Nosema, el virus se replica y provoca una infección abierta. En el nuevo proyecto también queremos comprobar la toxicidad crónica de los pesticidas, las sinergias entre ellos y cómo interfieren con los patógenos, mediante infecciones controladas en laboratorio, primero, y con experimentos en condiciones controladas en el campo, después. Vamos a tratar de eliminar los plaguicidas de la cera para ver si así podemos controlar mejor a los principales patógenos. Si esto es posible, podremos sugerir la creación de una normativa que limite la aparición de residuos en la cera.

«Cuando acabé mi ponencia y pregunté por la causa de la prohibición de tres neonicotinoides únicamente, el comisario europeo solo me dijo que se trataba de una decisión política»

De entre todos los pesticidas parece que los neonicotinoides se han ganado la aversión de gran parte del sector apícola y de los ecologistas y el público general también, pero usted aún no los ha mencionado ¿Qué opina de su prohibición?

Lo que ha sucedido con los neonicotinoides es realmente curioso. Cuando se puso el foco en estos pesticidas en Francia, a finales de los noventa, el Ministerio de Agricultura francés decidió prohibirlos antes de que se tuvieran evidencias científicas, que llegaron en 2001. Probablemente querían vengarse de Bayer, una de las empresas fabricantes de esos pesticidas, que acababa de absorber a su rival francesa, Rhône-Poulenc. Pero realmente no sé qué habrá detrás de esas decisiones y me preocupa. De hecho, el año pasado tuve la oportunidad de preguntarlo en la Comisión Europea, cuando nos llamaron a varios científicos el día anterior a la votación de todos los países contra los neonicotinoides. En mi presentación mostré al comisario que en la literatura científica había la misma cantidad de información sobre los neonicotinoides que sobre Nosema, Varroa u otras posibles causas del síndrome de despoblamiento de las colmenas. Mostré mi sorpresa por que se pusiera el foco solo en tres de los muchos plaguicidas existentes. Cuando al acabar pregunté por la causa de esta prohibición, el comisario solo me dijo que era una decisión política. Están vendiendo a la opinión pública que al prohibir los neonicotinoides se soluciona el problema y eso es falso porque las colmenas se siguen muriendo.

Entonces, ¿los neonicotinoides no deberían preocuparnos aquí pese a la alarma lanzada desde la Comisión Europea en 2018?

En nuestras colmenas los neonicotinoides no tienen un peso decisivo, lo cual es esperable por la estructura agraria que tenemos en España, en la que predominan el olivo, la vid y el cereal, que no se tratan con neonicotinoides Es más, ninguna de las revisiones bibliográficas sobre la presencia de residuos de plaguicidas en las colmenas dice que los neonicotinoides sean los más prevalentes. Realmente todas ellas apuntan a los acaricidas y a los insecticidas organofosforados, entre otros problemas, pero se decidió prohibir algo que, aunque quizá en determinadas zonas está causando el descenso de las poblaciones de abejorros y contaminando el agua de consumo humano, no es el mayor de los problemas en lo que respecta a las abejas. Como investigador me produce una gran desmoralización que se esté gastando tanto dinero en generar mucho conocimiento al respecto y que a nivel político solo se haya tomado una decisión sesgada, cuando en Europa que requieren medidas políticas igual de firmes para luchar contra Varroa, Nosema y muchos otros insecticidas. Y el conflicto que veo a medio plazo es que, si sigue esta tendencia, se van a ir prohibiendo en cadena más sustancias y sería importante saber en qué va a consistir la búsqueda de alternativas.

Si esto es así, ¿cuál cree que será la alternativa cuando ya se hayan prohibido todos los plaguicidas?

Aunque sé que no es un asunto fácil, mi visión es que en Europa, como en el resto del mundo, vamos a tener que seguir produciendo alimento para mucha gente y con la agricultura actual y el escenario que plantea el cambio climático, con plagas cada vez más difíciles de combatir, se va a tener que seguir utilizando algún producto. Si no hay plaguicidas, porque se hayan ido prohibiendo poco a poco, la alternativa que encuentro es el uso de plantas modificadas genéticamente. Hasta ahora, en Europa están teniendo muchas restricciones, pero si van prohibiendo todos los insecticidas, no va a quedar otra que emplearlas, ¿Y si se abre la mano en el uso de los transgénicos, va a ser más o menos perjudicial para los polinizadores? Hay datos que indican que no, otros que sí. Acabando con una parte del problema, quizá estamos generando otros.

«La apicultura profesional está en el sur, con mayor número de colmenas y con unas condiciones climáticas y una práctica apícola distintas a las del norte, más tradicional, pero contaminado por otras sustancias»

Pero, entonces, ¿cuál sería un buen enfoque para estudiar y abordar el conflicto entre prácticas agrícolas,apicultura y patógenos?

Actualmente ya se están intentando estandarizar protocolos de trabajo a nivel europeo y se están haciendo modelos matemáticos para predecir el comportamiento de los patógenos y de las colonias según las condiciones ambientales. Todos estamos buscando un modelo en el que, introduciendo la cantidad de patógenos que haya en una población, obtengamos el valor de un índice de salud de la colmena. El principal problema es que no se está llevando a cabo una investigación regionalizada, que encuentro necesaria por las diferencias climáticas y agrícolas que existen entre el norte y el sur de Europa. En el sur encontramos una apicultura profesional, con colmenares más grandes, mucha cría, mucha Varroa y un solo pico de crecimiento anual ligado al clima, que favorece la prevalencia de N. ceranae. Además, la agricultura de secano se ha tratado con gran cantidad de herbicidas. Por su parte, en el norte de Europa la práctica apícola es más tradicional y menos intensiva. Aquí Nosema es menos virulenta que en el sur y todavía está bastante presente N. apis, pero tienen muchos problemas con sustancias que han contaminado el suelo y las aguas por su abundante uso en los cultivos intensivos de colza. Sin embargo, ahora ha salido Horizonte2020, el Programa Marco de la Unión Europea que va a destinar siete u ocho millones de euros a estos proyectos, y creo que los gestores no tienen intención de que se aplique este enfoque regional.

Mariano Higes tomando muestras en un campo de girasoles. Imagen cedida

Si usted pudiera hacer una propuesta, ¿cómo salvaría a las abejas?

Yo propondría que no desaparecieran las ovejas del campo, que se mantuviera el sistema agrario que ha habido aquí siempre, porque tendría un impacto mucho más positivo para el medio ambiente que echar herbicidas. Con la presencia de ganado se controla la aparición de las hierbas no deseadas, así como la aparición de muchas plagas, que ahora mismo proliferan, entre otros motivos, por la madera que queda putrefacta en el campo. En mi pueblo, cuando estaban las ovejas, los romeros florecían, el espliego también… Y ahora hay flora invasiva y el agricultor, como ya no pasan los rebaños después de cosechar, tiene que echar más herbicidas. Estos cambios en el uso tradicional del campo nos llevan hacia unas técnicas agrícolas diferentes que tienen impacto sobre los polinizadores. Por otro lado, las abejas son unos animales muy resilientes y probablemente puedan amortiguar los efectos de la contaminación ambiental mucho más fácilmente que otros polinizadores. Creo que son mucho más sensibles los saltamontes, las mariposas, los abejorros. Si quedaran solo las abejas, podrían seguir cumpliendo una parte de su trabajo, pero hay gran cantidad de insectos en peligro de extinción que cumplen muchas otras funciones aparte de la de polinización y ahí habría que poner también el foco.

¿Cómo se imagina el mundo si no logran frenar la desaparición de las abejas?

No me suelo poner catastrofista. Están más afectados otros polinizadores que las abejas. Las de las abejas son colonias muy resilientes y que están manejadas por un apicultor, que si se muere una compra otra. En un caso extremo lo que en España podría pasar es que en lugar de haber tres millones de colmenas hubiera uno, porque ni el medio ambiente soporte una carga mayor y desaparezcan flores. Se están perdiendo muchos ecosistemas, por la sequía pero también por muchas prácticas agrarias. Hemos cambiado las mulas por tractores de 500 caballos. Te dan dinero por cada hectárea en la que echas semillas de girasol aunque no lo recojas y le echan tratamientos. Y sí creo que puede influir el uso de los herbicidas totales que se están cargando muchos ecosistemas, por lo que el problema es global y va mucho más allá de las colonias de abejas, pero parece que no interesa todavía afrontar con decisión la situación que se nos viene encima.

Francisco Castejón: “Mañana podríamos paralizar todas las centrales sin sufrir problemas de abastecimiento”

El recientemente propuesto como vocal del Consejo de Seguridad Nuclear apostó por el gas natural junto con las renovables como alternativa viable

08/03/2019 – Guadalajara

Enmarcada en la duodécima edición de los Jueves de la Ciencia que organiza el Centro Asociado de la UNED en Guadalajara, Francisco Castejón Maraña impartió ayer por la tarde una charla sobre el presente de la energía nuclear en España. El director del la Unidad de Teoría de Fusión del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) y activista antinuclear de Ecologistas en Acción explicó que las centrales españolas, envejecidas y ya amortizadas, no son eficientes y suponen un gran coste para el erario. Afirmó que la energía eólica y las de régimen especial ya cubren la mayor parte de la demanda energética española y que ésta podría sostenerse aunque cerrase el parque nuclear si empleara el gas natural, que está infrautilizado.

Bajo el título “El desmantelamiento del parque nuclear español”, Francisco Castejón Maraña explicó los principales retos a los que se enfrenta el país en lo que respecta a las centrales existentes, los recursos (materiales y económicos) de los que dependen y los residuos que generan. Y lo hizo al tiempo que otras dos noticias relacionadas estaban de actualidad. Por un lado, las principales empresas eléctricas españolas acababan de acordar el cierre de todas las centrales a partir de 2025. Por otro lado, el ponente acababa de ser propuesto en el Congreso para ser vocal del Consejo de Seguridad Nuclear junto a otros tres nuevos miembros que, cuando sea efectivo el nombramiento, sustituirán a cuatro de los cinco que componen dicha comisión.

Castejón adujo durante toda la ponencia que el parque nuclear español, formado por cinco centrales en activo con un total de siete reactores (Almaraz I y II en Cáceres, Ascó I y II y Vandellós II en Tarragona, Cofrentes en Valencia y Trillo en Guadalajara), está envejecido. Su edad media de vida útil ya alcanza los 33 años, cuando la normativa establece los 40 años como el final de su etapa segura y económicamente rentable. Es por ello que se requieren, según planteó el físico, decisiones firmes inmediatas de planificación de su desmantelamiento y de la gestión de sus residuos.

Sin embargo, también explicó que esto no es sencillo por diversos motivos que alimentan el debate nuclear en España. “Las centrales ya han sido prácticamente amortizadas y esto las hace muy rentables en el mercado eléctrico”, aseveró Castejón, y añadió: “Las empresas de bienes de equipo hacen dinero con las reparaciones periódicas que requieren unas centrales tan antiguas”. En cuanto a la gestión de los residuos radiactivos, la incertidumbre sobre el establecimiento del Almacén Temporal Centralizado (ATC) en Villar de Cañas (Cuenca) sigue manteniendo en el aire el destino de los residuos de alta actividad, mientras que el almacén de El Cabril (Córdoba), de residuos de media y baja actividad “ya está al 82% de su capacidad y hay que buscar una alternativa ya”, según palabras del experto. En este punto Castejón se mostró partidario de seguir construyendo Almacenes Temporales Individualizados (ATI) “hasta que se dé con una solución más segura y consensuada”.

«En un verdadero mercado libre no existiría esta energía» – Francisco Castejón Magaña

En el plano económico el físico también aportó argumentos a favor del desmantelamiento. De esta manera indicó que gran parte del coste de la energía nuclear se va a la amortización de las centrales, y además hay que cubrir los costes de la gestión de residuos y del desmantelamiento. Castejón explicó que en España la energía nuclear está subvencionada y que “en un verdadero mercado libre no existiría esta energía”. Según el físico, con los impuestos se paga el coste de transición a la competencia, la gestión de los residuos, el almacenamiento del uranio que importamos y alimenta las centrales y la moratoria nuclear. En total, las centrales nucleares han recibido 21.585 millones de euros en subvenciones mientras que, por su parte, el beneficio total de las empresas eléctricas que las gestionan es de 2.367 millones de euros al año.

Frente al coste de seguir manteniendo esta industria, el ponente destacó el impacto económico y el desarrollo que puede tener sobre la zona y su población el cierre de las centrales nucleares, tanto durante el proceso como después. Para ilustrar esto puso como ejemplo el cierre de Vandellós I, que se inició en 1998 a raíz del gran accidente que sufrió en 1989. Explicó que a raíz de este desmantelamiento se crearon más de 5.000 puestos de trabajo, aumentaron en un 20% el número de empresas instaladas en la zona y se duplicaron las sucursales bancarias en la misma. Cuando ENRESA, la empresa que se encarga de la descontaminación, toma las riendas de la central cerrada, contrata a las personas que ya trabajaban allí y recibe subvenciones. Lo que Castejón echa en falta es que se realicen mejor los Planes de Participación Pública por los que estas áreas desarrollan nuevas fuentes de ingresos y de desarrollo cuando las centrales ya hayan cerrado.

Central nuclear de Vandellós I (Tarragona) en 2013. Se encuentra en la segunda fase de desmantelamiento, cubierta por un revestimiento de acero galvanizado que la protege de los fenómenos atmosféricos.

En cuanto al futuro de la industria energética tras el desmantelamiento total del parque nuclear español, Castejón se mostró optimista. Mediante gráficas con datos de los últimos años mostró cómo la energía eólica y el resto de las de régimen especial (hidráulica, solar, biomasa, tratamiento de residuos y cogeneración) ya cubren la mayor parte de la demanda energética en España. “Mañana podríamos paralizar todas las centrales nucleares sin problemas de abastecimiento. Solo habría que emplear más gas natural, que en España está infrautilizado porque es más caro”, aseveró.

Asimismo, afirmó que la energía nuclear “actualmente aporta el 6% de la energía que se consume y su producción está en descenso desde 2010, superada por las renovables”. Para que esta transición energética suceda de manera exitosa, el físico comentó que hay que mantener la demanda sin un aumento de las emisiones, lo cual “implica un despliegue de medidas de ahorro y eficiencia y el despliegue de las renovables”. En el cierre de la ponencia, Castejón quiso resaltar dos de las claves que, a su juicio, mejorarían el futuro de la energía en España: el control al precio de la energía y el fomento del transporte público eléctrico.

El próximo jueves tendrá lugar la última de las conferencias de los Jueves de la Ciencia a cargo del doctor en bioquímica y biología molecular y divulgador científico José Manuel Mulet Salat bajo el título ¿Qué es comer sano?, que es también el de su último libro, sobre las dudas, mitos y engaños en la alimentación.