Empoderamiento científico

Creencias, actitudes y comportamientos que aumentan la conciencia científica

La sociedad debe implicarse en la ciencia / Elaboración propia

La ciencia está cerca, muy cerca, de la vida diaria. En el imaginario colectivo, está asociada a grandes descubrimientos: la relatividad de Albert Einstein, la radioactividad de Marie Curie o la evolución de Charles Darwin. Sin embargo, el microondas en el que se calienta el desayuno, el pronóstico meteorológico del informativo o el tejido y color de la ropa son también triunfos científicos y tecnológicos, aunque sean de andar por casa. La grandilocuencia y la complejidad de la ciencia en mayúsculas puede provocar miopía para la ciencia cotidiana, causando el desinterés de algunos sectores de la población. La realidad es que, en una sociedad marcada por el desarrollo científico y tecnológico, cualquier persona toma varias decisiones relacionadas con estas materias diariamente. Además, la desinformación científica es un aspecto que está presente en el día a día y puede hacer a los ciudadanos vulnerables y manipulables, como evidencian las víctimas de pseudoterapias o teorías poco rigurosas como el terraplanismo. En este contexto, implicarse en la búsqueda de información científica, saber seleccionarla con los criterios adecuados y aplicarla en la toma de decisiones se ha convertido en una necesidad imperante para un ciudadano del siglo XXI. La Apropiación Social de la Ciencia (ASC) es el término originado en Colombia a mediados de los años 90 con el que se hace referencia al proceso por el que se adquieren y aplican herramientas prácticas para ser individuos conscientes, implicados y con criterio científico.

Conocimiento

Información y modelos de aprendizaje

La primera de las tres dimensiones que conforman la ASC es la recepción de información, conocida en el ámbito académico como la Alfabetización Científica. Según el libro homónimo de la experta en estudios sociales de la ciencia Belén Laspra, la definición que más impacto ha tenido consiste en “la comprensión de la ciencia y la tecnología para aprovechar sus beneficios y evitar sus riesgos”. Una persona cualquiera se forma una idea inicial de la ciencia y aprende sus elementos más fundamentales durante los años de educación formal. Posteriormente, complementa y retroalimenta esta base con información procedente de su experiencia, su entorno social y los medios de comunicación (televisión, radio y prensa), entre otros factores. Esta forma de recibir información científica se fundamenta en el modelo de aprendizaje por almacenamiento, consistente en la retención de información científica de forma preventiva en la memoria para hacer frente a la multitud de situaciones cotidianas en las que pueda hacer falta. Sin embargo, el experto en percepción pública de la ciencia Jon Miller ha notado que desde la aparición de internet este modelo está cambiando. El factor de cambio reside en la inmediatez de la información, que posibilita y potencia el aprendizaje autodirigido, generando usuarios menos pasivos y eliminando la necesidad de memorizar grandes volúmenes de información. No en vano, el nuevo modelo es llamado just in time, pues la información es consultada justo cuando se necesita.

“Saber más ciencia puede desde enriquecernos como personas hasta salvarnos la vida”

J. A. López Cerezo

Ciencia y metaciencia

En la escuela se enseñan ampliamente los resultados de la ciencia, pero no tanto a pensar de un modo científico. ¿Recuerdan aquello de “Caminamos a hombros de gigantes”? La información que se transmite durante la etapa lectiva es, esencialmente, la relativa al conjunto de los resultados que ha dejado la investigación a lo largo de la historia. Realizar operaciones aritméticas, calcular cuándo se encontrarán dos trenes o comprender el ciclo vital de un ser vivo son ejemplos de esta modalidad del conocimiento. Esta es la cara más reconocible de la ciencia, al punto que es frecuente referirse a los resultados y no a la metodología empleada para obtenerlos cuando se utiliza la palabra ciencia. Sin embargo, existen otros contenidos menos representados que son referentes a la actividad y la parafernalia que rodea a la ciencia: los saberes metacientíficos. En palabras de Belén Laspra, “el rol de un grupo de control en un experimento o la ley de ciencia vigente” son ejemplos válidos. Uno de los más célebres saberes metacientíficos es el método científico de Descartes, la excepción que confirma la regla, conocido por sus implicaciones y su utilidad didáctica.

Los métodos científicos

No obstante, puede que el lector se sorprenda con las afirmaciones de Antonio Diéguez, filósofo de la biología, que sostiene que el método científico es “una abstracción de cara a la galería” y que, interpretando correctamente a Feyerabend, no es incorrecto decir que existe una “pluralidad de métodos”. Ni siquiera en el ámbito científico es frecuente conocer este tipo de reflexiones metodológicas, más propias del ámbito filosófico. El catedrático de Filosofía de la Ciencia López Cerezo defiende que transmitir los contenidos metacientíficos es la clave para el desarrollo de una correcta Apropiación Social de la Ciencia, en su forma activa. “La confianza ciega en la ciencia es una actitud dogmática”, afirma, en referencia a las personas que delegan completamente la toma de decisiones en profesionales de la ciencia y tecnología, esto es, ejercen una apropiación pasiva. Sirvan como ejemplo de esta modalidad de ASC actitudes como no cuestionar la factura de la reparación del coche o descartar la petición de una segunda opinión médica. Los resultados son científicos, pese a que la actitud no, por tanto, esta actitud da lugar a sujetos que están en riesgo de ser manipulados. En ese sentido, el catedrático comparte con el investigador demoscópico Martin Bauer el fomento del “escepticismo leal”, una actitud consistente en “desmitificar la ciencia, entendiendo que es una actividad humana y por tanto imperfecta” pero “mantener la credibilidad en la misma y no desacreditarla”.

La metaciencia es “la ciencia de las ciencias” / Fivethirtyeight, Getty Images

Actitud

Escepticismo leal

La segunda dimensión de la ASC consiste, coloquialmente, en “creerse o no creerse” la información recibida. Separada por una barrera sutil de la primera, podría definirse de un modo más preciso como la integración de la información científica en el sistema de creencias del individuo. La interiorización de conceptos puede ser mayor o menor en función de lo escéptico que sea el receptor. En cierto modo, el pensamiento crítico actúa como un filtro de información. En palabras de Laspra, es “la herramienta que tenemos para para discriminar entre información válida y espuria” al lidiar por primera vez con ella. Para llevar a cabo una actitud verdaderamente crítica se deben revisar tanto las fuentes como la metodología empleada en su obtención. En ese sentido, los expertos en ciencia, tecnología y sociedad consultados están de acuerdo: un escepticismo leal y sano se traduce en el “cuestionamiento activo de toda la información a la que se está expuesto”, y añaden que esto debe hacerse “independiente de si coincide o no con la que el individuo posee previamente”. En la práctica, esto significa que la primera vez que se oye hablar de conceptos novedosos, como en algún momento fueron la homeopatía, la acupuntura, o el movimiento antivacunas, lo adecuado es hacer una búsqueda activa de fuentes y metodología y contrastar su rigurosidad científica -o no, en este caso- antes de decantarse por creer o descartar. No hay que olvidar los casos de científicos incomprendidos en la historia de la ciencia por el dogmatismo de su entorno, del que la ciencia no siempre está exento. Algunos casos que hoy llaman mucho la atención son el del obstetra húngaro Ignaz Semmelweis, pionero en lavarse las manos antes de entrar a quirófano o el del científico israelí Dan Shechtman, descubridor de los cuasicristales recientemente reconocido con el Nobel, además del conocido procesamiento de Galileo Galilei por parte de la Inquisición por sostener que la Tierra gira alrededor del Sol. En su momento, pese a fundamentar sus afirmaciones en el método científico, la comunidad científica los rechazó, demostrando la importancia de cuestionar incluso las creencias más asentadas. Hacerse muchas preguntas y cuestionarlo todo es sintomático de una actitud científica.

“El pensamiento crítico es la herramienta que tenemos para discriminar entre información válida y espuria”

Belén Laspra 

Verificar la información

Pese a la voluntad crítica de los individuos, en un mundo hiperconectado y frenético como el actual, revisar toda la información científica que se recibe es una tarea realmente difícil. Según el Informe de Percepción Social de la Ciencia de 2016, la ciudadanía “fluctúa entre la apropiación pasiva y la activa dependiendo de la naturaleza y gravedad del tema“ por una “sencilla cuestión de economía cognitiva”. Rocío Pérez, coordinadora del medio especializado en verificación de  información científica Maldita Ciencia, comenta que “una comprobación rápida no lleva más de dos minutos”. Sin embargo, dedicar dos minutos a comprobar cada dato que recibimos es simplemente inabarcable. Por ello, este proyecto periodístico de verificación de datos echa un cable a la sociedad para luchar contra la desinformación, que “no sólo reside en las noticias falsas, sino que también puede aparecer en redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram o aplicaciones de mensajería privada como WhatsApp”, según de la periodista. En ocasiones, la desinformación puede esconder intereses poco loables, como ocurrió con la negación del cambio climático por parte de la empresa petrolera ExxonMobil, según ScientificAmerican. Citando a Robert Proctor, “la ignorancia es poder”. El historiador de la ciencia acuñó el término agnotología para denominar a la inducción cultural de dudas, especialmente mediante la publicación de datos científicos erróneos.

El escepticismo leal cuestiona tanto la información externa como la más asentada / WallPaper Abyss

Prosumidores

Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de integrar información científica es el cambio en el paradigma comunicativo. La irrupción de canales que permiten la participación ciudadana, como las redes sociales, ha desdibujado los términos receptor y emisor, hasta fusionarlos en la nueva figura del prosumidor. Esta consiste en ser productor y consumidor de contenidos a la vez. Laspra, apoyándose en Massimiano Bucchi, señala que los criterios de validez de la información están cambiando con la transición entre lo que el experto en comunicación de la ciencia denomina Comunicación 1.0 y 2.0.  Mientras que en la Comunicación 1.0 la autoridad de la fuente y la reputación del canal garantizaban la calidad de la información, para Laspra, la información válida en la Comunicación 2.0 es la que ha sido contrastada

Comportamiento

Decisiones informadas

La tercera dimensión de la Apropiación Social de la Ciencia consiste en comportarse de un modo científico. Este componente conductual u operativo se ejercita mediante la puesta en práctica de los conocimientos y actitudes adquiridos con la alfabetización científica y el pensamiento crítico. Nótese que la frontera entre estos elementos es también sutil, ya que la búsqueda activa de información puede ser considerada tanto una actitud como una acción. Discusiones terminológicas aparte, según Laspra, “rechazar el uso de la flores de Bach para tratar la ansiedad basándose en conocimientos sobre la homeopatía”, “decidir la dieta en función de la información alimentaria de su etiqueta” o “comprar un electrodoméstico en función de su eficiencia energética” son ejemplos prácticos de cómo ocurre la ASC. El factor común de los tres casos es la toma de decisiones informadas. Una vez curada la miopía para la ciencia cotidiana, resulta más sencillo visualizar la incidencia de la información científica sobre la vida de las personas. Poco a poco, mediante la retroalimentación del ciclo conocimientos-actitud-acciones esta visión puede agudizarse, permitiendo a la ciudadanía comprender el entramado tecnocientífico del mundo moderno y tomar un papel protagonista en él. López Cerezo, que además de filósofo es experto en ciencia, tecnología y sociedad, advierte de que la ASC no es un fenómeno puramente individual: “Existen niveles sociales y macrosociales” y comenta que “un aumento de la cultura científica hace que mejoren todos los indicadores que tienen que ver con educación, competitividad empresarial, desarrollo, etc.”.

¿Una sociedad apropiada?

Implicación

Descubre tu nivel de ASC respondiendo tres preguntas basadas en la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia (EPSCyT) de la Fundación Española de la Ciencia y la Tecnología (FECYT).

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¿Has hecho el cuestionario o has pasado de largo? La implicación activa es una de las claves de la actitud procientífica, que puede dar lugar a personas menos manipulables.

Activa vs. pasiva

Las tres preguntas del cuestionario fueron utilizadas en 2016 para medir el nivel de apropiación de la sociedad española. A grandes rasgos, la mayor parte de la población, casi el 40%, mostró un nivel de apropiación moderado. Buena parte de la sociedad, el 28% aproximadamente, puntuó en un nivel bajo. Los niveles altos (19,8%) y nulos (13,2%) de apropiación se vieron menos representados.

Niveles de ASC activa en 2016 / EPSCyT 2016, FECYT

Los resultados detallados muestran una población dividida entre la apropiación activa y la pasiva o nula. En cuanto a la reparación de aparatos, los hombres de hasta 65 años tienden más a implicarse activamente. Por contra, las mujeres de mediana y avanzada edad (más de 45 años) y las personas sin formación comentan llevar a cabo actitudes pasivas, como llamar al técnico o comprar un aparato nuevo. Respecto a la alimentación con ingredientes controvertidos, las personas de avanzada edad (65 años o más) y sin formación tienden a sustituirlos por otros similares, mientras que la población joven (25-44 años) y/o con estudios superiores manifiesta informarse y decidir por su cuenta. Por último, frente a un medicamento nuevo, las mujeres jóvenes (25-44 años) y las personas con estudios superiores dicen consultar a profesionales de la salud, mientras que los varones adolescentes con estudios “no se complican y prefieren utilizar medicamentos que conocen”, reza el informe sobre la encuesta. Belén Laspra comenta que el perfil de alta apropiación es el de un “varón de 30-40 años con estudios, interesado por la ciencia y tecnología, con una actitud pro-científica y una percepción positiva y útil de la ciencia”. La filósofa piensa que el menor interés femenino en ciencia y tecnología es debido a “motivos sociológicos e históricos”, en referencia a la invisibilidad y las trabas que la comunidad científica ha practicado con las mujeres.

Resultados del cuestionario sobre ASC en la población española en 2016 / EPSCyT 2016, FECYT

Con-ciencia ciudadana

El factor que más afecta a la apropiación social de la ciencia, según el modelo de Laspra, es el interés en la ciencia y la tecnología. Para fomentarlo, se puede actuar en las tres dimensiones de la ASC: creencias, actitudes y conductas.

Fomento de la alfabetización científica

Las fuentes de información científica pueden aumentar en más de un cuarto (27%) el nivel de alfabetización científica. El uso de internet, la televisión y la prensa son, por tanto, factores clave para fomentarla. No es casualidad que el periodismo, la comunicación y la divulgación sean, junto a la investigación, los pilares de las Unidades de Cultura Científica y de la Innovación (UCC+i). Estos agentes con apoyo gubernamental desde 2007 tienen como objetivo el acercamiento mutuo entre la comunidad científica y la sociedad civil. María Martín, directora de la Unidad de Comunicación de la Universidad a la que pertenece UA Divulga -la UCC+i de la Universidad de Alicante (UA)- comenta que ejercitan su labor periodística mediante la transmisión de notas de prensa y materiales audiovisuales a medios y agencias de comunicación. UADivulga complementa sus acciones mediante la comunicación en formato offline, con cartelería y péndulos, además del formato online, mediante la creación de contenidos para redes sociales y portales web, entre otras acciones.

Actividades de divulgación científica llevadas a cabo en la provincia de Alicante / Varios autores *

Otra de sus labores, añade la técnica de comunicación, es la programación de actividades de divulgación científica como talleres, concursos, charlas, jornadas o cursos en colaboración con investigadores de la UA. Algunas actividades divulgativas están dirigidas al público general, como Geolodía o La Noche Europea de los Investigadores, mientras que otras, como Astropeques o El Pati de la Ciència, están enfocadas al fomento de las vocaciones científicas y el interés por la ciencia en el público infantil y juvenil. Isabel Abril, catedrática de Física Aplicada, es coordinadora de esta última, además de un referente en la divulgación científica en la UA. La también organizadora del curso Divulgar Ciència en el Segle XXI, mención de honor del concurso internacional de divulgación Ciencia en Acción, señala la ambivalencia de estas acciones: “La Unión Europea necesitará el recambio de muchísimos científicos de aquí a veinte años”, no obstante, “la cultura científica es importante” independientemente de ello, ya que “aunque no acaben siendo científicos, estos niños y niñas pueden, entre otros aspectos, ser en un futuro los políticos responsables de la legislación científica”. 

La nota agridulce se da en otros canales como la radio o los museos. Según el modelo de Laspra, estos factores no han mostrado tener impacto en el nivel de alfabetización científica. La investigadora se apoya en Carolina Moreno, catedrática de Periodismo, para señalar que en el caso de la radio puede deberse al uso de los contenidos científicos como una “nota de color, que fantasea con la ciencia en exceso y utiliza una terminología poco precisa y exacta”. Al respecto de los museos, Laspra señala que “proporcionan información en abundancia”, algo que queda patente con la amplia actividad del Parque de la Ciencias de Granada: campamentos de verano, exposiciones temporales, ventanas a la ciencia, talleres, programas de planetario, núcleos zoológicos o contenidos permanentes, cita Lourdes López, Técnica de Comunicación del mismo. Sin embargo, “en el imaginario colectivo no figuran como espacios donde satisfacer la curiosidad”, señala Laspra, viendo en ello “un nicho de oportunidades”. 

“Estamos trasladando una imagen demasiado tradicional de la ciencia. No podemos ocultar sus  riesgos, incertidumbres y limitaciones”

J.A. López Cerezo

Pensamiento crítico y decisiones informadas

El fomento de actitudes críticas presenta algunas debilidades, defiende López Cerezo. Por un lado, la escasa presencia de contenidos metacientíficos. Lourdes López, que se dedica a la comunicación pública de la ciencia desde 2001, comenta que “la metodología prácticamente nunca es motivo de noticia en prensa, exceptuando los temas polémicos”. Al respecto, María Martín sostiene que en UADivulga encuentran algunas limitaciones en la difusión de metodologías: “Muchas están patrocinadas, forman parte de proyectos europeos o están vinculados a una patente”. Por otro lado, el catedrático de Filosofía de la Ciencia señala que se está trasladando una imagen de la ciencia “demasiado tradicional, con una sola voz y que ofrece un conocimiento infalible”, en la que “no se muestran las limitaciones, riesgos e incertidumbres derivados de la extrema complejidad de los problemas a los que hace frente”.

En cuanto a la dimensión práctica de la apropiación, los expertos en ciencia, tecnología y sociedad coinciden en que es necesario fomentar el protagonismo activo de la ciudadanía en la toma de decisiones. Laspra defiende que los museos de ciencia y tecnología son lugares adecuados para incorporar la voz pública por su gran aforo, disponibilidad de recursos tecnológicos, flexibilidad horaria, personal especializado y acceso a expertos. López, Técnica de Comunicación, recuerda que en el Parque de las Ciencias se han llevado a cabo proyectos europeos de participación ciudadana como Sparks, INPROFOOD o VOICES y actualmente se están desarrollando otros como LIFE Adaptamed, SYSTEM y SPACEEU. Estas actividades comparten temáticas de interés social como el cambio global, el reciclaje, la alimentación o la ciencia ciudadana, combinando la ciencia diaria y la ciencia con mayúsculas. Así, se ve cumplida la máxima educativa de “empezar por lo conocido para llegar a lo desconocido”, que Laspra defiende. Por su parte, López considera que estas actividades desempeñan un “papel fundamental en la implementación de la investigación e innovación responsables mediante la implicación de los ciudadanos en todas las fases del proceso científico”. De hecho, en el mismo centro cuentan también con un un Consejo Infantil y Juvenil que participa y asesora las actividades, contenidos y temas desde 2004.

Profesionales consultados (de izq. a dcha. y de arriba a abajo): J.A. López Cerezo, B. Laspra, I. Abril, M. Martín, L. López, R. Pérez / Varios autores **

La comunidad científica y el sector de la comunicación se han centrado en transmitir el qué. Tanto, que han olvidado que el factor común de la actividad científica es, desde la enunciación del método, una cuestión del cómo. Involuntariamente, se ha cultivado una imagen dogmática de la ciencia, capaz de elevar a una categoría cuasi divina una actividad humana y, por tanto, imperfecta. Puede resultar paradójico y difícil de deglutir que, abanderando la ciencia, se pueda caer en el dogmatismo. No obstante, la filosofía está acostumbrada a poner las creencias más asentadas del ser humano contra las cuerdas. Y por eso hace falta. Quizá sea sintomático de una disciplina obcecada en los resultados. Mientras tanto, disfrutemos el camino.

* Diario Información, Universidad de Alicante, Iambiente, Ciencia en Acción, Astroingeo
**  Universidad de Oviedo, Belén Laspra, Francisco Conca, E. Tortosa, Parque de las Ciencias, Paloma López Learte


El abandono del barbecho pone en peligro la comunidad de aves agrarias

Un estudio elaborado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid y publicado en Scientific Reports alerta de la estrecha relación que hay entre la pérdida de barbechos y la disminución de las poblaciones de aves agrarias en España. Los resultados obtenidos respaldan la necesidad de una nueva Política Agrícola Común (PAC) que garantice la presencia de tierras en barbecho bien gestionadas en todos los agroecosistemas europeos para que estas comunidades de aves no desaparezcan.

La explotación intensiva de los campos de cultivo genera cambios a pequeña y gran escala en el entorno. A pie de parcela provoca un aumento en el uso de agroquímicos – herbicidas, fungicidas, pesticidas, fertilizantes – y la roturación continuada del suelo a causa del arado. A mayor escala disminuye la heterogeneidad del paisaje, que pierde elementos importantes como los márgenes de cultivo o los barbechos. Y la consecuencia última de todo ello es la pérdida de hábitats que conduce a una pérdida de biodiversidad vegetal y animal.

Juan Traba y Manuel B. Morales – profesores titulares del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y miembros del Grupo de Investigación de Ecología y Conservación de Ecosistemas Terrestres (TEG-UAM) – firman este novedoso estudio cuyos resultados no dejan lugar a dudas: la desaparición del barbecho viene acompañada de una caída en los índices de abundancia de las aves agrarias.

Los barbechos son tierras en descanso que dejan de sembrarse por períodos mínimos de un año. Constituyen “hábitats seminaturales que conservan su estructura de herbazales, con vegetación natural formada por plantas arvenses”, comenta Manuel B. Morales. En estos espacios muchas aves agrarias encuentran los recursos de los que depende su supervivencia: maleza, semillas, insectos o cobertura vegetal; por ello constituyen hábitats críticos.

En España, las tierras en barbecho han disminuido cerca de 1.1 millones de hectáreas en los últimos 15 años y se debe, principalmente, a la intensificación de la agricultura. “No solo hay muchos menos barbechos, los que quedan están mucho más tratados, mucho más intensificados, y eso los hace hábitats inadecuados para la mayor parte de las especies”, añade Juan Traba.

Sisón común (Tetrax tetrax) / Fuente: SEO/Birdlife

La Península Ibérica acoge la mayor población europea de aves agrarias catalogadas como amenazadas. Entre ellas se encuentra el sisón común (Tetrax tetrax), declarada Ave del Año 2017 e incluida en el Anexo I de la Directiva Aves de la Unión Europea. Para Juan Traba es “una especie paradigmática”; está estrechamente vinculada al barbecho y su población “ha declinado en torno al 50% en los últimos 10 años en el conjunto de España, llegando al 80% en algunas regiones como Castilla-León, Navarra o Extremadura. En Galicia o La Rioja ha desaparecido”, remarca Manuel B. Morales.

“Hay más especies”, apunta Traba, y añade: «Nos están llamando la atención de que algo grave está ocurriendo en el medio natural, especialmente del que sale la mayor parte de la dieta que consumimos”. Para el investigador es fundamental tener en cuenta que el sistema agrario dominante en España son, precisamente, las estepas cerealistas.

A pesar de los esfuerzos llevados a cabo desde la Unión Europea (EU) para evitar la situación, el declive de las poblaciones de aves agrarias es un hecho extensivo a todo el continente. La posible solución: “No sólo se trata de recuperar superficies de barbechos, si no de que sean ecológicamente funcionales. Esa es la clave”, incide Traba. “Para eso es importante mantener la base de la cadena trófica, la producción primaria – las plantas arvenses – que sustenta todo lo demás, incluidas las aves”, añade Morales.

Y para conseguirlo los autores advierten de la necesidad de regresar a los niveles de cobertura de barbechos previos al 2008, año en que se abolió la obligatoriedad de mantener, al menos, un 10% de la superficie cultivable en reposo.

Estos días se reúne el Consejo de Ministros de Agricultura y Pesca de la EU para debatir las nuevas estrategias que formarán la próxima PAC 2020. “Esta puede ser una buena oportunidad para introducir una gestión del barbecho más adecuada dentro de los eco-esquemas”, comenta Manuel B. Morales.

“Este artículo viene a constatar a gran escala, utilizando datos tanto de aves como de tendencias agrarias del conjunto del país, una relación que ya se conocía a escala local y regional”, apunta Morales. La investigación se ha llevado a cabo mediante análisis estadístico a través del recurso de regresión lineal simple, un modelo matemático sencillo que enfrenta dos variables para ver la relación que hay entre ellas. En este caso, la superficie agrícola y la población de aves.

Ambos autores coinciden en que este es un trabajo muy contundente, que arroja pocas dudas sobre la relación entre barbechos y tendencias poblacionales. “Para tomar decisiones no hace falta más. Indica claramente cuál es el problema y cuál puede ser la solución”, concluye Juan Traba.

‘El Periodismo Científico es la estrella de la comunicación en el siglo XXI’, sostiene Antonio Calvo Roy


Antonio Calvo Roy durante su clase magistral. Fuente: Sede Universitaria Ciudad de Alicante

Antonio Calvo Roy, presidente de la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC), resaltó la importancia del periodismo científico para la sociedad en una conferencia organizada por la Universidad de Alicante y abierta al público en general. El periodista científico también abordó el imprescindible papel que comunicadores e investigadores desempeñan en la transmisión del conocimiento experto. Para Calvo Roy, esta disciplina es la estrella de la comunicación del siglo XXI.

‘Hoy no es posible entender el mundo sin la ciencia’, afirmó Antonio Calvo Roy al inicio de su masterclass. Para el experto, una sociedad que depende cada vez más de la ciencia y la tecnología requiere y merece estar informada. ‘Es necesario divulgar la ciencia para que los ciudadanos puedan decidir y votar en consecuencia. Si esto no existe, hay un grave déficit democrático’, subrayó el periodista.

Según el presidente de la AECC, tanto los periodistas como los investigadores ‘están comprometidos y concernidos’ con la tarea de trasladar al público los resultados de la actividad investigadora; ambos se necesitan mutuamente para ‘crear una cultura científica y técnica en la sociedad’.

Destacó el papel de los periodistas científicos en el proceso, quienes deben informar al tiempo que entretener a la población. Para ello, necesitan hacer las preguntas oportunas, contrastar las respuestas y darlas a conocer de forma sencilla. Esta actividad es ‘una de las que más creatividad e imaginación exige’, según Calvo Roy.

El divulgador apeló al rigor informativo y a la especialización de los profesionales en comunicación; que, a su juicio, consiste en ‘tener los conocimientos y las destrezas adecuadas para ser capaz de contar en un lenguaje que todo el mundo pueda entender, algo que de partida es tan abstruso como un artículo científico’.

En cuanto a los científicos, Antonio Calvo declaró que ‘se ven beneficiados por las cuestiones de la comunicación’. El experto sostuvo que ‘es muy rentable emplear tiempo, dinero e ingenio en contar muy bien las cosas y hacerlo, a poder ser, con la colaboración de los expertos en comunicación científica ‘. Contar excelentes historias permite acceder a fondos públicos con los que seguir investigando. Es lo que, según su criterio, ha favorecido que proyectos como Atapuerca, Genoma Humano o la NASA lleguen al gran público.

¿Y cómo comunicar la ciencia?, ‘Por tierra, mar y aire; con todos los instrumentos que están a nuestro alcance. Y las redes sociales son muy importantes para esto’, sentenció el periodista. 

Los asistentes tuvieron la posibilidad de hacer preguntas al experto al final de su discurso. Ante un aforo preocupado por la proliferación de noticias falsas en la red, Antonio Calvo Roy no dudó en reiterar que es posible combatir la desinformación y captar la atención de los lectores ‘con rigor e imaginación, de forma sencilla, amena y atractiva’, y subrayó: ‘Debemos perder el miedo a contar las cosas de forma suave’. Para el periodista, quienes manejan las redes de instituciones deben buscar la veracidad al tiempo que titulan con gracia, algo que Agencia SINC resuelve muy bien.  

La clase magistral tuvo lugar el pasado viernes 22 de marzo en la Sala Altamira de la Sede Universitaria Ciudad de Alicante y pudo seguirse a través del servicio de videostreaming – servicio de retransmisión en directo – de la Universidad de Alicante. Titulada ‘Periodismo Científico: una especialidad para el siglo XXI’, esta ponencia forma parte del ciclo de conferencias sobre comunicación y divulgación de la ciencia.

“La investigación científica es difícil, pero el deporte o la música también”

ENTREVISTA | Isabel Abril Organizadora de Actividades de Divulgación Científica

La catedrática considera importante fomentar el interés científico infantil independientemente del camino profesional

Isabel Abril en su despacho / Francisco Conca

Isabel Abril, además de catedrática de Física Aplicada en la Universidad de Alicante, es la responsable de la organización y la coordinación de diversos proyectos de divulgación que fomentan el acercamiento entre la ciencia y la sociedad. Desde 2005, ha dirigido actividades enfocadas tanto a público infantil como adulto en las que la lengua valenciana tiene un papel protagonista. Entre ellas se encuentran el programa de divulgación científica El Pati de la Ciència o la edición alicantina de La Nit Europea de la Investigació, además de los cursos La Ciència pren la paraula y Divulgar Ciència al Segle XXI. En esta ocasión deja a un lado sus labores científicas y acoge en su despacho al redactor de Metacomunico para reflexionar sobre el papel de la ciencia básica, la espectacularidad y la desmitificación de la ciencia en la divulgación científica.

¿Cuál es el objetivo de las actividades divulgativas enfocadas al público infantil?
El objetivo general es fomentar el interés por la ciencia en los niños y niñas. Creo que los investigadores no hemos hecho la divulgación adecuada, y, como resultado, la sociedad percibe la ciencia como algo muy difícil. La investigación científica es difícil, pero el deporte o la música también. Una cosa es hacer una carrera o un partido de fútbol y otra cosa es llegar a ser como Messi. En ciencia es igual. No sólo queremos estimular las vocaciones científicas para que los niños sean científicos de mayores, también queremos que los que no vayan a serlo tengan interés por la ciencia. Es importante que les guste la ciencia igual que a muchos nos gusta la música, el teatro o la literatura sin ser músicos, dramaturgos o literatos. Muchos de ellos pueden llegar a ser, por ejemplo, los políticos que decidan la financiación científica. Por otro lado, sabemos que hay muy poca gente que quiere estudiar ciencia, lo cual es ciertamente extraño, me chirría, ya que realmente vivimos en una sociedad muy tecnocientífica.

En “El Pati de la Ciencia” participan escolares de 6 a 16 años / Universidad de Alicante

Usted fue premiada con la Mención de Honor del apartado “Física en la Sociedad” en el concurso Ciencia en Acción por la organización del programa de actividades infantiles El Pati de la Ciència. ¿Cómo surgió este proyecto? 
Es un proyecto de divulgación científica que nació en 2005. Muchos físicos queríamos celebrar el Año Internacional de la Física llevándola fuera de los despachos y los laboratorios. Vimos la oportunidad en un programa de La Escual de Verano de la UA. Se nos ocurrió incorporar la ciencia, haciendo que los niños vieran experimentos e hicieran actividades relacionadas de una manera lúdica. 

¿En qué consiste?
Es un programa con diferentes actividades que se llevan a cabo en el mes de julio. Por un lado tenemos los espectáculos científicos con experimentos sorprendentes. Cada año hacemos uno de física, otro de química y otro de matemáticas. Yo lo coordino pero lo llevan a cabo diferentes divulgadores, que son muy buenos y que varian, junto a sus espectáculos, en cada edición. Está dirigido a niños de 6 a 16 años, que muchas veces repiten. También hacemos talleres científicos como Jocs de ciencia, que están coordinados por Rafael García Molina de la Universidad de Murcia. Se diseñan varios experimentos para que los lleven a cabo los niños con apoyo de monitores científicos, que son alumnos de la Facultad de Ciencias. El objetivo es que comiencen a hacerse preguntas y a desarrollar hipótesis, fomentando el método científico y el pensamiento crítico. Otra actividad es la elaboración de camisetas científicas. Cada año escogemos a un científico y el dibujante del diario Información Enrique Pérez hace una ilustración suya en estilo comic que los niños llevan en una camiseta. Así les hacemos ver que los científicos son algo cercano. Primero hicimos a Albert Einstein, que ha quedado como el logo de El Pati de la Ciència. En el año 2006 escogimos a Santiago Ramón y Cajal porque era el centenario de la concesión del premio Nobel. Por último, regalamos un juguete científico diferente cada año, como peonzas luminosas o muñecos equilibristas. Esto les transmite la idea de que la ciencia es cotidiana y está presente incluso en lo que más les gusta. 


Ilustración de Enrique Pérez para la impresión de camisetas / VEU Revista Cultural de la UA

 Las camisetas también sirvieron para visibilizar a mujeres científicas 
Así es, tratamos de poner en valor el papel femenino en la ciencia porque somos las grandes olvidadas. Recuerdo que una niña pequeña me dijo “¿Es que no hay mujeres científicas?”. La tercera camiseta fue sobre Marie Curie y la cuarta sobre Hipatia de Alejandría, aprovechando la película de Ágora. También hemos hecho a Rosalind Franklin o Margarita Salas. Intentamos combinar los géneros. Este año tenemos a Stephen Hawking, que ha sido un referente en la física tanto por lo su faceta investigadora como divulgadora.

Otro elemento de las actividades infantiles es la espectacularidad.
Jugamos con la baza de que los seres humanos dirigimos la atención hacia cualquier cosa que se salga de lo común. Como el público objetivo son los niños, explotamos su naturaleza especialmente curiosa dirigiéndola hacia la ciencia para que la empiecen a considerar cultura. En general, cuando queremos culturizar a nuestros hijos los llevamos a ver cuadros, al conservatorio, estimulamos la lectura, etcétera, pero la ciencia queda en segundo plano. Queremos transmitir una idea de la ciencia como interesante y divertida. Más tarde, cuando vayan al colegio o al instituto, pueden estar interesados por la física, química o biología que les explica el profesor porque tienen una visión previa agradable, pensando: “Esto me interesó”.

La espectacularidad es un recurso común en las actividades divulgativas infantiles

No obstante, la ciencia no siempre es agradable. También conlleva riesgos e incertidumbres.
Tratamos de transmitir que la ciencia en sí misma no es ni buena ni mala, que depende de cómo se utilice. El descubrir y el entender es algo neutro. La energía nuclear, por ejemplo, es sólo una herramienta, que desgraciadamente ha sido utilizada para crear una bomba atómica que ha matado a mucha gente. 

Por un lado viene el descubrimiento y, por otro, su aplicación.
La ciencia básica es imprescindible, pero mucha gente no comprende que es la base de una pirámide. Es la ciencia aplicada del futuro. De repente, llega un genio y descubre una aplicación fenomenal, pero para ello tiene que tener un background imprescindible. Muchas veces el gobierno se olvida de estos aspectos. Se centra en la transferencia de tecnología, que está muy bien, pero olvida que la ciencia básica es fundamental a largo plazo y no se puede financiar a cuatro años vista.

A algunos adultos ajenos al ámbito científico les haría bien acudir a actividades de divulgación 
Desde el 2013 al 2017 organizamos una serie de cursos contra las pseudociencia llamados La ciencia pren la paraula: els problemes socials de les pseudociències en los que la mitad del público no era del ámbito científico. Venían personas interesadas en la ciencia de cualquier ámbito profesional y educativo. En ellos tratamos de poner en valor la ciencia y desmontar todos los engaños y estafas que se llevan a cabo en el ámbito de las pseudociencias. Hay mucha gente que se es estafada e incluso muere porque se ha dejado convencer y ha abandonado las terapias de la medicina científica. El año pasado comenzamos a impartir el curso Divulgar Ciència en el Segle XXI. Consiste en conferencias de una hora complementadas con media hora de debate entre los asistentes y el ponente. Este año las temáticas son la nanotecnología, la tabla periódica como icono cultural, la importancia de Darwin, la energía y la materia oscura. Vendrán como invitados, entre otros, Manolo Seara, director del programa de RNE “A hombros de gigantes”. Otro proyecto divulgativo en el que pueden participar adultos es La Nit Europea de la Investigació, en el que he colaborado organizando los stands científicos. Quiero añadir que la UA siempre ha brindado una ayuda económica imprescindible para llevar a cabo este tipo de propuestas.

En septiembre se realiza una nueva edición de Divulgar Ciència en el Segle XXI / RUA

La edición de El Pati de la Ciencia 2019 acaba de realizarse. ¿Qué otras actividades hay programadas?Este año hemos llevado a cabo varios espectáculos científicos en el marco de El Pati de la Ciència:  uno sobre electromagnetismo, otro sobre materiales sorprendentes y un tercero de matemáticas muy original. La próxima cita es en septiembre, con el curso Divulgar Ciència en el Segle XXI, al que se puede acudir tanto en formato presencial como online. Las conferencias se publican posteriormente en el repositorio de la UA para que cualquier persona pueda tener acceso a ellas.



Lourdes López: «El público participa, aprende y reflexiona en los museos científicos»

ENTREVISTA | Lourdes López Técnico de Comunicación del Parque de la Ciencias de Granada

La periodista defiende que la sorpresa lleva a la curiosidad y al interés

Lourdes López / Parque de las Ciencias

Lourdes López, periodista especializada en información científica, es Técnico de Comunicación del Parque de la Ciencias de Granada y autora de la tesis doctoral ‘Comunicación de la ciencia 2.0 en España: el papel de los centros públicos de investigación y las ediciones digitales de los periódicos de mayor audiencia’, que obtuvo con mención internacional y calificación cum laude. Desde 2001 ha desarrollado su carrera profesional en el ámbito de la comunicación pública de la ciencia en medios de comunicación y universidades andaluzas. Defiende que la curiosidad y la sorpresa que produce el conocimiento no desaparecen con la edad y que el impacto que la ciencia tiene en todos los ámbitos de la sociedad actual la convierte en un tema de interés para todos los ciudadanos, que tienen el derecho de estar formados e informados para tomar decisiones en materia científica que respondan a sus necesidades, valores y expectativas.

El Parque de las Ciencias de Granada alberga una gran cantidad de exposiciones y actividades. ¿Cómo seleccionan los contenidos científicos?
Los museos de ciencia y tecnología deben poner el foco en aspectos como la educación formal, la no formal y la informal, la implicación del público, la formación de capital científico, la inclusión y el fomento de la cultura científica. Todo ello además de responder a criterios periodísticos como la noticiabilidad o el interés del público, puesto que son entidades de comunicación pública de la ciencia que implican agentes institucionales y sociales.

Ciertamente son muchos criterios.
Los museos de ciencia aglutinan todas estas funciones por dos motivos. En primer lugar, al igual que los medios de comunicación, deben atender a los temas que son de interés del público y de interés público. En segundo lugar, se dedican a la educación no formal e informal de ciencias para todos los públicos organizando actividades, talleres y programas que complementan el currículum educativo de Science, Technology, Engineering and Mathematics (STEM), trabajando estrechamente con el sistema formal. También, participan en proyectos que unen a científicos y ciudadanos, facilitando que estos últimos sean actores del proceso de investigación. Asimismo, favorecen la inclusión organizando actividades abiertas a todos los públicos, fomentando la cultura científica a lo largo de toda la vida, sin límite de edad.

Público de diferentes edades interactuando con las instalaciones /  Parque de las Ciencias

En prensa se tienen en cuenta otros aspectos.
En el caso del periodismo científico, los criterios a los que debe responder la cobertura de la información científica son los mismos que para cualquier otra área periodística: actualidad, proximidad, prominencia, curiosidad, conflicto, suspense o emoción. Son las normas que rigen la información, por lo que no toda la ciencia responde a uno de estos indicadores.

Un elemento muy explotado en periodismo científico, relacionado con el suspense, la emoción y la curiosidad, es la sorpresa.
Basándome en mi experiencia, en prensa, la curiosidad y la sorpresa se fomentan siempre que lo que se comunique tenga conexión directa con los intereses sociales. Buenos ejemplos son noticias recientes como la fotografía del agujero negro que no solo ocupó las portadas de los principales periódicos nacionales, fue noticia de los informativos de radio y televisión, sino que además fue tema de conversación para la población general. En este caso la curiosidad por lo desconocido, lo que hay más allá de las fronteras de la Tierra, llamó muchísimo la atención. Esto ocurre con todos los contenidos relacionados con la astronomía y la astrofísica. Otro tema que despertó la curiosidad e interés, que fue de las noticias más leídas, fue la modificación genética realizada por el científico chino a dos bebés. En este caso al desconocimiento se le unió el impacto ético, social y sobre la salud que este tipo de técnicas pueden tener en el presente y en futuro.

“Si somos capaces de transmitir el impacto del desarrollo científico en nuestras vidas, el interés está asegurado”

¿Se utiliza también la curiosidad en los museos de ciencia y tecnología?
En cuanto a los museos de ciencia, todos los espacios, contenidos y actividades están pensados y diseñados para despertar la curiosidad y la sorpresa. Es sorprendente y emocionante ver cómo, por ejemplo, ante un módulo de agujero negro, se sorprenden del mismo modo un anciano de 80 años que un niño de 3. De esa sorpresa, nace la curiosidad y de la curiosidad las ganas y el interés por profundizar en el conocimiento.

Para generar sorpresa se suelen utilizar contenidos espectaculares, con los que algunos expertos se muestran críticos. 
Depende del significado de espectacularidad. En el sentido positivo de la palabra hay muchos hallazgos científicos que son y han sido espectaculares porque han mejorado y cambiado el curso de la humanidad y esos por si solos captan el interés de la sociedad si se explican de una forma cercana. Creo que los medios de comunicación serios y los periodistas especializados no utilizan este recurso en el sentido negativo de la palabra. Por eso, además de fomentar la cultura científica, es importante promover el espíritu crítico de los ciudadanos para discernir lo que es pseudoinformación de información seria y rigurosa.

La visita al Planetario puede ser una experiencia espectacular / Parque de las Ciencias

¿Se promueve el espíritu crítico desde los museos de ciencia y tecnología?
En los museos, incluido el Parque de las Ciencias,  hay múltiples formatos que fomentan el pensamiento crítico porque en todos ellos el ciudadano participa, reflexiona y aprende a partir de su propia experiencia. Algunos ejemplos son talleres, exposiciones, cafés científicos, proyectos de ciencia ciudadana, encuentros con científicos o ferias de ciencia. Los reversed science cafés y las speed talks son metodologías de participación y encuentro entre público y científicos que propician una interacción bidireccional. En ellos ambas partes conversan y dialogan, enriqueciendo y favoreciendo el aprendizaje mutuo. El proyecto europeo SPARKS publicó un toolkit al respecto cuya consulta puede ayudar a conocerlos mejor.

Algunos expertos ven en los contenidos metacientíficos una herramienta para el fomento del pensamiento crítico y la apropiación social de la ciencia. 
Estoy de acuerdo en que también es muy importante divulgar los contenidos sobre la actividad científica, el método científico, el proceso de producción científica, no sólo por una cuestión de apropiación, sino también por una cuestión de adquisición de herramientas para hacer frente a la desinformación. En los últimos años, estamos asistiendo a la proliferación de información falsa en todas las áreas y también en ciencia. La mayoría de esta información llega a través de redes sociales y son transmitidas por redes de confianza que otorgan cierta credibilidad a contenidos pseudocientíficos. Algo que se puede frenar si uno tiene formación e información sobre el método científico y sabe que unos resultados creíbles y rigurosos están sustentados en un largo y arduo proceso de investigación. Además, esos resultados son creíbles en tanto en cuanto han sido evaluados-aprobados por la comunidad científica a través de su publicación en revistas científicas de alto impacto, presentación en congresos, etc. El mejor arma contra la desinformación es, sin duda, la formación en todos los aspectos de la ciencia.

El proyecto SPARKS implica a la ciudadanía en el I+D+i científico y tecnológico / Sparks Project

¿Se utilizan los contenidos metacientíficos en prensa?
En el caso de los medios, la metodología prácticamente nunca es motivo de noticia a no ser claro que sea un tema polémico como la modificación genética. Es muy difícil encontrar en una noticia alusión al método empleado, cuando en cierto modo es lo que marca la rigurosidad de los resultados que se están divulgando en la noticia. En cuanto a la legislación, depende del impacto. Sí se trata en temas muy sociales como la salud o la tecnología. Como decía, temas como la modificación genética o las células madre siempre van a tener cabida en una noticia.

Entonces se cumple la premisa de que cuanto más cercano es el tema para el público, más interés genera…
Si se hace partícipe al público y se le acerca la ciencia mostrándola como un elemento que está en todas y cada una de sus acciones cotidianas e influye en su bienestar y calidad de vida, tiene interés para todos. Pierde interés en el momento en el que se ve como algo lejano, complejo e incomprensible. Sin embargo, todo el desarrollo científico tiene impacto directo o indirecto en nuestras vida, por eso si somos capaces de transmitirlo con este enfoque el interés está asegurado. 

En la Feria de la Ciencia del Parque de las Ciencias 2019 la ciudadanía se implicó masivamente.
Efectivamente, la Feria de la Ciencia es un ejemplo de implicación social en la comunicación científica y un medio inmejorable para fomentar vocaciones en los más jóvenes. Todas las ediciones son un éxito de público y de participación, la de este año ha reunido a más de 1.400 participantes, entre docentes, estudiantes e investigadores de todas las provincias andaluzas que han presentado sus experiencias científicas en el museo. Además, ha recibido más de 13.000 visitas. 


Escolares durante la Feria de la Ciencia 2019 / Parque de las Ciencias

¿Comparte con Belén Laspra que los museos son lugares adecuados para incorporar la voz pública en la toma de decisiones sobre temas de relevancia social?
Por supuesto que sí. Los museos de ciencia son lugares de encuentro entre la comunidad científica y la sociedad general. Además, son espacios concebidos para reflexión y para el desarrollo del pensamiento crítico. De hecho, los museos de ciencia están desempeñando un papel fundamental en la implementación de la investigación e innovación responsables, que implica a los ciudadanos en todas las fases del proceso científico. El Parque de las Ciencias participa en diferentes proyectos europeos que incluyen acciones encaminadas a este fin. Algunos como Sparks, INPROFOOD o VOICES, financiados por la UE, ya fueron realizados. Otros, como el proyecto LIFE Adaptamed, financiado por el programa europeo LIFE, o los proyectos SYSTEM y SPACEEU,  se están desarrollando actualmente financiados por el programa Horizon 2020. Además de estas experiencias realizadas en torno a diferentes temas de interés social como el cambio global, el reciclaje, la alimentación o la ciencia ciudadana, el museo cuenta desde el el año 2004 con un Consejo Infantil y Juvenil que participa y asesora en las actividades, contenidos y temas que se abordan en el museo.

¿Qué actividades tiene programadas el Parque de las Ciencias de Granada para el verano de 2019?
El Parque de las Ciencias es un museo vivo en continua evolución, con una actividad constante. Entre las actividades del verano destacan los campamentos de verano para los más pequeños ‘Verano con ciencia’, las exposiciones temporales ‘Play. Ciencia y Música’,  ‘WOW. Las maravillas de la vida salvaje’, ‘Tecnología para la salud’ y ‘Anfibios y reptiles ibéricos’, la ventana a la ciencia ‘Evolución y conservación de las plantas de la Universidad de Sevilla’, los talleres de las exposiciones temporales, programas de Planetario como ‘Beyond the sun. En busca de una nueva Tierra’ o ‘Escher. Universos infinitos’, el BioDomo, el Mariposario Tropical, los contenidos permanentes de los Pabellónes ‘Viaje al Cuerpo Humano’; ‘Cultura de la Prevención’; ‘Eureka’; ‘Percepción’; ‘Biosfera’; ‘Explora’; ‘Explora el desván del cuerpo humano’ y mucho más que puede consultarse en la web del museo o en sus perfiles sociales de Facebook y Twitter

Colocación de una banderola gigante con motivo del Día de Andalucía / Parque de las Ciencias



María Martín: “La ciencia es cultura, sin duda alguna”

ENTREVISTA | María Martín Directora de la Unidad de Comunicación de la UA

La periodista cultural sostiene el papel imprescindible de la ciencia para el desarrollo humano

María Martín / E. Tortosa

María Martín es la directora de la Unidad de Comunicación de la Universidad a la que pertenece UA Divulga, el nombre con el que la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (UCC+i) de la Universidad de Alicante quiere darse a conocer públicamente. Las UCC+i son organismos cuyo objetivo es hacer de nexo entre la comunidad científica y la sociedad civil para propiciar un acercamiento mutuo. Los pilares de estas unidades con apoyo gubernamental desde 2007 son el periodismo, la divulgación, la comunicación y la investigación sobre los puntos anteriores. La comunicadora explica los objetivos y la actividad de la UCC+i de la UA, además de reflexionar al respecto de los formatos y contenidos de uso común en divulgación científica.

Buena parte de la sociedad está de acuerdo en que “las ciencias” y “las letras” son disciplinas opuestas. La concepción de ambas como compartimentos estancos es un estereotipo contemporáneo que hunde sus raíces en la muy criticada conferencia “Las dos culturas”, pronunciada por el físico y escritor C.P. Snow hace ya sesenta años. En una sociedad como la actual, en la que la transversalidad es una competencia en demanda creciente, estas barreras se difuminan. Quizá, esta visión polarizante sea la responsable de que la ciencia no sea considerada cultura por gran parte de la población. Si preguntamos a la ciudadanía por las prácticas culturales en las que invierte su tiempo hábitos como escuchar música, leer e ir al cine son un lugar común. Algunos menos comentan su asistencia a espectáculos (teatro y conciertos) y la visita a monumentos y yacimientos, seguidos de cerca por los que declaran visitar museos, exposiciones y galerías de arte. La presencia de contenidos científicos es secundaria o residual en estos formatos, ocupando siempre puestos de la zona media o baja de la tabla. Así lo refleja la última Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España realizada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte entre 2014 y 2015.

Izquierda: Hábitos y prácticas culturales (en porcentaje, anual) / Elaboración propia. Fuente: MECD
Centro: Asistencia a museos por tipología (En porcentaje, anual) / MECD 
Derecha: Libros divulgativos leídos por temática (en porcentaje, trimestral) / MECD 

Por su parte, la técnica de la UCC+i de la UA sostiene firmemente que “la ciencia es cultura, sin duda” y apunta que cada vez más Unidades pretenden “aumentar la presencia de la ciencia en la cultura”. El objetivo esencial de UA Divulga, defiende Martín, “es acercarse a la ciudadanía devolviendo el input y la confianza que deposita en la comunidad científica”. Para que revierta adecuadamente, considera imprescindible transmitir los procesos investigadores y los resultados que se dan en el día a día de aulas y laboratorios de la Universidad, pero también hacer “comunicación pura y dura” de conocimientos científicos ya asentados. Para conseguirlo, “hay que tener en cuenta tanto el público como la acción y el mensaje que se quiere transmitir”, apunta la periodista suscribiendo las directrices del Libro Blanco de las UCC+i. Uno de sus múltiples públicos objetivo son los medios y agencias de comunicación, que a su vez actúan de “voceros de su actividad”, para los que se elaboran notas de prensa y material audiovisual “con adecuado rigor periodístico y científico”, sostiene. El público general es el objetivo de acciones como “Geolodía”, mientras que el infantil y juvenil es otro sector “fundamental para el desarrollo de nuevos talentos”, para lo que desarrollan actividades específicas como, “El Pati de la Ciència” o “Astropeques”, según la comunicadora, “enfocadas a la estimulación de vocaciones científicas”. Por su parte, intentan hacer partícipe al personal docente e investigador, que en muchas ocasiones ya estaba haciendo por su cuenta acciones divulgativas, indica Martín, brindándoles apoyo en la difusión de la ciencia y la tecnología. Un ejemplo de ámbito interuniversitario es “La Noche Europea de los Investigadores”, comenta la periodista. Otro público objetivo de la actividad de UA Divulga citado por Martín es el sector empresarial, “fundamental para la transferencia del conocimiento”. Para alcanzar a este sector y apoyar la labor que se realiza en las Oficinas de Transferencia de los Resultados de Investigación (OTRIs), “la Unidad pone en valor la investigación, el desarrollo y la innovación, a partir de los resultados conseguidos en las facultades”, apunta. 


Fotografía tomada durante el “Geolodía” 2018 / Repositorio de la Universidad de Alicante

En entrevistas anteriores para #Metacomunico se comenta la importancia de transmitir no sólo los contenidos científicos -resultados de investigación- sino también los metacientíficos -procesos de investigación, legislación, etc.- para fomentar el pensamiento crítico y la Apropiación Social de la Ciencia de forma integral. María Martín comenta que “en la medida de lo posible, se transmiten los procesos de investigación” pero que “hay que tener mucho cuidado con la difusión de las metodologías” ya que, frecuentemente, “están patrocinados, forman parte de proyectos europeos o están vinculados a una patente”. Esto es parte de su labor, que brinda “equilibrio a los intereses de los investigadores, la institución y el público”. La entrevistada comenta que en UA Divulga “las acciones de divulgación siempre llevan una comunicación en paralelo”. Destaca que una de las peculiaridades de UA Divulga es que la UCC+i está enmarcada en una Unidad de Comunicación global en estrechísima colaboración con el vicerrectorado de Investigación y Transferencia de Conocimiento, de manera que la capacidad de planificación y alcance es, a su juicio, “muchísimo más amplia”, lo que les permite hacer “una comunicación desde el principio del proyecto hasta los resultados”. En este sentido, la directora de la Unidad de Comunicación alaba la implicación de toda la cúpula del vicerrectorado en la creación de UA Divulga, “una apuesta firme y decidida”.

Con respecto a la utilización excesiva de la espectacularidad, Martín alerta sobre la posibilidad de que se pueda llegar a transmitir una imagen de la ciencia cercana a la magia y alejada de la realidad. La periodista coincide con el experto en ciencia, tecnología y sociedad José Antonio López Cerezo en que la solución a la inoportuna transmisión de esta visión distorsionada es mostrar la explicación detrás de cada demostración científica desvelando sus trucos, al contrario de lo que acostumbran a hacer los magos. Un ejemplo, cita la periodista, se da en la demostración “Matemagia: La magia de las matemáticas”, incluída en el programa “El Pati de la Ciència”. En ella, el público infantil asiste a un “truco de cartomagia” que no está fundamentado en otra cosa más que en operaciones aritméticas. Tras la sorpresa de los niños y niñas se explican los fundamentos matemáticos de lo que acaban de presenciar, evitando que atribuyan lo sucedido a fenómenos inexplicables. Martín se muestra también partidaria de utilizar la diversión como gancho para las actividades divulgativas, especialmente cuando están dirigidas al público infantil. “Ponerles una bata blanca y hacerles sentir científicos es una experiencia atractiva para padres e  hijos”, expresa, señalando que se trata de un estereotipo útil en esas edades. Más adelante, entrados en la adolescencia y juventud temprana, se deben mostrar progresivamente las dificultades de una carrera científica, afirma. Para ilustrarlo, pone como ejemplo la última “Noche Europea de los Investigadores”, en la que se realizó un taller de robótica en el que se evidencian “valores como la paciencia, la responsabilidad, la tolerancia al fracaso, la constancia y la competitividad” como componentes intrínsecos a la labor científica. Por todo ello, la comunicadora concluye: “no considero el adecuado uso de la espectacularidad o la diversión como una distorsión de la realidad”.


Vídeo de la actividad Matemagia: La magia de las matemáticas / Repositorio de la UA

María Martín destaca otro aspecto fundamental para llegar al gran público: “Hay que mirar a nuestro interlocutor a los ojos” y “bajar el nivel hasta hacerlo comprensible”. La periodista recalca que “esto no significa renunciar al rigor”, algo que provoca reticencias en muchos académicos, sino “tomarse ciertas licencias” como la utilización de símiles o elementos cercanos en lugar de terminología científica compleja, afirma. “Hay que perder el miedo a que alguien te escuche utilizar un lenguaje mucho más accesible y diga ¡qué barbaridad!”, comenta, apoyándose en palabras de Jorge Olcina a quien considera un referente en divulgación científica. El reconocido experto en climatología de la Universidad de Alicante, con el que han realizado algunas acciones para formar a investigadores locales, comparte la postura del descenso en los estándares terminológicos, indica Martín. Cuando Olcina trataba de explicar un fenómeno meteorológico de actualidad, añade la técnica, “muchos expertos se ponían en la tesitura de que si no era un fenómeno de gota fría de manual no se podía decir”. Él, sin embargo, era defensor de utilizar el término “aunque te estés saltando una de las reglas que hacen que científicamente lo sea”, ya que su filosofía es la de “introducir poco a poco determinados conceptos” para que la gente vaya perfeccionando paulatinamente su conocimiento, justifica la periodista de UA Divulga.

Al respecto de la situación actual de la UCC+i de la UA, María Martín recuerda que se trata de un proyecto todavía joven, con menos de un año de recorrido. Un aspecto fundamental, señala, consiste en que el eje de la comunicación lo llevan a cabo los técnicos de la Unidad, que son de formación periodística, pero el eje divulgativo es llevado a cabo por investigadores. Por ello, sus esfuerzos inmediatos se centran en la “actualización de un listado de expresiones de interés”, en el que tratan de registrar a todos los investigadores e investigadoras dispuestos a “canalizar sus inquietudes divulgadoras”, así como “la creación del portal UA Divulga para la recopilación y comunicación de estas acciones divulgativas”. Una de ellas es la próxima edición de “La Noche Europea de los Investigadores”, en la que han pasado de tener “únicamente profesores de la Facultad de Ciencias y la Escuela Politécnica Superior” a recibir solicitudes de “las facultades de Humanidades, Ciencias de la Salud, Derecho, Económicas o Educación”. “El flujo es constante, esta cultura está creciendo”, apunta. Por último, añade que “es una pena que esta labor se realice de forma altruista”, calificando como “caldo de cultivo favorable” el hecho de que la FECYT haya comenzado a reconocer las acciones divulgativas y de transferencia del conocimiento por parte de los investigadores. 

Captura del Directorio de UCC+i de España / FECYT

Estas acciones y reflexiones están enfocadas a aumentar la cuota de contenidos científicos en lo que la sociedad entiende por cultura, haciendo que en el subconsciente colectivo la palabra cultura evoque algo más allá de las bellas artes y las humanidades. Actualmente existen más de ochenta Unidades de Cultura Científica y de la Innovación en España, estando la mayoría de ellas vinculadas a universidades. 

«Un audio descontextualizado puede desinformar tanto como una noticia falsa»

ENTREVISTA | Rocío Pérez Periodista y coordinadora de MalditaCiencia

La periodista especializada en ciencia apunta que consumimos y reenviamos, realimentando la desinformación


Rocío Pérez / Fotografía por Paloma López Learte

La semana pasada la entrevista a Belén Laspra comenzaba con una cita célebre del padre del empirismo, Francis Bacon. En este caso el redactor se toma la licencia de ampliar la cita parafraseando a Robert Proctor, pionero en hablar de la agnotología: “El conocimiento es poder, pero la ignorancia, también”. La agnotología consiste en la creación deliberada de ignorancia, una táctica usada frecuentemente para manipular la opinión pública. Un ejemplo son las noticias falsas, sin embargo, la desinformación toma otras formas y no siempre tiene intenciones oscuras ni esconde autores tan influyentes como políticos o grandes empresas. Sea como fuere, los expertos en ciencia, tecnología y sociedad coinciden en la necesidad de ejercer el pensamiento crítico y posicionarse en una actitud de escepticismo leal para aumentar la Alfabetización Científica y la Apropiación Social de la Ciencia en la era de la comunicación 2.0. En palabras más llanas, contrastar el origen de la información recibida mediante una búsqueda activa permite a los individuos estar mejor informados y ser menos manipulables. 

En un mundo hiperconectado en el que se reciben grandes volúmenes de información de forma diaria esta tarea no siempre es fácil. Bien lo sabe Rocío Pérez, periodista científica en MalditaCiencia, la rama del medio sin ánimo de lucro Maldita.es encargada de comprobar la veracidad de la información científica que recibimos de maneras muy diversas. Además de combatir la desinformación mediante el periodismo de datos, es redactora de El Confidencial desde 2013 y colaboradora de medios como Jot Down, Agencia Sinc o el blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU “Mujeres Con Ciencia”. En esta entrevista profundiza en las actitudes y formatos en los que se presenta la desinformación, la crisis de confianza en los periodistas y medios de comunicación y la oportunidad que tienen para recuperar su credibilidad. 

La desinformación toma diferentes formas y utiliza muchos canales, ¿cuáles son?

La desinformación en los medios llevamos viéndola toda la vida, solo que antes sólo los que tenían acceso a los medios podían desinformar, y ahora puede hacerlo cualquiera porque las redes sociales y los sistemas de comunicación por mensajería nos lo ponen al alcance de la mano. Un tuit, un estado de facebook o un vídeo grabado con la cámara del móvil son herramientas muy útiles para desinformar: son instantáneos y tienen el potencial de llegar a cualquier rincón de la red. Los formatos pueden ir desde la tradicional «noticia» (o algo que se le parece) hasta un audio grabado para un amigo. Funcionan porque son conocidos y cotidianos pero a la vez nos llegan descontextualizados, sin detalles, sin fecha, sin ubicación… Eso impide que podamos comprobar los detalles e incluso que intentemos hacerlo. Simplemente consumimos y reenviamos, realimentando nosotros a su vez la desinformación. Como muchos además nos llegan de personas conocidas… Más fácil es que nos la cuelen.

¿Hay algún colectivo especialmente vulnerable a los mensajes desinformativos?

No sé si especialmente vulnerable, pero desde luego que las personas más mayores no están más a salvo. Tendemos a pensar que por estar menos expuestos a las redes sociales están más protegidos. Si alguien de verdad no está expuesto en absoluto, lo estará, pero a día de hoy, prácticamente todo el mundo tiene, al menos, una aplicación de mensajería a su alcance. Con esto ya les llega la desinformación. Y el problema aquí es que cuanto menos manejo de la información en la red, menos herramientas y mecanismos tiene una persona para distinguir la buena información de la desinformación. Algunos estudios sugieren que las personas mayores de 60 años tienen una mayor probabilidad de compartir noticias falsas porque nunca en su vida han tenido que hacer ese ejercicio. Siempre han sido consumidores pasivos de información y no han tenido que plantearse una postura crítica activa.

Esta postura se le resiste a la ciudadanía para con la información científica, especialmente si va acorde a su sistema de creencias.

No más que con cualquier otro tipo de información. Quien tiene ciertos conocimientos científicos o sobre salud sí se para a reflexionar y comprobar, pero son una minoría. Es mucho más fácil que nos creamos y compartamos algo sin pararnos a comprobarlo. La mayoría de nosotros defiende una forma de pensar porque cree que es la correcta, y considera que la contraria es errónea, interesada o malvada. Así que estamos mucho más dispuestos a buscarle las pegas a esa que a la nuestra. Es importante (aunque difícil y poco común) ser tan exigente con la información que en principio mejor nos encaja como con la que no lo hace.

Charla de Rocío Pérez para la Asociación de Divulgación Científica de Alicante

Los consumidores suelen argüir la falta de tiempo.

Una comprobación rápida del origen de un titular, si es un medio serio o no, de si detrás de una afirmación hay un dato real, si un supuesto experto lo es o no…en principio no tiene por qué llevar más de un par de minutos. Pero para un usuario no entrenado puede ser más trabajoso distinguir una fuente fiable de la que no lo es. Por otro lado, hay webs que no son medios pero se esfuerzan mucho en parecerlo, y ahí la confusión es más difícil de evitar. Los medios de comunicación deberían ser rigurosos, pero sería ingenuo no reconocer que sufren una crisis de confianza por parte de los lectores y espectadores, que es uno de los motivos de que la desinformación campe a sus anchas. Existen algunos proyectos periodísticos nacidos precisamente con la idea de dedicarse específicamente a la verificación y así ayudar a los consumidores de información a distinguir. Maldita.es es un proyecto con distintas ramas (Maldito Bulo, Maldito Dato, Maldita Ciencia, Maldita Inmigración, Maldito Feminismo y Maldita Hemeroteca) que se basa en dos pilares principales. Por un lado, el periodismo. Lo que hacemos es lo que han hecho los periodistas desde siempre: comprobar fuentes, comprobar datos, comprobar origen, comprobar contexto… Y luego explicar todo lo que sabemos sobre un asunto. El otro es la idea de comunidad, de crear una relación de confianza con nuestro público que haga que ellos nos avisen de los bulos y desinformaciones dudosas que se topan por las redes, nos ayuden cuando puedan a comprobarlas/desmentirlas y después nos echen una mano para difundir los desmentidos y contenidos que creamos a partir de nuestras comprobaciones. Se trata de que, en la batalla contra la desinformación, las fuerzas estén tan igualadas como sea posible. Los malos (que no podemos saber quiénes son, pero están ahí) son muchos y están organizados. Nosotros tenemos que estarlo también.

Se me ocurre que esta tarea de verificación podría realizarla el Estado.

En mi opinión eso no es en absoluto algo que se pueda legislar. El periodismo debe ser independiente de la legislación, que al final proviene del poder ejecutivo y legislativo. Esto es un principio periodístico básico, pero si hace falta, para ilustrarlo podemos concretarlo en algunos ejemplos que serían muy delicados por no decir imposibles de legislar: ¿qué ocurriría con las piezas periodísticas que discrepen de las fuentes oficiales? ¿Qué ocurriría con la sátira? ¿O con el periodismo de opinión?  ¿Qué hacemos con toda esa desinformación que es, en realidad, información fiable sacada de contexto (rescatada del pasado o ubicada en otro sitio)? No creo que sean cuestiones que se puedan regular con normas o leyes.

¿En quién recae entonces la responsabilidad de comprobar las fuentes?

Lo primero, en los propios periodistas y medios de comunicación. En cierto modo el problema de la desinformación es una oportunidad para que el periodismo reivindique su función social ante los ciudadanos: hay que recuperar esa confianza en los medios, que los lectores sepan que ante el entorno pantanoso que puede ser internet y las redes sociales (a veces, ojo, que las redes también tienen cosas muy buenas), los medios son un lugar fiable donde informarse. Por otro lado, esos mismos ciudadanos y consumidores tienen que asumir que ellos también tienen una responsabilidad con cómo son las cosas a día de hoy. Por un lado, evitando compartir aquello que no tengan claro que es verdad. Por otro, ejerciendo su poder como consumidores, no dando visibilidad y visitas a aquellos contenidos que no sean fiables.

“Hay otra ciencia y tecnología cotidiana que pasa desapercibida”

ENTREVISTA | Belén Laspra Experta en Ciencia, Tecnología y Sociedad

Belén Laspra / Cedida por la autora

“Sciente potentia est”. O, traducido al castellano, “El conocimiento es poder”. La célebre cita, atribuida al pionero del pensamiento científico moderno Francis Bacon, sostiene que el saber en sí mismo otorga cierta potestad. Belén Laspra, experta en estudios sociales de la ciencia, defiende una suerte de versión contemporánea de la cita en su libro “La Alfabetización Científica” (Ed. Los Libros de la Catarata, 2018). La actual investigadora del Departamento de Filosofía de la Universidad de Oviedo desarrolla su carrera profesional en el campo de la cultura científica, el punto de encuentro entre la sociedad, la ciencia y la tecnología que cotiza al alza. Para ello, ha colaborado con instituciones tan relevantes en la materia como la Fundación Española de la Ciencia y la Tecnología (FECYT), la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) o el Institute for Social Research (ISR) y el International Center for the Advancement of Scientific Literacy (ICASL) de la Universidad de Michigan. 

Rechazar un tratamiento basado en flores de Bach, escoger un alimento en función de sus características nutricionales o comprar un electrodoméstico considerando su eficiencia energética son ejemplos cotidianos de Apropiación Social de la Ciencia (ASC), apunta Laspra. Los estudios de la doctora en Filosofía miden la implantación de la ASC en la sociedad, mediante la que “los individuos integran los conocimientos científicos y los utilizan para guiar sus decisiones en la vida diaria”. Uno de los elementos que la componen es la Alfabetización Científica, que se define como “todo lo que -un individuo o grupo- sabe de ciencia, sobre la comunidad científica y sobre el sistema tecnocientífico”. Este conjunto incluye desde conocimientos científicos, como “qué es un átomo”; hasta meta-científicos, como “el rol de un grupo de control en un experimento o la ley de ciencia vigente”. 

Para adquirir estos conocimientos consumimos información procedente de fuentes y canales diversos. Internet es un canal que “posibilita el acceso” y las redes sociales actúan como “facilitadoras del capital social en sentido sociológico”, señala la filósofa. “Por Facebook llegan artículos de I Fucking Love Science o Materia, pero también de Unexplained on Gaia; en Twitter puedes encontrar a la NASA o a la Sociedad de Terraplanistas”, advierte, enfatizando la abundancia y la variabilidad en el rigor que presentan los contenidos web. Laspra explica las diferencias entre la Comunicación 1.0 y la 2.0 mediante el cambio en los criterios de validez de la información, apoyándose en el sociólogo Massimiano Bucchi. En la primera, “la autoridad de la fuente y la reputación del canal garantizaban la calidad”, en la segunda, “la información válida es la contrastada”, afirma. La investigadora recalca la importancia de cuestionar tanto la información y las fuentes novedosas como los conocimientos y actitudes asentados, ejerciendo lo que describe como “un sano escepticismo”. “El mejor modo de poner en práctica el pensamiento crítico es hacer preguntas”, incluyendo “fuentes no afines al pensamiento propio”, propone, ya que el sistema educativo proporciona un bagaje “necesario pero insuficiente” para lidiar con los “desafíos y controversias científicas” del futuro, como ya notó el experto Jon Miller. El referente estadounidense en alfabetización científica considera que buscar y adquirir información para solventar cuestiones inmediatas en lugar de memorizarla de forma preventiva representa un cambio en el modelo de aprendizaje tradicional. Miller justifica este cambio por la irrupción de las TICs en los hogares, como refleja Belén Laspra en su citado libro.


“En la Comunicación 2.0 la información válida es la que está contrastada”

Según la doctora, el perfil de una persona con alto nivel de ASC posee estudios reglados, muestra interés por la ciencia y tecnología y está representado especialmente en varones de 30-40 años. El 20% de la población española presenta este perfil, normalmente acompañado de una actitud pro-científica y una percepción positiva pero crítica con la ciencia, indica Laspra. Por contra, las creencias religiosas afectan de forma negativa a la ASC debido a “componentes sociológicos, psicológicos, e históricos”, aunque “hay personas que parecen ser capaces de conjugar ambas”, ya que es un tema “muy complejo relacionado con las pseudociencias y las fake news”, añade. La investigadora recalca que fomentar el interés en la ciencia y la tecnología es un objetivo cuya importancia va más allá de fomentar la apropiación. Pese a la existencia de legislación que pretende “impulsar la cultura científica, tecnológica e innovadora a través de la educación, la formación y la divulgación”, reconoce que “necesita traducirse en estrategias concretas”, pues aún queda mucho por hacer. “Necesitamos una política científica más robusta”, concluye.

El fomento e incentivación de la actividad de museos, planetarios y centros divulgativos es un objetivo recogido en el artículo 38 de la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación vigente.  No obstante, la investigadora se apoya en varios estudios en el contexto español para cuestionar que la asistencia a los mismos sea indicativa de interés en materias tecnocientíficas. “Proporcionan información en abundancia”, reconoce. El problema es que en el imaginario popular no figuran como lugares capaces de dar respuesta a preguntas”, diagnostica. La experta afirma que “existe un nicho de oportunidades” y sugiere involucrar a la ciudadanía en la toma de decisiones en cuestiones de interés social en estos espacios, algo a su juicio necesario en “una sociedad democrática marcada por el desarrollo científico tecnológico”. Jurados, encuestas deliberativas o paneles de consulta son estrategias que considera adecuadas para incorporar la voz pública en los museos de ciencia y tecnología. “Son espacios muy adecuados para albergar este tipo de acciones”, apunta, señalando que poseen grandes aforos, recursos tecnológicos, horarios flexibles, personal especializado y acceso a expertos. Estas características permiten la incorporación de simulaciones de la toma de decisiones en temas socialmente relevantes como los alimentos transgénicos, el cambio climático, la reproducción asistida, el virus del papiloma humano o la experimentación con células madre, para que “los visitantes puedan familiarizarse con la participación y practicarla”, afirma. 


“Los individuos tienen que tomar decisiones en ciencia y tecnología”

Al respecto de las exposiciones museísticas, sugiere un giro en los contenidos desde la “ciencia en mayúsculas” hacia la “ciencia cotidiana”, siguiendo “la máxima educativa de empezar por lo conocido para llegar a lo desconocido”. Considera que la ciencia de los grandes descubrimientos, los importantes avances tecnológicos y los premios Nobel está representada, pero no tanto la que se utiliza a diario y pasa desapercibida. Por ello, invita a los responsables de los contenidos expositivos a mostrar los principios científicos que hay detrás del día a día de las personas, con el objetivo de incrementar su interés. Mostrar la ciencia y la tecnología tras el funcionamiento de una placa vitrocerámica o de inducción, el pronóstico meteorológico, el color de la ropa o el gel de ducha son contenidos que pueden “hacer de estas entidades lugares de apropiación científica”, apunta.  La episteme y la téknē pueden ser percibidas como saberes elevados, propios de grandes figuras como Francis Bacon, pero como sugiere la experta, también incluyen la ciencia y la tecnología más mundana, imbricada hasta la médula de nuestra cotidianeidad.

“Saber más de ciencia puede salvarnos la vida”

El catedrático invita a la ciudadanía a implicarse en la búsqueda y aplicación de información científica

ENTREVISTA | José A. López Cerezo Experto en Ciencia, Tecnología y Sociedad

José Antonio López Cerezo / Dpto. Filosofía Universidad de Oviedo

La ciencia y la sociedad parecen comportarse como líquidos inmiscibles: aunque tratemos de hacer una mezcla homogénea de ambas, con el tiempo tienden a ocupar lugares diferenciados. O, al menos, así lo percibe una buena parte de la sociedad. Por el contrario, José Antonio López Cerezo, miembro del Grupo de Investigación de Estudios Sociales de la Ciencia que elabora y analiza parte de las encuestas bienales de la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT), defiende que la ciencia está integrada en el día a día de cualquier ciudadano y que debemos tenerla en cuenta para tomar decisiones mejor informadas. La sociedad y la ciencia forman una mezcla homogénea más cercana a una emulsión. Este grupo, en el que acompaña a las investigadoras Montaña Cámara Hurtado y Belén Laspra, estudia la incidencia de la ciencia en la vida de las personas, un proceso conocido como Apropiación Social de la Ciencia (ASC) en el que consideran fundamental que la ciudadanía tome un papel protagonista.

El también Catedrático de Lógica y Filosofía de la ciencia de la Universidad de Oviedo reconoce como padre del término ASC al físico colombiano Eduardo Posada Flórez, si bien él fue uno de los primeros en traer esta noción a España. El investigador explica que el proceso consta de tres dimensiones: cognitiva, valorativa y operativa. La primera consiste en la recepción de información científica a través de medios digitales o tradicionales como internet, la prensa o el entorno social. Ésta va compañada de la integración del conocimiento en el sistema de creencias propio, algo que conlleva “cambiar las actitudes y valoraciones de un individuo”, como comenta López Cerezo. La última dimensión, en la que se han centrado sus indagaciones, consiste en la modificación del comportamiento. Para estudiar la fase operativa de la ASC, el grupo de investigación de López Cerezo ha contribuido a elaborar diversos cuestionarios cuya intención es detectar cuándo el conocimiento científico es puesto en práctica.

Tratar de arreglar por cuenta propia un aparato averiado, buscar información acerca de un ingrediente alimentario controvertido o consultar a un profesional de la salud por un nuevo fármaco son respuestas consideradas indicativas de un alto nivel de ASC. Como el lector habrá podido notar, el factor común de estos ejemplos es “la tendencia a buscar información científica para resolver aspectos particulares de la vida”, resumido en palabras del investigador. No obstante, no todas las formas de ASC van acompañadas del ejercicio del pensamiento crítico. La confianza ciega en la ciencia, encarnada en profesionales como científicos y tecnólogos, puede convertir al ciudadano en “un simple intermediario de un mandato científico en un comportamiento individual”, una posición que coloca a la ciencia “en un pedestal” y que la trata “de una forma similar a la religión”. Para que la ciudadanía ejerza la apropiación de una forma más saludable es necesario que tome “un papel protagonista en la búsqueda, el filtrado y la selección de información científica”, apunta López Cerezo.

“Estar cercano a la ciencia no sólo es saber más ciencia, sino también llevarla a la vida cotidiana”

Pese al énfasis en el cuestionamiento de las fuentes, el catedrático no se muestra partidario de un escepticismo total justificado por la desconfianza en las instituciones, un fenómeno que califica de “difícilmente comprensible”. Sin embargo, añade que “los analistas coinciden en que hay una larga cantidad de crisis y escándalos vinculados al desarrollo científico-tecnológico que han adquirido visibilidad en las últimas décadas en el mundo occidental”. Cita, entre otras, el caso de las vacas locas, el engaño de Volkswagen con los motores diésel o las dioxinas en los pollos belgas. En este contexto, el investigador recuerda que “reconocer las limitaciones y los riesgos de la ciencia no tiene nada que ver con ser anticientífico” y aporta un concepto clave: el escepticismo leal. Esta actitud crítica, acuñada por el investigador demoscópico Martin Bauer, consiste en “el apoyo a la ciencia desde un cierto escepticismo”, explica el catedrático. Ampliando la definición, el entrevistado añade que esta actitud consiste en “estar con la ciencia” siendo conscientes de que hay “tanto elementos valiosos -la mayoría de ellos- como otros que pueden suscitar el rechazo o la mirada cautelosa” y pone como ejemplo práctico la petición de una segunda opinión médica.

Para evitar que el escepticismo leal derive en una actitud anticientífica “hay que diferenciar entre desmitificar la ciencia y descalificarla”, apunta el experto, que considera que la ciencia no es infalible en tanto que es una actividad humana. Por contra, presenta sus limitaciones, incertidumbres y riesgos. En ese sentido reconoce que las estrategias de comunicación social están trasladando una imagen demasiado tradicional de la ciencia, presentándola como unívoca e infalible, una táctica que califica de “contraproducente”. Para reforzar su punto de vista, se apoya en un ejemplo: “Firma como científico el ingeniero de montes que trabaja para una empresa privada dedicada a la fabricación de pasta de papel pero también el ecologista que milita en una organización que se opone a las prácticas de la empresa”. El resultado son “científicos enfrentados con científicos”. “La ciencia debe ser más humilde”, asevera, lo que no quita que considere un gran error su deslegitimación, ya que “reconocer la credibilidad y utilidad de la ciencia es fundamental”. En esa línea, apunta que, a un nivel macrosocial, “un aumento de la cultura científica hace que mejoren todos los indicadores que tienen que ver con educación, competitividad empresarial, desarrollo, etc.”.

“Debemos desmitificar la ciencia sin desacreditarla”

López Cerezo añade que “saber de ciencia puede, desde enriquecernos como personas, hasta salvarnos la vida en la actual sociedad del riesgo, rodeados de amenazas con origen en el desarrollo industrial de base tecnológica”. La creación de espacios de participación ciudadana, la existencia de fuentes de información científica libres, ricas y plurales, la estimulación de organizaciones, asociaciones ciudadanas, las ONG relacionadas con la ciencia y la tecnología y el aumento de los contenidos metacientíficos en comunicación son algunos de los ingredientes que el investigador considera necesarios para aumentar el “engagement” o implicación ciudadana. “Muchas veces tendemos a infravalorarlos -a los ciudadanos- y creo que es un grave error”, afirma. “Debemos implicarlos”, concluye el filósofo.

Recuerdos de la ciudad del dolor

La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes abre un portal dedicado al Sanatorio de Fontilles para preservar la memoria de la lepra en España


La Colonia-Sanatorio de Fontilles (Vall de Laguar, Alicante) abrió sus puertas en 1909 a un grupo de ocho afectados de lepra para su cuidado. Hoy, 110 años después, abre sus puertas al mundo digital a través de una plataforma desde la que aproximarse a su historia por medio de imágenes, fotografías, publicaciones e historias de vida de quienes padecieron esta enfermedad. El proyecto, dirigido por el profesor de la Universidad de Alicante, Antonio García Belmar y coordinado por Eduardo de Miguel, de la Fundación Fontilles; pretende preservar la memoria de una experiencia colectiva con el objetivo de dignificar la enfermedad y a quienes la sufrieron.

Vista del sanatorio en la década de 1910 / Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

La lepra es una enfermedad causada por un bacilo, Mycobacterium leprae, que se multiplica muy despacio, ralentizando la aparición de los síntomas, en ocasiones, hasta veinte años después. La enfermedad afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos. Es una enfermedad que puede curarse con un tratamiento multimedicamentoso pero si no se trata puede causar lesiones permanentes graves.

Actualmente su incidencia en España es bastante baja, en comparación con la situación que se vive en otros países como Etiopía, Brasil o India. Apenas once casos se registraron en nuestro país el pasado año 2018. De estos casos, tres afectados eran de nacionalidad española y el resto, de nacionalidad extranjera, ya infectados, que viajaron a España donde fueron diagnosticados y tratados, según explica Eduardo de Miguel, coordinador de proyectos internacionales de Fontilles.

Casi todo en la lepra son datos, mediciones, índices y cuantía de afectados. Sin identidades, sin nombres propios. Enfermos que siempre se sintieron aislados por una sociedad que temía, y aún sigue temiendo, lo desconocido. A los pocos años de la apertura de Fontilles, un muro de más de tres kilómetros de largo se encargó de delimitar claramente la colonia-sanatorio del resto del pueblo. La reclusión y la segregación han estado siempre presentes en la historia de este lugar que se convirtió en un pueblo para aquellos que no tuvieron más remedio que recluirse allí esperando poder ser curados.

Más de tres mil almas han pasado parte de su vida entre las paredes de aquel complejo sanitario. Un lugar que, durante los años ochenta, apostó por la rehabilitación integral de las personas enfermas, tanto a nivel físico, como psicológico, social y laboral. De muy pocos de ellos se conocen sus historias, sus narraciones sobre toda una vida marcada por esta enfermedad y ese ha sido, en parte, uno de los objetivos de trabajo: la recuperación de las historias de vida de algunos afectados.


La lepra y sus metáforas
Marginación, miedo, mito y estigma son palabras que van unidas al nombre de una enfermedad: lepra. Una afección siempre rodeada por un halo de desconocimiento y metáforas de la enfermedad, que ejercieron una función social de control y que solían acentuar los aspectos más repelentes de la misma. Se creó una imagen social de la lepra que posaba el acento en el aislamiento y la estigmatización que vivieron los enfermos que se recogían en sanatorios para su tratamiento médico, como fue el caso de la colonia de Fontilles. Todos ellos son conceptos que han de ponerse en evidencia, criticarse y desgastar, para que dejen de asociarse a la lepra. Y en esa labor de desgaste es, en parte, uno de los objetivos del proyecto Fontilles que se aloja en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes desde hace solo unas semanas.


Historia de un proyecto

García Belmar comenta que la colaboración entre la Universidad de Alicante y la Fundación Fontilles viene de años atrás. Los primeros trabajos que hay, abordados desde la historia de la ciencia, relacionados con Fontilles, son los de Josep Bernabéu, de la Universidad de Alicante, sobre el conjunto, la revista, el surgimiento del sanatorio y su contexto en la España de principios del siglo XX, así como sobre las metáforas de la enfermedad.

Tal y como describe García Belmar, la Fundación Fontilles entró en contacto con la universidad hace unos seis años, para plantear la posibilidad de crear un proyecto museográfico con los fondos históricos del sanatorio para la difusión y preservación de los documentos: “Aquel proyecto quedó en un segundo plano y más adelante volvimos a entrar en contacto con Eduardo de Miguel para elaborar otro para la petición de una subvención a la Sasakawa Memorial Health Foundation”. Ese proyecto era de recuperación y preservación de patrimonio histórico al que se añadía algo que, hasta ahora, no se había tenido en cuenta de manera sistemática, que eran las fuentes orales: testimonios y experiencias de vida de personas que habían padecido la enfermedad. La incorporación de todas estas propuestas hizo que la fundación japonesa se interesara por él y lo financiara. Su papel ha sido fundamental al poner los fondos, pero también ha orientado y dado fuerza a este proyecto, según cuenta Antonio García Belmar.

El proyecto siempre se ha considerado importante, pero había quedado en un segundo plano en otras ocasiones por problemas de financiación. Existen algunos aspectos urgentes como son la conservación del material, que corre el riesgo del deterioro, y también la parte de los testimonios orales. Contra todo ello el tiempo es el elemento apremiante. Como explica Eduardo de Miguel: “Nuestros residentes en Fontilles son personas de avanzada edad y por lógica de la vida existía una cierta urgencia en poder recoger esos testimonios para la posteridad”.

Cuando se presentó la propuesta a la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, la respuesta y la acogida fueron muy positivas y generosas y así se ha convertido en un espacio donde alojar todos esos materiales digitalizados con una visibilidad y una difusión que por otros medios no hubiera sido posible conseguir- comenta Antonio García Belmar.

Bajo el título Fontilles y la lepra en España, se encuentra una amplia muestra de revistas, obras, imágenes, testimonios, documentos y objetos del patrimonio histórico del sanatorio, además de un catálogo bibliográfico con las obras conservadas en la Biblioteca Médica de Fontilles; así como las dos revistas publicadas por el sanatorio que fueron, y son, un importante canal de difusión de las investigaciones sobre la lepra.
A todo ello hay que sumarle un banco de unas quinientas imágenes,  seleccionadas del Archivo Fotográfico, elegidas por su calidad técnica y artística. Por último, mapas y gráficos, planos y proyectos arquitectónicos de los edificios del centro.

Recuperar la memoria de los afectados

Pero este proyecto va mucho más allá de la simple conservación y exhibición de años de historia a través de lo material. Este proyecto destaca la importancia y el valor de la preservación de la memoria de las enfermedades y de quienes la padecieron. Y es que, todos los especialistas coinciden, tan importante y necesaria es la educación sanitaria como la educación social, para lograr eliminar el estigma que siempre ha acompañado a la lepra.

“Es la gran batalla”, dice apesarado Antonio García. A juicio del director, la batalla médica, gracias a que existe un tratamiento efectivo y estandarizado, está ganada. Aunque el tratamiento no sea igualitario en países como Brasil o India donde es una enfermedad todavía muy complicada. A pesar de todo, un elemento fundamental que sigue provocando daños, es el estigma. Este hace que la enfermedad se oculte, tanto por parte de quienes la padecen, como por parte de los gobiernos y así lo único que se consigue es alimentarla cada vez más, que avance, progrese y siga haciendo daño. “La lucha contra el estigma es un objetivo de este proyecto”, aclara García Belmar.

Eduardo de Miguel, conocedor de la situación de la enfermedad en otros países, comenta que las actividades de sensibilización que se realizan en Fontilles están vinculadas, principalmente, a dos aspectos: lepra y pobreza y lepra y mujeres. Se hace hincapié en las causas del padecimiento de la enfermedad y su relación con la población más pobre. Se trata de campañas que explican cómo la enfermedad afecta, especialmente, al colectivo de las mujeres en países donde tienen mayores dificultades para acceder a los recursos sanitarios y la lepra les afecta en mayor medida.

III Curso Internacional de Leprólogos (1950) / Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Todavía viven algunos afectados en Fontilles, en concreto veintidós, mejor dicho, ex afectados, como puntualiza Eduardo de Miguel: “Los que aquí viven algún día padecieron la enfermedad, aunque ahora ya no y lo que queda de ella son solo las secuelas. Son personas de avanzada edad que están aquí, no porque estén recibiendo ningún tratamiento, ni estén ingresados, sino que para ellos Fontilles es su casa y han decidido vivir aquí el resto de los días que le quedan.”

Desde el mes de junio de 2016, se han realizado entrevistas a las personas que todavía residen en el Sanatorio de Fontilles y que aceptaron compartir el testimonio de sus vidas. Las dieciocho historias de vida registradas en casi sesenta horas de grabación y transcritas en un documento de varios cientos de páginas han sido analizadas, organizadas temáticamente y preparadas para su publicación en forma de libro. Es muy poco lo que se sabe de las personas que padecieron esta enfermedad que les marcó para siempre tanto física como emocionalmente. El principio parecía sencillo, dice García Belmar, bastaba con preguntar, sí, pero también había que estar dispuestos a aceptar las respuestas de unas historias de vida que están desapareciendo y para las cuales el tiempo juega en su contra.

Resulta esencial prestar atención a estos testimonios, a los sentimientos que de ellos se desprenden. El sonido de estas palabras, su entonación, sus silencios y pausas, absolutamente todo contribuye a comprender qué significó ser un enfermo de lepra entre las paredes de este antiguo sanatorio. Con este proyecto se recupera la oportunidad de recoger y conservar esta parte esencial del patrimonio histórico de Fontilles y de la historia de la lepra en España: el testimonio de quienes se enfrentaron a ella.

Cuando ya has escuchado los testimonios, no solo estos de Fontilles, de personas afectadas por la lepra, en momentos de la historia diferentes o en contexto sociales, económicos y sociales diferentes, al final todos repiten un mismo patrón. Un patrón que está relacionado con su exclusión y con el estigma y se repite en diferentes puntos de planeta. Un aspecto curioso desde el punto de vista de lo particular que es esta enfermedad. – E.M.

Una práctica de los años ochenta

Los primeros estudios realizados con fuentes orales, en España, en el siglo XX, fueron desarrollados a partir de testimonios obtenidos de supervivientes de la guerra civil. Pero el primer archivo de Historia Oral surgió en 1983, el Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, con el objetivo de diseñar y elaborar proyectos interdisciplinarios de investigación; captar y conservar documentación y testimonios personales; proceder al tratamiento archivístico de las fuentes para facilitar su consulta y publicar el material documental relacionado con la información obtenida. Otras iniciativas han trabajado en la recuperación de la memoria colectiva de la Segunda República, la Guerra Civil, el Franquismo y la Transición. Desde el punto de vista internacional, el establecimiento como asociación en 1996 de la International Oral History Association (IOHA), ha significado la posibilidad de crear una red de colaboración y de transmisión de conocimientos trascendental para el desarrollo de la Historia Oral. En la actualidad, y gracias a la definición de herencia cultural intangible, realizada por la UNESCO, la tendencia es constituir centros globales que no solo realicen la labor de recuperación y conservación de los testimonios orales, sino que posibiliten la utilización y exhibición de estos.

La historia oral es un elemento esencial para comprender la historia de esta enfermedad. Es una deuda con esas personas que se han mantenido en silencio durante mucho tiempo. Antes de empezar las entrevistas siempre hay una explicación previa a aquellos que quieren participar y ellos finalmente deciden si quieren hacerlo y por qué. En la mayoría de los casos lo que pretenden en dar a conocer su realidad.

Como aclara el director del proyecto, estos testimonios tienen un doble valor y es que, además, aportan información como no lo hacen otras fuentes. Son capaces de descubrir aspectos de la realidad de la enfermedad que las fuentes gráficas o escritas no dan. Hay otra información en ellas que es la percepción particular de la enfermedad, el significado de esta, la explicación que cada enfermo le otorga a su padecimiento. Esa es una información muy valiosa porque incluso ayuda a comprender las consecuencias que tiene estigmatizar a un colectivo por las razones que sea.
Se pretende que el proyecto de historia oral acabe en la publicación de un libro con las transcripciones de las entrevistas que completen los fragmentos de la fonoteca por una razón de peso que explica García Belmar: “Nunca es igual la lectura de los testimonios que la escucha de los mismos. Toda la información contenida en las palabras, la cadencia, el acento, las emociones… todo eso se pierde en la transcripción y por eso creemos que deben complementarse”.

Pensamos que estos testimonios y su salvaguarda podían ser útiles en el futuro para luchar contra la exclusión social y discriminación que sufren otros colectivos. Creemos que esa es la utilidad que puede tener este trabajo para la humanidad, independientemente del valor que pueda tener para investigadores o especialistas que estén interesados en el tema. – E.M.

Visibilizar y sensibilizar como objetivos fundamentales

La lepra es una enfermedad que ha afectado mucho a aquellos que la padecieron y una de las principales contribuciones de este proyecto es ayudar a recuperar la dignidad de la memoria de aquellos que todavía no pueden expresar abiertamente que la sufrieron y ahora están curados.

Ellos lo dicen, realmente la enfermedad era curable y podía hacerse rápido y sin secuelas, ahora bien, el problema es que una vez que fueron diagnosticados, uno es leproso para toda la vida. Esa es la auténtica batalla, no tanto la lucha contra la bacteria causante, sino contra el estigma que ha condicionado toda su vida. – G.B.

El desconocimiento de la enfermedad en la actualidad continúa siendo unos de los caballos de batalla del día a día de especialistas y fundaciones como la de Fontilles. Hay que explicar constantemente que la lepra no tiene la imagen que a la gente suele traerle al subconsciente, de personas con rostros desfigurados, con muchas lesiones a nivel externo. Hay otras formas de manifestarse, que no son tan violentas ni tan visibles, aunque también acaban generando estigma. Lo cuenta quien trabaja de primera mano con una enfermedad con desigual incidencia en el mundo: “La gente piensa que ya no existe, que es una enfermedad del pasado y sin embargo no es cierto. Incidimos sobre este tema de manera especial el Día Mundial de la Lucha contra la Lepra, que es el último domingo de enero, pero en realidad es parte de nuestro trabajo diario”- comenta Eduardo de Miguel.

La gente que se aproxima a Fontilles lo hace desde muy diversos puntos de vista, a veces social, otras histórico, antropológico o incluso arquitectónico. Uno de los fines de este proyecto es que todas esas visiones se vayan entrelazando para lo que es el fin último: la lucha contra la enfermedad, la lucha contra la exclusión social y la defensa de los derechos humanos. Todo está unido y tan importante es para la Fundación la conservación y puesta en valor de los documentos y los testimonios a corto plazo, como la defensa de los colectivos que en el siglo XXI siguen padeciendo la exclusión social por enfermedad. Ciertamente esta plataforma ha de contribuir a visibilizar y sensibilizar sobre esta enfermedad entre la sociedad. Así lo afirman, esperanzados, los responsables del proyecto.

Tras la catalogación, el archivo y la digitalización de todos los documentos, el objetivo es llevar a cabo una difusión del proyecto por medio de varias iniciativas. Una de ellas es la presentación en congresos o reuniones científicas o incluso elaborar alguna publicación. Pero, además, el objetivo es ofrecer la experiencia a otros espacios similares a Fontilles, que cuenten con fondos de archivo, biblioteca, fondos fotográficos y fondos gráficos. Algo así como un asesoramiento para la recuperación de su patrimonio.

Antonio García Belmar comenta que ya hay programado un encuentro con personas que trabajan en entidades similares en Grecia y Portugal y también en Noruega e Italia. El objetivo es crear una especie de consorcio, intercambiar experiencias y llevar este modelo de trabajo a otros lugares donde pueda aplicarse.

Eduardo de Miguel aclara que este no es un proyecto que aparece de manera aislada, sino que surge en un contexto, de trabajo global, en el que otras instituciones a nivel europeo y mundial están intentando rescatar del olvido y de la destrucción todo ese patrimonio material e inmaterial, a través de los testimonios de los enfermos. Europa, Asia y América Latina, principalmente, están creando unas conexiones que están generando un proyecto vivo y dinámico. El fin es que todo aquello que sea posible preservar y conservar, que esté vinculado con antiguas leproserías, quede a disposición de la humanidad, en general, para lo que pueda ser útil. “Yo quiero pensar que esto empieza aquí y que va a ir generando un tipo de redes de antiguas leproserías que en un futuro puedan acabar incrementando ese patrimonio digital a través de la Miguel de Cervantes, o desde otra plataforma”,comenta con entusiasmo De Miguel.

Después de cuatro años de trabajo,de los cuales dos de ellos han contado con la financiación de la Sasakawa Memorial Health Foundation, se ha logrado la formación de una plataforma a la que es interesante asomarse, para conocer más sobre una enfermedad, a la que el conocimiento científico y médico, ha hecho menos dolorosa y peligrosa. Sin embargo, el conocimiento social e histórico aún no ha conseguido mermar las falsas creencias y mitos que sobre ella perduran hoy en día. Quiera que proyectos como este lo consigan y palabras como las de Salvador Sellés, plasmadas en un poema en 1912 que lleva por título Lepra, no se repitan:

¡Oh la lepra invisible y demoníaca!
Ella acecha y ataca: nos envuelve en sus redes y sus lazos, nos invade ganando vena a vena, nuestra sangre envenena y desprende los miembros a pedazos.